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viernes, 8 de mayo de 2015

Capítulo - 29



Lali fue la primera en moverse. Con somnolencia, deslizó el brazo por los hombros de Peter y se colocó encima de él. Sus ojos brillantes y su pelo alborotado la hacían parecer un gatito curioso y Peter torció la boca divertido mientras deslizaba la mano por la curvatura de la espalda de ella.

—¿Peter?

—¿Qué?

—¿Todavía visitas a la mujer de Blue Ridge?

Él sonrió compungido y le cogió la cara con las manos.

—Tus preguntas siempre me sorprenden.

—¿Y bien?

—Hace mucho tiempo que no voy a verla. No he estado con ninguna mujer desde que me di cuenta de que te quería. —De una forma distraída, Peter jugueteó con el pelo de Lali, entrelazándolo con sus dedos, deslizando las puntas por su cara y disfrutando de su suavidad—. Tú has absorbido todo mi interés y mi deseo desde hace semanas y no quedaba nada para nadie más.

Lali odiaba la idea de que estuviera con otra mujer. A pesar de sus palabras tranquilizadoras, no podía evitar sentirse celosa. No quería que él tuviera recuerdos de otras mujeres y de los placeres que ellas le habían proporcionado. ¿Pensaba en ella de una forma distinta a como pensaba en las demás? ¿Hacer el amor con ella había sido diferente a hacerlo con las otras mujeres? Sus pensamientos volvieron a la mujer de Blue Ridge.

—¿La querías?

—No la conocía lo suficiente para quererla.

—Pero tú y ella...

—Disfrutábamos de nuestra compañía mutua en la cama, pero conocer a una persona implica mucho más que estar familiarizado con su cuerpo.

Lali nunca había pensado a fondo en lo que sería hacer el amor con alguien a quien uno no quería.

—¿Al menos te gustaba?

—Supongo que podríamos decir que éramos amigos, pero ninguno de nosotros quería nada más que esto. Yo no quería saber qué había en su corazón y a ella le ocurría lo mismo conmigo.

Peter guardó silencio permitiendo que Lali reflexionara acerca de lo que le había contado y contuvo el impulso que sentía de abrazarla con fuerza.

—¡Qué relación tan fría!

La expresión de Lali era una mezcla de desagrado y confusión.

—En cierto sentido sí que lo era.

—¿En qué sentido? —preguntó ella cada vez más irritada.

—Después de hacer el amor, siempre nos quedábamos en silencio. No teníamos nada de qué hablar, nada que compartir. La satisfacción que obteníamos en nuestros encuentros era superficial, no perduraba.

—Superficial o no, es evidente que ella tenía algo que te hacía volver en busca de más. Porque acudiste a ella más de una vez, ¿no?

Peter guardó silencio y se preguntó qué había detrás de las preguntas de Lali. Quizá se trataba de una inseguridad que surgía en forma de sarcasmo. ¿Acaso tenía miedo de que él la comparara con la mujer con la que se acostaba antes?

—¿Por qué no dices nada? —preguntó Lali malhumorada—. ¿Estás demasiado ocupado contando las veces que estuviste con ella?

Durante un breve instante, Peter se debatió entre la simpatía y una especie de resentimiento. Él no era un caballero con una armadura brillante y nunca lo sería. Peter percibió la desilusión en la voz de Lali conforme ella se daba cuenta de este hecho, pero Lali tenía que aceptarlo como era, incluidas sus imperfecciones.

—Yo nunca he fingido que mi vida fuera perfecta, Lali. Soy un hombre con las mismas necesidades que todos los demás. Yo he vivido y esto incluye haber estado con otras mujeres.

—¿Cuántas? ¿Yo soy la tercera, la cuarta? ¿La número veinte, la cincuenta?

—Yo no he realizado una marca en mi cinturón por cada una de las mujeres con las que he estado. Y nunca he poseído a una mujer con el objetivo de superar mi récord. He estado con una mujer cuando lo he necesitado. A veces, la conocía y otras, no, pero esto no era importante. Sin embargo, tú eres la única de la que he estado enamorado.

Lali permaneció en silencio durante largo rato y Peter no pudo adivinar sus pensamientos. Al final, Lali habló con voz queda y sin el menor rastro de irritación.

—¿Alguna vez piensas en alguna de ellas?

—No. La verdad es que no me acuerdo mucho del tiempo que pasé con ellas.

Lali frunció el ceño y deslizó un dedo por el contorno de la clavícula de Peter.

—Si después de esta noche no volvieras a verme, ¿hasta qué punto te acordarías de lo que ha sucedido?

—Me acordaría de todos los detalles —respondió él con gravedad—, de cada segundo, de todo lo que has dicho, de todas tus caricias y de todos los sonidos que has proferido hasta el día de mi muerte.

Lali se ruborizó y apoyó la mejilla en el pecho de Peter.

—Peter, ¿te importa que no tenga experiencia? Yo no sabía qué querías...

Peter la hizo rodar hasta que quedó apoyada en la espalda y silenció sus palabras con un largo beso. Cuando levantó la cabeza, su voz sonó quebrada.

—Lo que ha sucedido entre nosotros minutos atrás hace que todo lo que he vivido hasta ahora haya empalidecido. —Peter se interrumpió embelesado por la tímida sonrisa que curvaba los labios de Lali—. Aunque seas una novata, debo decir que, prácticamente, me has dejado extenuado. No sé cómo sobreviviré cuando tengas un poco más de experiencia.

—Sólo tendrás que sonreír y aguantar —respondió ella, y Peter rió entre dientes mientras unía de nuevo su boca a la de ella.

Las horas pasaron volando y, al final, Lali empezó a temer el momento en que Peter tuviera que dejarla. Lo único que les quedaba era unos minutos preciosos, meros pedazos, virutas de tiempo, mientras que ambos ansiaban mucho más. Durante la noche, estuvieron charlando, medio adormecidos, durmiéndose y despertándose, y cada vez que Lali se despertaba, redescubría la bendición de estar acurrucada junto a Peter con sus brazos rodeándola con firmeza. En algunos momentos, sentía como si él pudiera ver a través de su alma. Y tanto si estaban enlazados en un deseo frenético o en un agotamiento placentero, el sentido de unidad seguía siendo el mismo.

—Tendré que irme pronto —declaró Peter cuando la mañana empezó a clarear.

Ella se agitó en señal de protesta y lo abrazó.

—No te vayas. No te lo permitiré.

—Podría quedarme hasta que nos descubra tu familia —bromeó Peter besándola en la cabeza—. Pero, sinceramente, creo que sería mejor que buscáramos otra manera de comunicarles la noticia.

Si lo que pretendía era despertarla de golpe, la verdad es que había escogido las palabras adecuadas. La mención de su familia era la única cosa que podía conseguirlo. Ella lo miró con los ojos muy abiertos.

—¡Oh, Peter! ¿Cómo vamos a...? ¿Qué vamos a...?

—Bueno, una cosa es segura, a Nico no le importará.

—¡Seguro que no, pero mi madre se morirá!

—No creo que el efecto que produzca en tu madre sea tan drástico.

—¡Sí que lo será! Constituirá una impresión terrible para ella. No la conoces tan bien como yo. El otro día me habló acerca de lo que quería para mí y para Cande y acerca de su matrimonio con papá y se sentía tan amargada respecto a todo que no te lo creerías. Peter, si queremos que esté de nuestro lado, tendremos que planteárselo con cuidado, si no le dará un ataque y nunca aprobará nuestra relación. Y no sabes cuánto significa para mí que ella sea feliz.

—¡Chsss! Lo comprendo.

—Estupendo. Me alegro de...

—Espera. He dicho que lo comprendo, no que esté de acuerdo.

—¿Con qué no estás de acuerdo?

—Quiero saber qué quieres decir con planteárselo con cuidado.

—Creo que deberíamos ir acostumbrándola a la idea en lugar de hacérselo tragar a la fuerza.

—Si fuera tan frágil como pareces creer, no habría sobrevivido a treinta años de matrimonio con Nico. Y, como te dije antes, estoy harto de juegos.

—Peter, por favor. De esta forma será mucho más fácil para mí. Ya me estoy temiendo las lágrimas y las discusiones. Y ella no se enfadará contigo, sino conmigo. —Lali titubeó antes de añadir—: Y yo necesito tiempo tanto como ella. Tengo que acostumbrarme a la idea de casarme contigo. Unas cuantas semanas de cortejo no nos harían daño a ninguno de los dos.

Peter frunció el ceño con impaciencia.

—¡Por favor! —pidió ella con voz dulce.

—Si es eso lo que quieres, te daré tiempo, pero pondré dos condiciones a tu pequeño plan. En primer lugar, te doy dos semanas. Éste es el tiempo que mi paciencia puede aguantar. Haz lo que puedas para preparar a tu madre y ordena las ideas en tu cabeza, pero dentro de quince días, daremos la noticia a fin de poder empezar a planear la boda.

—¿Y la otra condición?

Peter deslizó un dedo desde la base del cuello de Lali hasta la curva de su pecho.

—Los días serán tuyos. Si quieres dedicarlos a la farsa del cortejo, así será, pero las noches serán mías.

Los ojos de Lali chispearon con malicia.

—Peter, todavía no estamos prometidos. Si crees que te permitiré...

—¡Desde luego que estamos prometidos! Y espero gozar de todos los derechos de los que disfrutan los hombres prometidos.

—¿No has oído hablar de esperar hasta la noche de bodas?

La mano de Peter se movió posesivamente por el cuerpo de Lali.

—Dime que no me negarás tu cama hasta entonces, Lali. Si no lo haces, te obligaré a contarlo todo.

El placer de sus caricias casi consiguió que Lali se olvidara de lo que quería decirle. Sin embargo, si su relación iba a ser de igual a igual, no podía permitirle que le diera órdenes con tanta ligereza.

—Claro que no te la negaré —respondió ella colocando su mano encima de la de Peter y deteniendo su movimiento—, pero yo también tengo una condición para ti.

Peter arqueó las cejas en un gesto sarcástico.

—¿Ah, sí?

—No quiero que le cuentes a papá lo de nuestro compromiso.

—¿Por qué no? —preguntó él en tono molesto.

—Porque él no sabe guardar un secreto. ¡Ya sé lo que vas a decir, que cuando se trata de negocios sí que es capaz! Pero esto no es un negocio y cuando el secreto está relacionado con la vida personal de alguien, entra por su oreja y al poco sale por su boca. Además, él no es la persona con más tacto del mundo, como tú bien sabes.

—Está bien, está bien. No se lo diré. Pero sí descubro que se lo has contado a alguien a mis espaldas..., a Candela, por ejemplo... —Peter se interrumpió al ver que Lali se reía por lo bajo a causa de sus quejas—. ¿Le importaría explicarme qué es lo que le divierte tanto, señorita?

—Hace unas semanas, nunca habría imaginado que estaríamos discutiendo acerca de algo como esto. Pero tengo que creer que es real, porque está sucediendo. ¿Qué me has hecho, Peter?

—Me he enamorado de ti —contestó él.

No había nada incierto en su amor, nada retenido u oculto. Lali, temblorosa, sonrió y lo besó en los labios.

—Me preocupa ser tan feliz.

Él se inclinó sobre ella con una expresión muy seria en el rostro.

—No hay nada de que preocuparse.

Ella miró más allá de Peter, hacia la puerta, que estaba cerrada.

—Las personas, los sucesos, el futuro... ¿Qué ocurriría si todo esto se interpusiera entre nosotros? ¿Qué ocurriría si algo que no podernos controlar nos separara?

Unas amenazas sin nombre les esperaban más allá de aquellas cuatro paredes. Unas amenazas que pondrían a prueba su recién estrenada unión. Lali deslizó la mano por el pecho de Peter hasta que sintió el latido vital de su corazón. Peter cubrió su mano con la de él y la apretó con más firmeza contra su pecho.

—Cree en mí —declaró Peter con voz grave—. Cree en mi fortaleza. No permitiré que nada nos separe. En estos momentos, ni siquiera tú podrías alejarme de ti. Nadie en el mundo podría llenar el espacio que tú ocupas. Si no te hubiera conocido, me pasaría la vida esperando a que aparecieras. ¿Crees en lo que te digo?

Lali se acordó de un anciano, solo y harapiento, que estaba de pie bajo la lluvia.

—Sí —susurró ella, y se abrazó a él, pues necesitaba eliminar la distancia que había entre ellos.

Lali se esforzó en derrumbar el último bastión de su interior. Las palabras «te amo» quedaron atrapadas en su garganta, suplicando ser liberadas. Ella quería decírselo a Peter, quería demostrarle que ella también lo amaba tal y como él le había mostrado. Sin embargo, no podía entregar ese último pedazo de su corazón. Peter no pareció notar su reserva, pero Lali era muy consciente de ella e intentó compensarla con una reacción generosa de su cuerpo.

La boca de Peter se aplastó contra la de ella en un beso que envió un estampido de excitación por su cuerpo y todos los pensamientos racionales de Lali se disolvieron en un aluvión de éxtasis. Peter la tomó con una pasión devoradora, sin tregua, sin descanso, penetrándola como si su hambre nunca pudiera ser saciada. Su boca jugó sin cesar sobre ella, transformando sus jadeos en sonidos apenas perceptibles. Lali se entregó a su posesión comprendiendo por fin lo incompleta que era sin él. De una forma pausada, él la llevó a un nuevo plano de sensaciones donde la conciencia de la propia identidad le fue arrebatada y Lali quedó al descubierto ante él. Lali exhaló un murmullo incoherente, lo rodeó con los brazos y adaptó su fuego al de él.

Cuando Peter se levantó para marcharse, Lali apenas se movió. Estaba demasiado agotada para sentir el último beso, la última caricia. Parecía que sólo habían pasado unos minutos cuando oyó voces en la planta de abajo. El amanecer había llegado y la luz entró por las ventanas de su habitación. Lali se tapó la cabeza con la almohada intentando conseguir unos minutos más de sueño y entonces su cuerpo se relajó.

Continuará...

+10 :)

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