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martes, 12 de mayo de 2015

Capítulo - 41



—¡No! —jadeó Lali, y se puso en movimiento de una forma repentina intentando liberarse de los brazos de Peter.

Peter, sorprendido por la explosión de movimiento, sujetó los agitados brazos de Lali e intentó inmovilizarla.

—Lali, ¿qué demonios te ocurre? —soltó Peter.

—Suéltame —gritó ella empalideciendo—. Por favor, Peter... ve a la casa. Nicolás... ¡Oh, Dios mío, papá...!

—No le pasa nada. Está sano y salvo. Lali, por el amor de Dios, tranquilízate.

—¡Por favor! —pidió ella mientras rompía a llorar y sentía como si el corazón fuera a salírsele del pecho—. ¡Tenemos que ayudarlo!

Al percibir el terror en su mirada, Peter renegó y la soltó, cogió los tejanos y se los puso de un tirón. Ella buscó, gateando y con manos temblorosas, su vestido. Antes de que pudiera ponérselo, Peter ya había llegado a la puerta.

Una nube cubrió la luna y atenuó su luz, aunque Peter tuvo tiempo de ver el contorno de una figura encogida cerca de las escaleras del porche. De repente, lo invadió el mismo miedo que se había apoderado de Lali, echó a correr hacia la casa y se dejó caer sobre las rodillas cuando llegó junto al cuerpo. Se trataba de Robbie Keir, el muchacho que tenía que estar vigilando la casa. Estaba inconsciente. Alguien lo había golpeado en la cabeza con un objeto contundente.

Peter se puso de pie y empalideció.

—¡Cielo santo! —exclamó y subió las escaleras en dos zancadas.

Atravesó el porche a toda prisa y abrió la puerta principal. Nada más entrar en la casa, el dolor explotó en el interior de su cabeza, como si se hubiera producido un estallido de luz brillante. Peter se desplomó sin pronunciar ningún sonido.


Lali se abotonó el vestido de cualquier modo, salió del cobertizo y corrió descalza hacia la casa con el pelo suelto flotando detrás de ella. Tenía la sensación de que los metros que separaban las dos edificaciones se habían convertido en kilómetros. «¡No permitas que le haya sucedido nada!», pidió con fervor. Debería haberse quedado en su dormitorio. No debería haber ido al cobertizo de Peter, no cuando Nicolás todavía corría peligro. Aquello no podía estar ocurriendo de verdad, seguro que tenía una pesadilla, como en tantas otras ocasiones. Lali se sintió pequeña y aterrorizada, como una niña que se enfrenta a un miedo demasiado grande para comprenderlo. Lo único que podía tranquilizarla era ver a Nicolás sano y salvo y riéndose de su miedo.

Cuando vio al muchacho en el suelo, con un brazo estirado y el otro doblado alrededor de la cabeza, Lali aminoró el paso. El terror le pesaba como si llevara una gran carga. Sin siquiera pararse a examinar el cuerpo inmóvil del vaquero, Lali se dirigió a la puerta de la casa, que estaba entreabierta. Encontró a Peter justo al otro lado de ésta. Su bronceado torso se confundía con el color oscuro de la alfombra. Lali se acuclilló a su lado, contuvo las lágrimas y lo examinó hasta que sintió una humedad cálida en la base de su cráneo. Cuando Lali le tocó la hinchada herida, Peter se agitó, gimió y parpadeó.

Lali oyó un ruido metálico que procedía de la cocina. Alguien salía de la casa por allí. Lali miró en la dirección del ruido y se levantó sin ser apenas consciente de lo que estaba haciendo. Respirando con dificultad, corrió escaleras arriba, hacia los dormitorios. Hizo caso omiso de los sonidos que producía su familia al despertarse. La puerta del dormitorio de Stéfano se abrió. Y también la de Candela. Unas voces somnolientas le preguntaban qué ocurría, pero ella no habló ni se detuvo a mirarlos, sino que entró, directamente, en el dormitorio de Nicolás dejando la puerta medio abierta. Aunque la habitación estaba a oscuras, Lali percibió el brillo de los ojos de Nicolás, quien estaba tumbado de lado en la cama.

—¿Papá?

Nicolás no contestó. La amenaza de las lágrimas desapareció cuando todo se heló en el interior de Lali. Se dirigió a la cómoda e intentó encender la lámpara, pero temblaba demasiado. Lali se mordió el labio inferior hasta que le hizo daño y volvió a intentarlo. El tenue brillo de la llama iluminó la habitación. Lali se dio la vuelta hacia la cama y vio el cuerpo inmovilizado en plena convulsión de Nicolás. A pesar de la luz dorada de la lámpara, su rostro tenía un tono blanco azulado. No necesitaba acercarse para saber que era demasiado tarde para reavivarlo. Algo más profundo que la pena se extendió por su interior. Algo más doloroso que cualquier dolor que hubiera experimentado nunca. ¡Había dejado que ocurriera! Lali se apoyó en la pared y se tapó los ojos con los brazos mientras apretaba los puños.

—¿Mariana? —la llamó Stéfano mientras se acercaba a la puerta.

Al oírlo, Lali reaccionó con rapidez y se colocó frente a él impidiéndole ver el interior del dormitorio.

—¿Dónde está mamá? —preguntó Lali con unos ojos tan oscuros como el carbón.

—Está abajo, curando a Peter —contestó él desconcertado—. Acababa de entrar cuando alguien le golpeó y le hizo perder el sentido. ¿Qué ocurre, Mariana? ¿Por qué tienes un aspecto tan raro? ¿Por qué papá no...?

—¡Calla! —Los pensamientos entraban y salían de la mente de Lali tan deprisa que ella no conseguía retenerlos. Tenía que concentrarse—. Ve al barracón y que alguien te acompañe a ir a buscar al sheriff.

—Puedo ir solo.

—No quiero que vayas solo. Ahora márchate. Ve deprisa. Y dile a Agustín que mantenga a mamá y a Cande alejadas de esta habitación. Y Robbie Keir está afuera. También le han herido. Dile a mamá que lo cure cuando haya terminado de curar a Peter.

Stéfano asintió con seriedad, pero el temblor de su labio inferior estropeó el efecto que habría podido causar.

—¿Por qué papá no está levantado? ¿Qué ocurre? Le ha pasado algo, ¿no?

—Sí. —Lali no pudo decírselo con dulzura ni consolarlo, pues si lo hiciera, ambos se derrumbarían—. Está muerto.

Los ojos marrones de Stéfano se volvieron inexpresivos y, a continuación, se llenaron de lágrimas.

—No. No puede estar muerto. ¡Oh, Mar...!

—¡No llores! —exclamó ella con brusquedad, pues sabía que si él se hundía ella también lo haría—. Ahora no. Actúa como un hombre, Stéfano. Necesito que me ayudes. —Stéfano se estremeció, apretó los puños contra las órbitas de sus ojos y se controló—. ¡Corre!

Lali volvió a entrar en el dormitorio y cerró la puerta. Se acercó a la cama, contempló la mirada fija de Nicolás y le cerró los párpados. Lali realizó una mueca al ver la delgada cuerda de acero que estaba hundida en su cuello. Era la cuerda de la guitarra de Peter. Tenía que sacársela antes de que Emilia o cualquier otra persona la viera. Cuando alargó la mano hacia la ensangrentada cuerda, Lali sintió que un escalofrío recorría sus entrañas y se rodeó el cuerpo con los brazos mientras contemplaba el cuerpo inerte de Nicolás.

«¡No puedo! ¡No puedo tocarlo!»

Todo aquello le resultaba espeluznante, pero tenía que hacerlo. Lali cogió la cuerda y empezó a tirar de ella mientras respiraba por la boca para evitar el olor a muerte. Que Nicolás hubiera muerto de aquella manera le dolía más de lo que nunca habría imaginado. Él no se lo merecía. ¡Una muerte tan humillante para un hombre tan orgulloso! Las circunstancias que rodeaban su muerte y la responsabilidad que pesaba sobre ella hacían que la muerte de Nicolás le resultara más dolorosa que la de Alelí. «Todavía no puedo pensar en todo esto», reflexionó Lali mientras su autocontrol se tambaleaba. Tenía que contárselo a Peter, y a Cande, y a Agustín. Pero no quería ser ella quien se lo contara a Emilia. No podía mirar a su madre a la cara y decirle que su esposo había muerto. Alguna otra persona tendría que hacerlo.

El pomo de la puerta giró y Emilia se quedó paralizada en el umbral. Una trenza dorada e inmaculada caía sobre su hombro y casi llegaba a su estrecha cintura. Parecía increíblemente frágil, con su rostro tallado en marfil y surcado de unas arrugas que Lali no le había visto nunca antes. Stéfano debía de habérselo contado. Lali soltó la cuerda de la guitarra y se volvió hacia Emilia para evitar que se acercara. Antes de que nadie viera a Nicolás tenía que eliminar todas las pruebas colocadas para incriminar a Peter.
—Mamá...

—Déjame a solas con él.

Lali humedeció sus secos labios.

—Mamá, necesito unos minutos para...

Sin mirar a Lali, Emilia se dirigió a la cama como una sonámbula. Lali retrocedió unos pasos.

—Lo... Lo... Lo han asesinado —balbuceó con impotencia.

Emilia la ignoró y se arrodilló junto al cuerpo de Nicolás con la espalda perfectamente erguida.

Lali retrocedió poco a poco y salió al pasillo. La cabeza le daba vueltas. No había tenido tiempo de arreglar nada. Tendría que dejar la cuerda de la guitarra donde estaba y proporcionar una coartada para Peter. Esto sería suficiente para salvarlo.

La casa estaba en silencio, salvo por los sonidos apagados que procedían del dormitorio de Cande. Peter no estaba a la vista. Lali supuso que estaba afuera, con Robbie Keir. Lali se dirigió a las escaleras con piernas temblorosas. Iría al despacho de Nicolás, donde, con toda seguridad, encontraría una botella de whisky. Quizás un trago la ayudaría a calmar sus nervios y dejar de temblar. Lali se dio la vuelta de una forma repentina cuando la puerta del dormitorio de Cande se abrió de golpe y Agustín apareció con los ojos desorbitados.

—¡Es Candela! —declaró Agustín presa del pánico—. ¡Tiene dolores! El bebé...

—¿Ha roto aguas?—preguntó Lali.

Agustín enrojeció y su boca se abrió y se cerró como la de un pez. O no lo sabía o le daba demasiada vergüenza responder a la pregunta. Lali se sintió enojada y tuvo que esforzarse para no zarandearlo.

—¡Será mejor que vayas a buscar al doctor Haskin! —exclamó Lali pasando junto a él y entrando en el dormitorio de Cande.

Candela estaba acurrucada de lado. Se sujetaba la barriga y se mordía el labio intentando contener el dolor que experimentaba.

—¿Cande? —Al oír la voz de Lali, Candela empezó a llorar de una forma incontrolable—. Cande, ¿has sangrado?

Lali la cogió por los hombros y repitió la pregunta. Sus dedos se clavaron en la carne de Candela. El dolor que le causó pareció atravesar la barrera del miedo que sentía Candela, quien miró a Lali y lloró con menos intensidad.

—Sí, un poco. Y tengo dolores de parto. ¡Pero es tan pronto! Es demasiado pronto... —Candela soltó un leve gemido con la cara empapada en sudor—. Acabo de romper aguas —murmuró—. Es demasiado pronto.

Estaba abortando. Lali leyó el terror en su mirada y experimentó un momento de pánico antes de que una calma fuera de lo común se apoderara de ella.

—Voy a buscar unas almohadas para recostarte en la cama —declaró—. Y otras cosas. Enseguida vuelvo.

—Quiero que venga mamá. Ve a buscarla, por favor.

—Vendrá en unos minutos. Y Agustín ha ido a buscar al doctor.

Candela cerró los ojos y sus pestañas temblaron sobre los pómulos de sus mejillas. Sufrió una contracción y se retorció de dolor.

—Mariana —declaró con voz entrecortada—, ¿de verdad ha muerto?

Algo en el interior de Lali se encogió debido a la angustia.

—Sí, Cande —contestó Lali con voz apagada.

—Mariana, no quiero morirme. ¡Tengo tanto miedo! Creo... Creo que yo también me voy a morir.

A Lali le costó reprimir una oleada de rabia e impotencia. Lo único que quería era encontrar un rincón solitario y llorar. ¿Acaso no habían ocurrido ya suficientes calamidades aquella noche? No quería tener que sobrellevar más desgracias. No quería tener que ser fuerte por su hermana, pues necesitaba toda su fortaleza para ella misma.

Sus propios pensamientos la horrorizaron. ¡Qué egoísta era!

—No te vas a morir —declaró—. No malgastes tus energías preocupándote por ideas absurdas.

Sus palabras estaban cargadas de remordimiento, pero era poco probable que Candela lo hubiera percibido. Lali salió de la habitación, corrió al dormitorio de Nicolás y abrió la puerta de golpe. Emilia, sobresaltada, levantó la vista. Tenía las manos unidas en una plegaria.

—Cande está teniendo al bebé —declaró Lali con voz ronca—. Te necesita.

Emilia parpadeó y habló como si estuviera soñando.

—Está alterada por Nico...

—Está más que alterada. Ha roto aguas y está sangrando. Y tiene dolores de parto. Quédate con ella mientras busco algo para limpiar la cama.

Lali se marchó sin esperar la respuesta de Emilia y casi tropezó con Alelí, quien estaba en medio del pasillo.

—¿Qué le ocurre a mamá? —preguntó la niña con los ojos muy abiertos y los labios pálidos.

—Alelí, cariño, ve a la cama. —No tenía sentido mentirle—. Tu mamá está teniendo al bebé. Tienes que quedarte en tu habitación y quitarte de en medio.

Incluso a su corta edad, Alelí había oído suficientes conversaciones sobre partos para saber que iban unidos al dolor y la muerte. Para una niña observadora que había oído las historias terroríficas que las mujeres contaban acerca de los partos que habían tenido, el misterioso estado del embarazo constituía algo peligroso y digno de temer.

—¿Mamá se va a...?

—Tu madre estará bien —respondió Lali con rapidez mientras la empujaba hacia su dormitorio—. Ahora vete y no vuelvas a levantarte de la cama.


Continuará...

+10 :(

17 comentarios:

  1. Ahora por eso culparan a Peter ojalá que no :(

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  2. pero ya no pueden culpar a peter lo golpearon cuando entro en la casa y al guardia y se vio que alguien se fue, bueno esperemos que lo vean de ese modo :?
    lo peor es que le van a preguntar a lali que como lo sabia, y peter va a pensar que estaba con el para distraerlo solamente :?

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  3. Noooo! Paso igual! No puede ser!! Sube otro!!!!

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  4. Y ahora???? Que intriga!

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  5. Otroooo, Lali no podía evitar la muerte de Nicolás pero si esta ahí para evitar que lo culpen a peter!!

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  6. No nos puedes dejar asi!!! Que horror pobre lali...

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  7. Porfavor subi, Porfavor Porfavor Porfavor Porfavor no voy a aguantaaaar, si pasa lo que creo que va a pasar y el bebe se muere y entonces Lali nunca va a nacer, y por ahi puede ser que desaparezca de esta vida, y eso es lo que la Aleli grande le conto a Lali, pero entonces no entiendo porqué, o capaz Peter se fue del rancho porque estaba devastado de que ella ya no estaba o no se ya toda mi cabeza es enroscada subiii porfaa

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  8. Noo cm que murió Nicolás, ahora se viene el quilombo, ojala Lali evite que lo culpen a Peter y diga que estuvo con ella todo el rato,

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  9. Nooo :( que sea un sueño :(

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  10. para mi peter va a pensar que fue lali subí más

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  11. Se les juntó todo el follón.

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  12. Pobre Lali ,con lo k sabe ,y lo k está pasando ,tiene k mantener la cabeza fría x todos.

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  13. Pense que la presencia de lali en el pasado era para evitar la muerte de Nicolas, lo que se viene ! Otro

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