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domingo, 3 de mayo de 2015

Capítulo - 13



Aunque las diferencias que existían entre su vida anterior y la que estaba viviendo en aquel momento podían hacerle cierta gracia, a Lali algunas cosas le resultaban difíciles de sobrellevar. Nunca antes había deseado ser un hombre ni había sentido envidia por la libertad que ellos disfrutaban. Lali se esforzaba en refrenar sus impulsos naturales e imitar el ejemplo de Emilia y de Candela. ¡Pero en aquel mundo había tantas cosas que no podía hacer o decir..., tantas cosas que le eran vedadas!

En aquel mundo las mujeres tenían que ser sencillas y no tener pretensiones. Lali tenía que esforzarse en no protagonizar más que un pequeño porcentaje de las conversaciones durante las comidas. A los hombres no les gustaba que las mujeres interrumpieran sus conversaciones de negocios aunque tuvieran algo importante que decir.

Los hombres podían ser directos respecto a lo que querían, pero las mujeres tenían que conseguirlo de una forma indirecta y con hábiles maniobras. La forma de actuar de las mujeres era mediante conversaciones susurradas y movimientos pausados y discretos y cuando tenían que reprobar o corregir algo tenían que hacerlo con voz afectuosa. En aquel mundo ella podía ser franca y directa con los niños, los sirvientes y las demás mujeres, pero nunca con un hombre. Con los hombres tenía que reprimirse, esbozar sonrisas tontas y hablar con indecisión. Lali había descubierto que incluso Nicolás resultaba más accesible cuando ella se mostraba tímida y dulce con él, pero si Lali actuaba como si fuera ella quien llevara los pantalones, él la amenazaba con encerrarla en su habitación.

Algo que ella nunca había esperado era su creciente deseo de disfrutar de compañía masculina. En aquel mundo había una gran separación entre los sexos, un hecho que tanto los hombres como las mujeres daban por sentado. Sin embargo, ella había crecido en una época distinta en la que los hombres y las mujeres interactuaban continuamente como amigos, compañeros y, a veces, como socios profesionales.

Pero allí no. En aquella época no. Allí Lali se veía relegada a una existencia mayoritariamente poblada por mujeres que llenaban sus días cuidando a los niños, intercambiando secretos femeninos y creando amistades íntimas entre ellas. Lali enseguida se cansó de las conversaciones acerca de los partos, los cortejos, los niños y el matrimonio. En aquel entorno de mujeres, los hombres jugaban un papel secundario, aparecían a la hora de la cena, daban palmaditas en el hombro a los niños y contestaban a las preguntas de las mujeres con monosílabos.

Cuando el marido de una vecina o de una prima de la familia se iba de viaje, ella se quedaba en el rancho Sunrise durante una o varias semanas compartiendo con las mujeres de la casa el contenido de las cartas que recibía y los cotilleos, cosiendo y hablando acerca de la familia. En aquel mundo, las mujeres no tenían un papel propio, salvo como esposas de un hombre. Sólo en la compañía de otras mujeres, éstas disfrutaban de privilegios y autoridad propios. Las hijas imitaban a las madres y a sus hermanas mayores hasta que podían reproducir el mismo tipo de conducta, las mismas costumbres y la misma forma de interrelacionarse.

A veces, Lali buscaba la compañía de Peter por el mero placer de discutir y liberarse de su frustración y, en este sentido, él siempre la complacía. Peter discutía con ella acerca de cualquier tema y no se reprimía ni le hablaba con la amable condescendencia que empleaban los demás hombres cuando hablaban con una mujer. Ser tratada como un ser humano constituía un alivio a pesar de que Peter fuera sarcástico e hiriente. Sus discusiones se habían convertido en actos de complicidad que desarrollaban a espaldas de los demás. Si alguien descubriera sus peleas, de una u otra forma las impediría y ella no quería que esto sucediera. En cierto sentido, Peter se había convertido en su tabla de salvación.

Aunque pasaban mucho tiempo juntos, Lali todavía sabía poco acerca de él. Peter acompañaba a Lali y a Candela cuando iban al pueblo, encontraba tiempo para contemplar, con Nicolás y Lali, la doma de algún que otro caballo e incluso acompañó al muchacho de los puntos de seda rosa a la casa para que le agradeciera personalmente a Lali lo que había hecho por él. Peter también acompañaba a Lali al Double Bar las mañanas que ella iba a encontrarse con Benjamín. De vez en cuando, el sexto sentido de Lali la impulsaba a darse la vuelta y entonces descubría que Peter estaba cerca, observándola como un gato a un ratón, mirando Dios sabía qué.

Un día, Lali separó unos centímetros las cortinas de encaje del salón y contempló las escaleras del porche. Casi había anochecido. Procedentes de la habitación contigua le llegaban los sonidos de los platos al ser retirados de la mesa y el murmullo de unas voces. Una figura corpulenta estaba sentada en los escalones del porche de espaldas a ella y liaba un cigarrillo con tabaco y una farfolla de maíz. Se trataba de Gastón. Lali tenía muchas ganas de salir a hablar con él, aunque no sabía qué decirle ni qué preguntarle. ¿Por qué estaba sentado allí? Parecía que estuviera esperando algo.

Mientras Lali lo observaba, él volvió la cabeza con lentitud y la miró a través de la ventana. Los últimos rayos del atardecer iluminaron su rostro. Los ojos de ambos se encontraron y ella contuvo el aliento. Lali percibió algo en su mirada, una sabiduría que casi la hizo sentirse mareada. Él la conocía. La miraba como si la conociera y supiera que ella no era Mariana. Estaba casi convencida de que él lo sabía. El nerviosismo circuló por sus venas.

—¿Qué estás mirando?

Al oír la voz de Peter, Lali dio media vuelta con rapidez. Él estaba apoyado en el marco de la puerta y tenía sus largas piernas cruzadas.

—Nada —contestó ella con sequedad mientras soltaba la cortina.

Peter sonrió con lentitud, se acercó a la ventana y miró al exterior. Gastón estaba otra vez de espaldas a la casa y la silueta de su cuerpo se recortaba en el cielo del anochecer.

—Gastón, un personaje interesante —comentó Peter—. Es un auténtico vago, pero sus historias son tan buenas que no tuvimos más remedio que contratarlo. En realidad, vale su peso en oro.

—No te he pedido tu opinión.

De repente, Lali se decidió y salió de la habitación rozando a Peter camino de la puerta. Él hundió las manos en los bolsillos y la siguió.

Cuando Lali salió al porche, Gastón se volvió hacia ella y sonrió levemente mientras la saludaba con un movimiento de la cabeza.

—Señor Gastón —lo saludó ella con nerviosismo mientras entrelazaba los dedos de las manos. Sus ojos eran tan oscuros que ella percibió en ellos su propio reflejo—. ¿Le importa si me siento con usted un minuto?

—No, claro. Por favor.

Gastón realizó un gesto alentador y ella percibió amabilidad en su rostro. Gastón tenía el pelo rubio y chafado por haber llevado el sombrero puesto durante todo el día, y la piel curtida por los años que había trabajado a la luz del sol. Era de constitución baja y sólida. Sus manos eran toscas y recias debido a la dureza del trabajo que había realizado a lo largo de su vida y descansaban sobre sus rodillas dobladas.

Lali se sentó junto a él en silencio y rodeó sus rodillas con sus brazos sin importarle el daño que los ásperos escalones podían ocasionar a su vestido. Peter se sentó en el último escalón con actitud negligente y simuló que no se daba cuenta de que era evidente que Lali deseaba que se fuera.

—Hay algo de lo que me gustaría hablar con usted —declaró Lali a Gastón.

A continuación, se interrumpió confundida. No sabía cómo continuar. ¿Qué esperaba aprender de él con exactitud? ¿Qué le había contado Alelí acerca de él? «Él tenía ideas propias acerca de las cosas. A todos les gustaba escuchar sus historias. Él podía predecir el futuro. Podía hacer que las cosas más extraordinarias parecieran normales... »

Gastón sonrió como si pudiera leer los pensamientos de Lali, cogió un pedazo de cuerda de cáñamo del suelo y la enrolló con calma.

—Mire el cielo —declaró mientras lo señalaba con el extremo de la cuerda—. Es tan claro que se ven todas las estrellas. Las noches como ésta me hacen pensar. Cien años atrás, la gente contemplaba estas mismas estrellas y lo más probable es que pensaran las mismas cosas acerca de ellas que nosotros pensamos en este momento. Y cien años a partir de ahora la gente seguirá mirándolas. Las estrellas nunca cambian.

—Parece usted supersticioso —comentó Lali titubeante.

—¿Supersticioso? Sí, señorita. He visto y he oído cosas que convertirían en supersticioso a cualquier hombre que estuviera en su sano juicio.

Gastón arrastraba las palabras con el típico acento de Tejas.

Mientras lo observaba, una esperanza incontrolable creció en el corazón de Lali. La comprensión que percibía en Gastón no era el resultado de una mera ilusión. Si la intuición existía, en aquellos momentos la suya la empujaba a formular a Gastón ciertas preguntas. Él tenía las respuestas. Lali apostaría algo a que así era.

—Entonces, ¿cree que pueden ocurrir cosas que no responden a ninguna lógica? ¿Cosas que parece que han sido sacadas de un libro de cuentos?

—Desde luego. A lo largo de mi vida he visto muchos milagros. El problema es que la gente no los considera milagros. —Gastón percibió la expresión cínica de Peter y sonrió—. Éste, por ejemplo —declaró mientras señalaba a Peter—. Él es uno de ésos. Si no entiende algo, intentará encontrar una explicación convincente que lo explique.

—Pero esto no significa que los milagros no existan —razonó Lali.

Gastón le sonrió.

—Verá usted...

La risa burlona de Peter lo interrumpió.

—Sea lo que sea, lo que es seguro es que creer en cosas de magia como los milagros y los duendes no ayuda a nadie.

—No estamos hablando de duendes —replicó Lali enojada por su interrupción—. Pero si quieres hablar de ellos con el señor Gastón, ven más tarde. Ahora estoy manteniendo una conversación privada con él y, si no piensas irte, al menos guarda silencio.

Peter sonrió, se incorporó y se limpió el polvo de la parte trasera de sus tejanos. Sin duda pensaba que ella se estaba permitiendo unos momentos de pura fantasía y él no estaba en absoluto interesado en compartirlos.

—Está bien, los dejaré hablar de trucos y magia. Yo tengo que cambiar las cuerdas de la guitarra.
Lali contempló con preocupación cómo se alejaba a largos pasos y suspiró.

—Quiero formularle una pregunta. Me sentía ridícula hablando de estas cosas delante de él. Se trata de una pregunta acerca del tiempo.

—¿El tiempo? Debo reconocer que no sé mucho sobre esta cuestión, señorita Mariana. —Gastón sonrió—. Salvo que pasa muy deprisa y que, sin duda, me gusta malgastarlo.

—He estado pensando acerca de las cosas que han ocurrido en el pasado y sobre la posibilidad de... bueno, de regresar al pasado y cambiarlas.

—Sin duda esto constituiría un milagro. Y de los grandes.

—¿Cree que el tiempo podría funcionar de esta manera?

Lali se ruborizó al darse cuenta de lo ridícula que sonaba su idea, pero a Gastón no pareció sorprenderle.

—¿Usted cree que funciona de esta manera, señorita Mariana?

—No estoy segura. El tiempo no es más que horas y minutos. Así es como lo he visto siempre. El ahora es el ahora y el ayer, el ayer, y no hay vuelta atrás. Todo el mundo piensa igual.

—No todo el mundo.

—Yo empiezo a pensar de otra forma, como si el tiempo fuera una distancia que pudiera recorrerse. Como si existiera una carretera entre el ayer y el ahora. ¿Qué opina usted?

Los ojos claros de Gastón resplandecieron.

—Veamos si podemos encontrarle un sentido a todo esto. Ahora mismo todos nos desplazamos hacia delante en el tiempo. Sin embargo, ¿si podemos desplazarnos hacia delante, no cree que también podemos desplazarnos hacia atrás?

—Sí, sí que lo creo. ¿Entonces usted cree que alguien podría retroceder en el tiempo? ¿Cree de verdad que esto es posible?

—Sí, señorita. Esta posibilidad constituye una certeza para mí, claro que a mí me gusta creer en estas cosas.

—A mí también —contestó ella en voz baja.

—De todos modos, yo diría que no sucede muy a menudo. No muchas personas merecen una segunda oportunidad.

—¿Qué quiere decir con una segunda oportunidad?

—Bueno, el objetivo de volver atrás en el tiempo es éste, ¿no? Tener una segunda oportunidad. ¿Por qué habría alguien de volver al pasado si no?

—Para cambiar algo que hicieron otras personas.

Gastón se encogió de hombros.

—Es posible, pero yo opino que cada uno debe ocuparse de sus propios asuntos. —Gastón se calló y lanzó a Lali una mirada furtiva—. Imaginemos que alguien pudiera volver atrás en el tiempo. Alguien como usted, por ejemplo. ¿Qué cosa que no fuera algo que hizo usted misma podría cambiar en el pasado?

—¿Y si regresara en el tiempo a una época anterior a mi nacimiento?

Gastón inclinó la cabeza en actitud reflexiva.

—No sé si esto sería posible.

—¿No cree que podría viajar en el tiempo a una época anterior a mi nacimiento? Entonces, ¿en su opinión, una persona sólo podría desplazarse a lo largo de su propia vida?

Él sonrió y se encogió de hombros.

—Todo esto se está convirtiendo en algo demasiado complicado para mí.

—Para mí también —declaró Lali mientras exhalaba un suspiro de resignación. A continuación, se incorporó con cansancio—. Gracias de todos modos. Me ha dado algo en lo que pensar. ¡Ah, y... por favor, no le cuente a nadie lo que hemos estado hablando! Sobre todo a Peter.

—No, señorita Mariana —respondió él con una sonrisa circunspecta.

Lali, preocupada, se dio la vuelta y se dirigió al corral.


«No creo que tenga razón en todo lo que ha dicho. Yo sé que no pertenezco a este tiempo. Yo nací en 1910. Mariana fue la primera en nacer, no yo. A menos que... A menos que yo sea, en realidad, Mariana Espósito.»

Continuará... 

+10 :o

11 comentarios:

  1. ++++++
    Esta novela va volverme pelotuda jajja jajja
    @x_ferreyra7

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  2. Interesantísimooooo!!!
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  3. "¿Qué cosa que no fuera algo que hizo usted misma podría cambiar en el pasado?" ...... Listo, chau! Esto me asegura que Mariana tuvo que ver con la muerte de Nicolas, tal vez no lo hizo ella porque desapareció antes pero seguro que ayudo a planearlo, ya estoy segura o casi segura jajajaja

    Ahora lo de que ella tal vez podría ser la verdadera Mariana Esposito, eso si que me confunde, porque es verdad que ella nació después, cómo podría ser ella la verdadera Mariana? Aparte Lali no se adapta a esa época, no sé.....si Lali en verdad pertenece a ese tiempo, que pasa con Mariana? Ella dónde queda?

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  4. Un intringulis completo.

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