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lunes, 11 de mayo de 2015

Capítulo - 40



Ver a Lali acurrucada en su cama, con los ojos somnolientos y el pelo alborotado era lo último que Peter esperaba. Se detuvo de golpe y la miró. Sus ojos verdes se abrieron como platos y se deslizaron desde el pelo color de miel de Lali hasta su vestido desarreglado. Se quedó de una pieza, sin poder hacer otra cosa más que mirarla.

—No puedo creer que estés aquí —declaró Peter desconcertado.

—Quería estar contigo —respondió Lali mientras apartaba un mechón de cabello de sus ojos—. Al menos di que te alegras de que haya venido.

—¿Alegrarme? —contestó Peter con voz densa.

En una fracción de segundo, Peter llegó a la cama, cogió a Lali en brazos y la sentó en su regazo. Entonces la besó con tanta avidez que la dejó sin aliento y, a continuación, deslizó los labios por su cuello. Peter intentó desabrocharle el vestido con torpeza. Lali lo ayudó y se desabrochó el corpiño. Los ávidos besos de Peter descendieron centímetro a centímetro conforme la suave piel de Lali quedaba al descubierto.

—¿He tenido una buena idea al venir aquí a hurtadillas? —preguntó Lali sin aliento mientras deslizaba los dedos por el pelo de Peter.

Peter la envolvió en un apretado abrazo.

—Has estado muy inspirada —respondió mientras hundía el rostro en el cuello de Lali.

Sumergidos en una oleada de pasión, ambos hablaron al mismo tiempo sin siquiera terminar las frases.

—¡Te he echado tanto de menos!

—Ni la mitad que yo...

—Y cada vez que me doy la vuelta estás más guapa.

—Sólo puedo pensar en ti.

—¿Cómo se quita esto? —preguntó Peter mientras forcejeaba con los corchetes de la camiseta de Lali, pero antes de que ella pudiera enseñárselo, Peter rasgó la fina tela de arriba abajo.

—¡Peter! —protestó ella debatiéndose entre la risa y la queja, y jadeó cuando los labios de Peter se deslizaron por sus pechos.

Peter cogió con su boca uno de los pezones de Lali y tiró con suavidad. Ella gimió, echó la cabeza hacia atrás y arqueó su cuerpo ardiente hacia él. Los brazos de Peter temblaron alrededor de su cuerpo.

—¡Hacía tanto tiempo! —susurró Lali.

—Una eternidad.

Lali desabotonó con agitación febril la camisa de Peter mientras él deslizaba las manos por debajo de las faldas del vestido de ella y le arrancaba las medias. Peter subió la mano hasta la rodilla de Lali, pero sus bombachos le impidieron continuar su exploración.

—Me estaba volviendo loco —murmuró Peter junto al pecho de Lali—, viéndote y deseándote día tras día sin poder tenerte.

—Hazme el amor —lo interrumpió Lali—. Deprisa.

Él medio rió, medio gruñó, y la tumbó en la cama. Con un par de tirones violentos, Peter se quitó las botas y la camisa y se volvió para ayudar a Lali a quitarse el vestido.

Peter echó la ropa al suelo con impaciencia y se inclinó sobre el cuerpo de Lali. Ella tiró de la cabeza de Peter hacia sus pechos y gimió mientras él la besaba y la acariciaba suavemente con la lengua. Peter permanecía atento a todas sus reacciones. Sus cálidas manos se deslizaron por los muslos de Lali, desde la zona exterior hasta la curva interior y después subió una de las manos hasta la entrepierna de Lali. Cuando la húmeda vagina de ella se contrajo alrededor de los dedos de él, la respiración de Peter se volvió más profunda.

—¡Qué dulce eres! ¡Te necesito! —exclamó él junto a los labios de ella mientras empujaba hacia su interior.

Lali hincó las uñas en la espalda de Peter y pronunció su nombre con voz entrecortada. Después, introdujo la lengua en su boca y tanteó el borde regular de sus dientes. Lali se estremeció contra el cuerpo de Peter, los dedos de sus pies se curvaron con tensión y sintió el inicio del clímax.

Sorprendida por la rapidez con que se estaba produciendo, Lali buscó los botones de los tejanos de Peter, pues quería sentirlo en su interior antes de que estallara la incipiente oleada de placer.

Peter se desabrochó los tercos botones. La cabeza le daba vueltas a causa de los gemidos que soltaba Lali mientras él penetraba en las pulsantes profundidades de su cuerpo. Lali deslizó las manos hacia abajo y agarró las flexibles nalgas de Peter. Su cuerpo se tensó pegado al de Peter y el calor blanco de la plenitud la consumió. Peter sólo tuvo tiempo de penetrarla con ímpetu unas cuantas veces antes de que el éxtasis también recorriera su cuerpo. Permanecieron juntos, fundidos el uno con el otro, saboreando las contracciones de sus cuerpos unidos, tensos hasta que la debilidad se apoderó de ellos. La boca de Peter se deslizó con suavidad por la de Lali, saboreando y explorando. Antes de aquel instante todo estaba teñido de desesperación, pero, después, todo fue deliciosamente lento.

—Te quiero —susurró Peter apretando el cuerpo de Lali contra el de él y apoyando su barbilla en la curva que unía su hombro con su cuello.

Ella suspiró de satisfacción y lo rodeó con sus piernas en una actitud posesiva. Permanecieron en silencio durante largo tiempo, hasta que el esplendor del momento se apagó.

Lali fue la primera en moverse. Tiró de la cintura de los tejanos de Peter y él le sonrió con una expresión perezosa y relajada, la primera en muchas semanas.

—Tenía pensado quitármelos —murmuró Peter.

—¿Te los quitarás? —preguntó ella somnolienta.

Peter se sentía demasiado exhausto para moverse.

—Dentro de un minuto.

Lali lo abrazó mientras disfrutaba de su cuerpo sobre el de ella.

—No te muevas. Todavía no.

—No te preocupes.

La boca de Peter encontró la de Lali y se besaron con languidez. Después de un rato, Peter volvió su cuerpo a un lado y se quitó los tejanos. En cuanto los echó al suelo, Lali volvió a acurrucarse junto a él disfrutando del tacto de sus peludas piernas contra las de ella. Sus pequeñas manos se deslizaron por encima de las costillas de Peter y hasta su espalda y Lali se maravilló de lo bien formado que estaba.

—Eres muy fuerte —declaró ella subiendo sus dedos por la espina dorsal de Peter.

—No siempre he sido así. Tejas me ha hecho mucho más fuerte.

—¿Cómo eras cuando estudiabas en Harvard? ¿Pálido y delgaducho? —preguntó Lali resiguiendo con sus dedos el contorno de su abdomen.

Peter rió entre dientes.

—No, pero no estaba preparado para sobrevivir a un transporte de ganado.

—Tejas debía de ser muy distinta a lo que tú estabas acostumbrado.

—Aprendí rápido. —Peter sonrió con nostalgia—. Al principio, ni siquiera sabía cómo enlazar a un novillo. Tuve que aprender muchas cosas por la vía dura.

—Debió de ser espantoso.

—Más que nada, solitario. Lo peor era no ver nunca a una mujer. Participé en un par de transportes largos de ganado y la verdad es que, tras varios meses de celibato, los pueblos de ganaderos constituían un auténtico paraíso, con un whisky que te quemaba las entrañas, lo llaman desinfectante de Kansas, y mujeres por todas partes. ¡Dios santo, aquellas mujeres...! Mujeres grandes y llamativas con nombres como Kate o Annie. Cuando los muchachos y yo íbamos al pueblo, casi se nos salían los ojos de las órbitas al ver todas aquellas plumas y aquellos vestidos rojos. La primera noche que pasé en Dodge City, fui de saloon en saloon y...

—Supongo que te gastaste todo tu dinero y regresaste a Tejas con una buena resaca.

Peter se echó a reír.

—Así es.

—Plumas y vestidos rojos... —reflexionó Lali mientras se preguntaba qué diría Peter si la viera con una falda que apenas le tapaba las rodillas.

—Quizás algún día te compre un vestido rojo —declaró Peter con ojos chispeantes—Algo completamente distinto a toda esa ropa rosa que a ti te gusta llevar. Y podrías ponértelo para mí en privado, descalza y con el pelo suelto cayendo por tu espalda.

—Cómprame plumas también.

Peter sonrió y se puso boca arriba tirando de Lali para colocarla encima de él.

—¡Cielos, Lali, nunca me cansaré de ti!

—¡Te garantizo que no lo harás! —contestó Lali mientras apoyaba los antebrazos en el pecho de Peter—. Me aseguraré de que así sea.

Peter tiró de sus muñecas y Lali se derrumbó encima de él mientras sus pechos quedaban aplastados contra los pectorales de Peter. Antes de que Lali pudiera realizar ningún sonido, Peter colocó las manos en la parte posterior de la cabeza de ella y presionó para acercar su boca a la de él. Lali lo besó con ardor mientras inclinaba la cabeza a un lado. Al notar una suave luz en su rostro, Lali entreabrió los ojos. La luz de la luna entraba en la habitación a través de la ventana cubriéndolo todo con un matiz plateado. El rostro de Peter se relajó, cubierto por una sinfonía de luz y oscuridad, y estaba tan sumamente guapo, que a Lali el corazón le dio un brinco.

—Te adoro, Peter Lanzani —declaró Lali rozando los pómulos de Peter con las yemas de los dedos.

Peter condujo la mano de Lali hasta su boca y la besó en la palma. Ella sonrió de pura felicidad, apoyó la mejilla en el pecho de Peter y contempló la ventana con los ojos entreabiertos. Un hilo de luz cruzaba la habitación y se reflejaba en la superficie raspada de la guitarra. El instrumento atraía la mirada de Lali por alguna razón que ella no comprendía. Transcurridos unos instantes, la sonrisa de Lali se desvaneció.

Había un hueco en la serie de cuerdas de la guitarra, como una dentadura a la que le faltara un diente. Lali parpadeó mientras se preguntaba si la vista le estaba jugando una mala pasada. El hueco seguía allí. Faltaba una de las cuerdas. Lali se quedó sin aliento y el pánico atravesó su corazón con un puñal de hielo.

Continuará...

+10 :o!!!!!

15 comentarios:

  1. noo! peter? naa.. tiene que ser algun de los vaqueros que custodian la casa!

    lolazh! sube mas!

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  2. Esperó que puedan evitarlo!! Otroo :)

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  3. noooo se acerca el día D QUE PASARÁ quiero más

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  4. No nos dejes así subí mas

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  5. Me leí todas las novelas en 5 noches

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  6. La cuerda d la guitarra k le faltaba a Peter, x eso lo culparon d la muerte d Nicolas.
    Y Lali no dijo nada para salvarlo ,x eso él se fue.
    Veremos k es lo k pasa.

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