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martes, 26 de mayo de 2015

Cap / 37



            «Tal vez tengas la fortuna que tuve yo.»

            Aunque Peter no quería admitirlo, aquellas palabras lo habían fastidiado más de lo que el fantasma creía. Sabía que había sido un imbécil diciéndole al fantasma que tal vez había sido mejor que muriera joven. Decir algo así era un error en todos los sentidos, aunque lo creyeras.

            La cuestión era que Peter ya no estaba completamente seguro de lo que creía.

            La introspección nunca había sido su fuerte. Había crecido convencido de que, si no esperas nada y nada obtienes, no puedes sentirte decepcionado. Si no permites que nadie te quiera, nadie te romperá el corazón, y si buscas lo peor de la gente, siempre lo encuentras. Se había mantenido a salvo gracias a tales convicciones.

            Sin embargo, no podía evitar recordar una línea de la carta que Elena había escrito hacía tantos años... algo sobre sus oraciones atrapadas como codornices bajo la nieve. Aquellas aves que dormían acurrucadas en el suelo agradecían la capa de nieve que las cubría y las aislaba. Algunas veces, no obstante, la nieve se congelaba y las atrapaba en una concha dura de la que no podían escapar. Sin comida, se ahogaban y se morían de hambre y de frío. Sin que nadie las viera, sin que nadie las oyera.

            Había veces en que le parecía que Lali atravesaba capas de protección. Le había dado algunos de los pocos momentos de felicidad que había conocido en su vida, pero nunca sería capaz de vivir aquella sensación plenamente porque estaba irremediablemente convencido de que no podía durar... y eso implicaba que Lali era para él un peligro. Era una debilidad que no podía permitirse.

            Peter no era como sus hermanos. Los dos eran más despreocupados, se sentían más cómodos dando y recibiendo afecto. Por lo que recordaba de su hermana Vickie, ella también era así. Sin embargo, ninguno de los tres vivía todavía en casa cuando sus padres se habían hundido en lo peor de su alcoholismo. Ninguno de ellos había sido descuidado durante días o semanas seguidas en una casa silenciosa. A ninguno le habían dado alcohol para que se estuviera callado los fines de semana.

            A pesar de sus propios problemas, Peter no lamentaba que Gastón fuera otra vez feliz. Su hermano había vuelto con Rochi. Le había dicho que la relación era seria y que se casarían algún día. Su plan era que Rochi aceptara la beca de arte de un año en Nueva York. Ella y Gastón mantendrían una relación a distancia hasta que regresara a Friday Harbor.

            —Así que sería conveniente que te mudaras a Rainshadow Road —le dijo Gastón—. Voy a ir a Nueva York al menos una vez al mes para ver a Rochi y, mientras, tú puedes ocuparte de todo por mí.

            —Cualquier cosa con tal de librarme de ti —repuso Peter, incapaz de disimular una sonrisa viendo lo exultante que estaba Gastón—. ¡Caray! Estás un poco demasiado contento. ¿Puedes relajarte un poquito? Solo lo bastante para que pueda seguir en la misma habitación que tú...

            —Lo intentaré. —Gastón se sirvió un poco de vino y miró de soslayo a su hermano—. ¿Quieres una copa?

            Peter negó con la cabeza.

            —Ya no bebo.

            Gastón lo miró pasmado.

            —¡Qué bien! —Iba a dejar su copa, pero Peter le hizo señas para que se la tomara.

            —Adelante, yo estoy bien.

            Gastón tomó un sorbo de vino.

            —¿Qué te indujo a dejarlo?

            —Me estaba acercando peligrosamente a un punto sin retorno.

            Gastón pareció entender a qué se refería.

            —Me alegro —le dijo sinceramente—. Tienes mejor aspecto. Más saludable. —Hizo una pausa deliberada—: Parece que salir con Lali Espósito tiene sus beneficios.

            Peter frunció el ceño.

            —¿Quién te lo ha dicho?

            Gastón sonrió.

            —Esto es Friday Harbor, Peter. Una comunidad unida en la que todos vivimos para enterarnos de los sórdidos detalles íntimos de la vida de los demás. Me sería más sencillo decirte quién no me lo ha dicho. Te han visto con Lali en infinidad de ocasiones. Le has reformado la casa. Tu furgoneta ha estado toda la noche aparcada en su camino de entrada. Espero que no creyeras que todo eso era un secreto.

            —No, pero no imaginaba que todos estuvieran tan interesados en mi vida privada.

            —¡Claro que lo están! No es divertido chismorrear de cosas que no son privadas. Así que tú y Lali...

            —No hablo de ello —le advirtió Peter—. No me preguntes cómo va la relación ni qué intenciones tengo.

            —Todo eso me da igual. Lo único que quiero saber es cómo es en la cama.

            —Una maravilla —dijo Peter—. Orgasmos a un nivel celular.

            —¡Caramba! —comentó Gastón, impresionado.

            —Lo más asombroso es que suele haber una anciana en la casa y un gato maullando al otro lado de la puerta.

            Gastón rio bajito.

            —Bueno, tienes la oportunidad de pasar un tiempo a solas con Lali la semana que viene. Pasaré en Nueva York unos cuantos días para ayudar a Rochi a instalarse en su apartamento. Así que si ya te has traído tus cosas para entonces...

            —Tardaré medio día como mucho —le dijo Peter.

            Oyó el aviso de que le había llegado un mensaje de texto y se sacó el móvil del bolsillo trasero. Era de su agente inmobiliario, que recientemente le había tanteado acerca de una posible oferta para la parcela de Dream Lake. A pesar de que le había dicho que no estaba interesado en venderla, porque quería explotar la tierra por su cuenta, el agente había insistido en que era una oferta que merecía la pena tener en cuenta. El comprador, Pablo Martinez, era un creador de videojuegos de Inari Enterprises. Buscaba un lugar donde construir una especie de retiro para una comunidad de aprendizaje. Sería un gran proyecto, con varios edificios y servicios. Quien lo construyera ganaría mucho dinero.

            —Y esto es lo interesante —le había dicho el agente a Peter—. Él quiere que se construya todo con el certificado de sostenibilidad, según los últimos requisitos medioambientales y de ahorro energético. Cuando le dije a su agente que tienes la acreditación y experiencia en la construcción de casas ecológicas... bueno, ahora tiene interés en hablar contigo. Es una suerte que puedas vender la propiedad con la condición de que será tuyo el contrato de construcción.

            —Me gusta trabajar por mi cuenta —le había dicho Peter—. No quiero vender, y la idea de tener que tratar con un obseso de los videojuegos... ¿cómo sé que no fanfarronea?

            —Reúnete con él —le había rogado el agente inmobiliario—. No estamos hablando solo de dinero, Peter. Estamos hablando de pasta gansa.

            Mirando a su hermano, a Peter se le ocurrió que Gastón podía conocer la empresa de videojuegos.

            —Oye, ¿tú sabes algo de Inari Enterprises?

            —¿Inari? Acaban de sacar Skyrebels.

            —¿Eso qué es?

            —¿Dónde has estado metido? Skyrebels es la cuarta entrega de Dragon Spell Chronicles.

            —¿Cómo he podido perdérmelo? —exclamó Peter.

            —Skyrebels es el juego de más éxito —prosiguió Gastón con entusiasmo. Se han vendido unos cinco millones de copias durante la primera semana desde que salió a la venta. Es un juego de rol de formato abierto que ofrece un modo de juego no lineal, y posee una increíble resolución gráfica, con autosombreado y...

            —En inglés, Gastón.

            —Basta con que te diga que es el entretenimiento más grande, mejor y más chulo que se haya visto y que la única razón por la que no juego las veinticuatro horas del día es porque de vez en cuando necesito hacer una pausa para comer o para follar.

            —Entonces habrás oído hablar de Pablo Martinez.

            —Es uno de los creadores de juegos más importantes de todos los tiempos. Bastante misterioso. Normalmente un tipo de su posición habla un montón de los eventos de la industria de los videojuegos y de las galas de premios, pero él no se hace notar. Tiene un par de hombres que hablan y aparecen en los medios en su nombre. ¿Por qué me lo preguntas?

            Peter se encogió de hombros.

            —He oído que podría querer comprar una propiedad en la isla —dijo sin concretar más.

           —Ese tipo podría comprarse la isla entera —le aseguró Gastón—. Si tienes ocasión de hacer algo en asociación con él o con Inari, atrápala y corre.

Continuará...

+10 :)

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