Lali fue la primera en
moverse. Con somnolencia, deslizó el brazo por los hombros de Peter y se colocó
encima de él. Sus ojos brillantes y su pelo alborotado la hacían parecer un
gatito curioso y Peter torció la boca divertido mientras deslizaba la mano por
la curvatura de la espalda de ella.
—¿Peter?
—¿Qué?
—¿Todavía visitas a la mujer
de Blue Ridge?
Él sonrió compungido y le
cogió la cara con las manos.
—Tus preguntas siempre me
sorprenden.
—¿Y bien?
—Hace mucho tiempo que no voy
a verla. No he estado con ninguna mujer desde que me di cuenta de que te
quería. —De una forma distraída, Peter jugueteó con el pelo de Lali,
entrelazándolo con sus dedos, deslizando las puntas por su cara y disfrutando
de su suavidad—. Tú has absorbido todo mi interés y mi deseo desde hace semanas
y no quedaba nada para nadie más.
Lali odiaba la idea de que
estuviera con otra mujer. A pesar de sus palabras tranquilizadoras, no podía
evitar sentirse celosa. No quería que él tuviera recuerdos de otras mujeres y
de los placeres que ellas le habían proporcionado. ¿Pensaba en ella de una
forma distinta a como pensaba en las demás? ¿Hacer el amor con ella había sido
diferente a hacerlo con las otras mujeres? Sus pensamientos volvieron a la
mujer de Blue Ridge.
—¿La querías?
—No la conocía lo suficiente
para quererla.
—Pero tú y ella...
—Disfrutábamos de nuestra
compañía mutua en la cama, pero conocer a una persona implica mucho más que
estar familiarizado con su cuerpo.
Lali nunca había pensado a
fondo en lo que sería hacer el amor con alguien a quien uno no quería.
—¿Al menos te gustaba?
—Supongo que podríamos decir
que éramos amigos, pero ninguno de nosotros quería nada más que esto. Yo no
quería saber qué había en su corazón y a ella le ocurría lo mismo conmigo.
Peter guardó silencio
permitiendo que Lali reflexionara acerca de lo que le había contado y contuvo
el impulso que sentía de abrazarla con fuerza.
—¡Qué relación tan fría!
La expresión de Lali era una
mezcla de desagrado y confusión.
—En cierto sentido sí que lo
era.
—¿En qué sentido? —preguntó
ella cada vez más irritada.
—Después de hacer el amor,
siempre nos quedábamos en silencio. No teníamos nada de qué hablar, nada que
compartir. La satisfacción que obteníamos en nuestros encuentros era
superficial, no perduraba.
—Superficial o no, es evidente
que ella tenía algo que te hacía volver en busca de más. Porque acudiste a ella
más de una vez, ¿no?
Peter guardó silencio y se
preguntó qué había detrás de las preguntas de Lali. Quizá se trataba de una
inseguridad que surgía en forma de sarcasmo. ¿Acaso tenía miedo de que él la
comparara con la mujer con la que se acostaba antes?
—¿Por qué no dices nada?
—preguntó Lali malhumorada—. ¿Estás demasiado ocupado contando las veces que
estuviste con ella?
Durante un breve instante, Peter
se debatió entre la simpatía y una especie de resentimiento. Él no era un
caballero con una armadura brillante y nunca lo sería. Peter percibió la
desilusión en la voz de Lali conforme ella se daba cuenta de este hecho, pero Lali
tenía que aceptarlo como era, incluidas sus imperfecciones.
—Yo nunca he fingido que mi
vida fuera perfecta, Lali. Soy un hombre con las mismas necesidades que todos
los demás. Yo he vivido y esto incluye haber estado con otras mujeres.
—¿Cuántas? ¿Yo soy la tercera,
la cuarta? ¿La número veinte, la cincuenta?
—Yo no he realizado una marca
en mi cinturón por cada una de las mujeres con las que he estado. Y nunca he
poseído a una mujer con el objetivo de superar mi récord. He estado con una
mujer cuando lo he necesitado. A veces, la conocía y otras, no, pero esto no
era importante. Sin embargo, tú eres la única de la que he estado enamorado.
Lali permaneció en silencio
durante largo rato y Peter no pudo adivinar sus pensamientos. Al final, Lali
habló con voz queda y sin el menor rastro de irritación.
—¿Alguna vez piensas en alguna
de ellas?
—No. La verdad es que no me
acuerdo mucho del tiempo que pasé con ellas.
Lali frunció el ceño y deslizó
un dedo por el contorno de la clavícula de Peter.
—Si después de esta noche no
volvieras a verme, ¿hasta qué punto te acordarías de lo que ha sucedido?
—Me acordaría de todos los
detalles —respondió él con gravedad—, de cada segundo, de todo lo que has
dicho, de todas tus caricias y de todos los sonidos que has proferido hasta el
día de mi muerte.
Lali se ruborizó y apoyó la
mejilla en el pecho de Peter.
—Peter, ¿te importa que no
tenga experiencia? Yo no sabía qué querías...
Peter la hizo rodar hasta que
quedó apoyada en la espalda y silenció sus palabras con un largo beso. Cuando
levantó la cabeza, su voz sonó quebrada.
—Lo que ha sucedido entre
nosotros minutos atrás hace que todo lo que he vivido hasta ahora haya
empalidecido. —Peter se interrumpió embelesado por la tímida sonrisa que
curvaba los labios de Lali—. Aunque seas una novata, debo decir que,
prácticamente, me has dejado extenuado. No sé cómo sobreviviré cuando tengas un
poco más de experiencia.
—Sólo tendrás que sonreír y
aguantar —respondió ella, y Peter rió entre dientes mientras unía de nuevo su
boca a la de ella.
Las horas pasaron volando y,
al final, Lali empezó a temer el momento en que Peter tuviera que dejarla. Lo
único que les quedaba era unos minutos preciosos, meros pedazos, virutas de
tiempo, mientras que ambos ansiaban mucho más. Durante la noche, estuvieron
charlando, medio adormecidos, durmiéndose y despertándose, y cada vez que Lali
se despertaba, redescubría la bendición de estar acurrucada junto a Peter con
sus brazos rodeándola con firmeza. En algunos momentos, sentía como si él
pudiera ver a través de su alma. Y tanto si estaban enlazados en un deseo
frenético o en un agotamiento placentero, el sentido de unidad seguía siendo el
mismo.
—Tendré que irme pronto —declaró
Peter cuando la mañana empezó a clarear.
Ella se agitó en señal de
protesta y lo abrazó.
—No te vayas. No te lo
permitiré.
—Podría quedarme hasta que nos
descubra tu familia —bromeó Peter besándola en la cabeza—. Pero, sinceramente,
creo que sería mejor que buscáramos otra manera de comunicarles la noticia.
Si lo que pretendía era
despertarla de golpe, la verdad es que había escogido las palabras adecuadas.
La mención de su familia era la única cosa que podía conseguirlo. Ella lo miró
con los ojos muy abiertos.
—¡Oh, Peter! ¿Cómo vamos a...?
¿Qué vamos a...?
—Bueno, una cosa es segura, a Nico
no le importará.
—¡Seguro que no, pero mi madre
se morirá!
—No creo que el efecto que
produzca en tu madre sea tan drástico.
—¡Sí que lo será! Constituirá
una impresión terrible para ella. No la conoces tan bien como yo. El otro día
me habló acerca de lo que quería para mí y para Cande y acerca de su matrimonio
con papá y se sentía tan amargada respecto a todo que no te lo creerías. Peter,
si queremos que esté de nuestro lado, tendremos que planteárselo con cuidado,
si no le dará un ataque y nunca aprobará nuestra relación. Y no sabes cuánto
significa para mí que ella sea feliz.
—¡Chsss! Lo comprendo.
—Estupendo. Me alegro de...
—Espera. He dicho que lo
comprendo, no que esté de acuerdo.
—¿Con qué no estás de acuerdo?
—Quiero saber qué quieres
decir con planteárselo con cuidado.
—Creo que deberíamos ir
acostumbrándola a la idea en lugar de hacérselo tragar a la fuerza.
—Si fuera tan frágil como
pareces creer, no habría sobrevivido a treinta años de matrimonio con Nico. Y,
como te dije antes, estoy harto de juegos.
—Peter, por favor. De esta
forma será mucho más fácil para mí. Ya me estoy temiendo las lágrimas y las
discusiones. Y ella no se enfadará contigo, sino conmigo. —Lali titubeó antes
de añadir—: Y yo necesito tiempo tanto como ella. Tengo que acostumbrarme a la
idea de casarme contigo. Unas cuantas semanas de cortejo no nos harían daño a
ninguno de los dos.
Peter frunció el ceño con
impaciencia.
—¡Por favor! —pidió ella con
voz dulce.
—Si es eso lo que quieres, te
daré tiempo, pero pondré dos condiciones a tu pequeño plan. En primer lugar, te
doy dos semanas. Éste es el tiempo que mi paciencia puede aguantar. Haz lo que
puedas para preparar a tu madre y ordena las ideas en tu cabeza, pero dentro de
quince días, daremos la noticia a fin de poder empezar a planear la boda.
—¿Y la otra condición?
Peter deslizó un dedo desde la
base del cuello de Lali hasta la curva de su pecho.
—Los días serán tuyos. Si
quieres dedicarlos a la farsa del cortejo, así será, pero las noches serán
mías.
Los ojos de Lali chispearon
con malicia.
—Peter, todavía no estamos
prometidos. Si crees que te permitiré...
—¡Desde luego que estamos
prometidos! Y espero gozar de todos los derechos de los que disfrutan los
hombres prometidos.
—¿No has oído hablar de
esperar hasta la noche de bodas?
La mano de Peter se movió
posesivamente por el cuerpo de Lali.
—Dime que no me negarás tu
cama hasta entonces, Lali. Si no lo haces, te obligaré a contarlo todo.
El placer de sus caricias casi
consiguió que Lali se olvidara de lo que quería decirle. Sin embargo, si su
relación iba a ser de igual a igual, no podía permitirle que le diera órdenes
con tanta ligereza.
—Claro que no te la negaré
—respondió ella colocando su mano encima de la de Peter y deteniendo su
movimiento—, pero yo también tengo una condición para ti.
Peter arqueó las cejas en un
gesto sarcástico.
—¿Ah, sí?
—No quiero que le cuentes a
papá lo de nuestro compromiso.
—¿Por qué no? —preguntó él en
tono molesto.
—Porque él no sabe guardar un
secreto. ¡Ya sé lo que vas a decir, que cuando se trata de negocios sí que es
capaz! Pero esto no es un negocio y cuando el secreto está relacionado con la
vida personal de alguien, entra por su oreja y al poco sale por su boca.
Además, él no es la persona con más tacto del mundo, como tú bien sabes.
—Está bien, está bien. No se
lo diré. Pero sí descubro que se lo has contado a alguien a mis espaldas..., a Candela,
por ejemplo... —Peter se interrumpió al ver que Lali se reía por lo bajo a
causa de sus quejas—. ¿Le importaría explicarme qué es lo que le divierte
tanto, señorita?
—Hace unas semanas, nunca
habría imaginado que estaríamos discutiendo acerca de algo como esto. Pero
tengo que creer que es real, porque está sucediendo. ¿Qué me has hecho, Peter?
—Me he enamorado de ti
—contestó él.
No había nada incierto en su
amor, nada retenido u oculto. Lali, temblorosa, sonrió y lo besó en los labios.
—Me preocupa ser tan feliz.
Él se inclinó sobre ella con
una expresión muy seria en el rostro.
—No hay nada de que
preocuparse.
Ella miró más allá de Peter,
hacia la puerta, que estaba cerrada.
—Las personas, los sucesos, el
futuro... ¿Qué ocurriría si todo esto se interpusiera entre nosotros? ¿Qué
ocurriría si algo que no podernos controlar nos separara?
Unas amenazas sin nombre les
esperaban más allá de aquellas cuatro paredes. Unas amenazas que pondrían a
prueba su recién estrenada unión. Lali deslizó la mano por el pecho de Peter
hasta que sintió el latido vital de su corazón. Peter cubrió su mano con la de
él y la apretó con más firmeza contra su pecho.
—Cree en mí —declaró Peter con
voz grave—. Cree en mi fortaleza. No permitiré que nada nos separe. En estos
momentos, ni siquiera tú podrías alejarme de ti. Nadie en el mundo podría
llenar el espacio que tú ocupas. Si no te hubiera conocido, me pasaría la vida
esperando a que aparecieras. ¿Crees en lo que te digo?
Lali se acordó de un anciano,
solo y harapiento, que estaba de pie bajo la lluvia.
—Sí —susurró ella, y se abrazó
a él, pues necesitaba eliminar la distancia que había entre ellos.
Lali se esforzó en derrumbar
el último bastión de su interior. Las palabras «te amo» quedaron atrapadas en
su garganta, suplicando ser liberadas. Ella quería decírselo a Peter, quería
demostrarle que ella también lo amaba tal y como él le había mostrado. Sin
embargo, no podía entregar ese último pedazo de su corazón. Peter no pareció
notar su reserva, pero Lali era muy consciente de ella e intentó compensarla
con una reacción generosa de su cuerpo.
La boca de Peter se aplastó
contra la de ella en un beso que envió un estampido de excitación por su cuerpo
y todos los pensamientos racionales de Lali se disolvieron en un aluvión de
éxtasis. Peter la tomó con una pasión devoradora, sin tregua, sin descanso,
penetrándola como si su hambre nunca pudiera ser saciada. Su boca jugó sin
cesar sobre ella, transformando sus jadeos en sonidos apenas perceptibles. Lali
se entregó a su posesión comprendiendo por fin lo incompleta que era sin él. De
una forma pausada, él la llevó a un nuevo plano de sensaciones donde la
conciencia de la propia identidad le fue arrebatada y Lali quedó al descubierto
ante él. Lali exhaló un murmullo incoherente, lo rodeó con los brazos y adaptó
su fuego al de él.
Cuando Peter se levantó para
marcharse, Lali apenas se movió. Estaba demasiado agotada para sentir el último
beso, la última caricia. Parecía que sólo habían pasado unos minutos cuando oyó
voces en la planta de abajo. El amanecer había llegado y la luz entró por las
ventanas de su habitación. Lali se tapó la cabeza con la almohada intentando
conseguir unos minutos más de sueño y entonces su cuerpo se relajó.
Continuará...
+10 :)
Massssss :)
ResponderEliminarincreíble estos capítulos dani me encantaron
ResponderEliminarno me quedan dudas de que mariana estuvo con peter pero sus sentimientos habrán sido verdaderos?
ResponderEliminarporque los de lali sí lo son
ResponderEliminarquiero más!
ResponderEliminarasi es como se descuidan y matan a nico
ResponderEliminarAyy me derrito de ternura
ResponderEliminarMe da miedo lo q pueda pasar llorooo
Maasss
Más!
ResponderEliminar10!
ResponderEliminarSi k aprovecharon bien la noche!!!
ResponderEliminarJajjajajaja,k relajada se quedó Lali
ResponderEliminarCuando comenzó a indagar sobre las mujeres d Peter ,pensé k no lo soportaría.
ResponderEliminarLas voces d la planta baja....problemas seguro.
ResponderEliminarmaaaaas
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