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domingo, 20 de enero de 2013

CAPÍTULO 60



Lali no sabía cómo reaccionaría Peter cuando se reunió con los Vallerand en el salón a la tarde siguiente. Quizá le dedicase una picara sonrisa, un comentario burlón o alguna otra cosa que confirmase su recién consolidada intimidad. Pero él se limitó a mirarla con extrema seriedad, con expresión inescrutable y mirada penetrante.

Gimena llevaba un vestido verde mar, con el pelo recogido en lo alto de la cabeza con una peineta de diamantes. Tomó las manos enguantadas de Lali.
—Gime: Estás bellísima con este vestido de baile —le dijo, y se volvió hacia su marido— ¿No te lo parece, Nico?
—Nico: Por supuesto —dijo su marido, que parecía preocupado por algo.
Lali sabía que Nico no las tenía todas consigo respecto a la noche que les esperaba. Se encontrarían con muchos viejos amigos y conocidos en la plantación Duquesne. Aunque la actuación de Peter fuese impecable, las suspicacias no desaparecerían por completo. Gran parte de la responsabilidad de convencer a todos de que Peter era Pablo recaía sobre los hombros de Lali. Si parecía sentirse incómoda o fuera de lugar, todo el montaje se vendría abajo.

Lali se había puesto su más esplendoroso vestido, de satén plateado y azul, con la cintura alta y un frontal de rosas blancas y perlas. El ajustado corpiño era de escote tan bajo como permitía el buen tono, las mangas cortas se unían al torso con lazos de perlas y los bajos remataban con una ancha banda plegada de satén blanco. Llevaba el pelo rizado con ligeros tirabuzones y recogido en la parte posterior de la cabeza con tres rosas blancas.

Peter y Nico iban vestidos de la misma guisa, con pantalones negros, chaqueta con un bolsillo en la pechera, camisablanca ycorbatas blancas almidonadas. Nicolás estaba tan elegante como siempre, pero Peter no parecía cómodo con la tiesa corbata y aquellas ropas que constreñían su cuerpo. Después de todo, había pasado los últimos cinco años ataviado de capitán Peter. Y odiaba no poder llevar encima un arma. Entre la multitud que asistiría esa noche iba a sentirse como un gato sin uñas en medio de una reunión de sabuesos.

Lali se le acercó y apoyó la mano en su brazo. Cuando él la miró, parte de su inquietud desapareció.

Estaba tan hermosa con aquel cabello castaño y la piel de alabastro... Ella le clavó la mirada, dándole confianza y fuerza.
—Lali: ¿Dónde está tu bastón? —preguntó en voz baja—. ¿No lo vas a llevar esta noche?
—Peter: Me las arreglaré sin él.
Lali esbozó una sonrisa.
—Lali: Oui, supuse que te las arreglarías bastante bien esta noche. Con esas ropas estás idéntico a Pablo. Para todos excepto para mí, claro.
Peter habría respondido, pero su atención se centró en la dura e inquisitiva mirada de su padre. Sus ojos verdes se cruzaron con los dorados y penetrantes de Nicolás. Resultaba obvio que Nico o bien sabía o bien sospechaba lo que había entre ellos. «No cometas errores absurdos», parecía indicar su mirada. Peter sonrió ligeramente, lanzando su propia advertencia: «No te inmiscuyas.»


La plantación Duquesne resplandecía con las luces y el jolgorio. Se trataba de un típico baile criollo, con mujeres de delicada belleza, hombres de carácter que destilaban peligrosidad, música vigorosa y una alegría cargada de volátil energía. A pesar de su aparente fragilidad, las damas criollas eran conocidas por ser capaces de bailar durante horas sin cansarse, a veces la noche entera. Por su parte, en ocasiones los más jóvenes se retaban a duelo para probar, fuera de la fiesta, su honor y su virilidad.

Los invitados traían a sus propios invitados, pues estaban en la época del año en que los familiares se visitaban durante semanas. Los forasteros —descendientes de criollos o franceses— siempre eran bienvenidos. No había cosa que agradase más a los criollos que indagar en el pasado de un desconocido, acribillándolo con preguntas relativas a su familia y sus vivencias. Les encantaba descubrir vínculos familiares entre sus ancestros, sin importar lo remotos que fuesen. Los criollos creían que una persona no era lo bastante aceptable si no estaba relacionada con una familia o con alguien que ellos conociesen.

Las damas, vestidas de satén y luciendo elaboradas pelucas, se sentaban en pequeñas sillas tapizadas de seda y se mantenían ocupadas poniéndose al día de los últimos cotilleos y compartiendo detalles sobre el escándalo más reciente. Para ellas, nada que ocurriese en el mundo podía ser más importante o fascinante que lo que ocurría en Nueva Orleans.

Los hombres casados formaban sus propios corrillos, discutían sobre política, caza y otros temas propiamente masculinos, mientras que los solteros se esmeraban en ganarse el favor de las jóvenes sin compromiso.

Un curioso murmullo se extendió entre los presentes cuando los Vallerand entraron en el gran salón pintado en tonos crema y blanco. Los Duquesne se apresuraron a saludarles y, de repente, se produjo una exclamación general de bienvenida. Lali cruzó los brazos cuando la multitud les rodeó.
—Doctor Vallerand —exclamó una mujer mayor—, poder volver a verle con mis propios ojos... ¡c'est merveilleux!
—¡Pablo! No podía creerlo hasta este momento...
—Dijeron que estabais herido...
—¿Es cierto lo de los piratas...?
—Es un milagro, vraiment...
Peter respondió con gravedad a todas las preguntas y afirmaciones, recibiendo a un tiempo el ímpetu de muchos abrazos y sentidos besos. A los criollos nunca les incomodaba demostrar sus sentimientos. Evidentemente, él se parecía lo suficiente a Pablo para acallar cualquier suspicacia, y no detectó signo alguno de duda o censura en quienes lo rodeaban. Después de un rato, el torrente inicial fue disminuyendo y se presentó su tío Alexandre con Henriette del brazo.

Peter miró a Nicolás, que había permanecido todo el rato a su lado.
—Peter: ¿Sabe el tío Alex quién soy? —le preguntó en un susurro.
—Nico: No me lo ha preguntado —respondió su padre.
La respuesta, por supuesto, era no. Alexandre era el hermano menor de Nico, y su lealtad a la familia era incuestionable. Alex sería capaz, de confirmar cualquier historia que beneficiase ala familia. Pordesgracia, su esposa Henriette, una mujer adorable pero ligera de cascos, era muy aficionada a los chismorreos. Sería imprescindible mantener la farsa ante ella.

—Pablo. —Alexandre lo tomó por los hombros y lo abrazó brevemente. Al igual que el resto de hombres Vallerand, era alto y tenía el cabello oscuro, y un temperamento encantador pero cambiante. Miró a Peter a los ojos. Asintió al apreciar lo que esperaba descubrir—. Qué alegría volver a verte... Sabes, no tenía esperanza de hacerlo...

Continuará...
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oh oh!!!
+15 FIRMAS y mass...

27 comentarios:

  1. aaaaaaaaaaaa
    ke cosa masssssssssssssss
    por ke le dijo eso
    masssssssssssssssssssss
    =)

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  2. MAAAAAAAAAAAAAAAAAAS ME ENCANTAA

    valu <3

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  3. mas mas mas mas mas mas mas mas mas mas mas mas !!

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  4. me encanta esta nove!

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  5. maassss yaaaaa :):):):) siempre mas suspance!!!

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  6. que pasara? subi mas que estoy intrigada

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  7. massssssssss noveee porfavorrrrrrrrrrr

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  8. aca ya es noche asi que porfi... pone otro cap ante de que ma vaya a dormir!! gracias por tu nove :)
    saludos desde italia

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  9. que pasara cuando nico y gime descubran que hay entre lali y peter?

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  10. maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssssssssssss noooooooooooovvvvvvvveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

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  11. AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH PORQUE SIEMPRE ME HACES LO MISMO MALAAAAAA!!!! @LuciaVega14

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  12. mas mas mas mas maaaaaaaaaaaaaaaaas

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  13. ojala no lo descubran

    novela solo tu: http://morithalaliter.blogspot.mx/

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