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lunes, 14 de enero de 2013

CAPÍTULOS 41 Y 42



Podría haber sido Pablo. El parecido era tan grande que ella dejó escapar un gemido desgarrador. Lo que más había querido, lo que más echaba de menos estaba allí, frente a ella. Pero se trataba de una ilusión, una ilusión que ella no podía asimilar. Se volvió para marcharse, pero él la sujetó por la muñeca, con tanta fuerza que incluso le hizo daño.

—Peter: Lali, espera. ¡Mírame!
—Lali: No puedo —dijo con la voz ahogada por las lágrimas—. No puedo soportar ver... la cara de Pablo...
—Peter: Maldita sea, ¡también es la mía! —la atrajo hacia sí y ella escondió la cabeza en su hombro, llorando débilmente. Él le habló al oído, conmovido—. En serio, también es mi cara.

Sentir el llanto de Lali contra su hombro hizo que su corazón empezase a palpitar. Quería besarla, quería que dejase de llorar. Rebuscó en los bolsillos y dio con el pañuelo que Julia había dejado en su chaqueta. Jamás usado para secar las lágrimas de nadie, enjugó con él las húmedas mejillas. Jadeante, Lali lo tomó de sus manos y se sonó la nariz.

Él no se percató de la llegada de Gimena y Julia. Frotó la espalda de Lali y le acarició la nuca mientras ella luchaba para dominar sus emociones.
—Peter: Acompáñame al sofá —dijo—. Estoy a punto de perder el equilibrio.
Gimena apartó a Julia de la puerta e intercambiaron una mirada de preocupación antes de decidir tácitamente que aquella pareja llevase las cosas a su manera.

Lloriqueando, Lali lo ayudó a sentarse en el sofá. Él tiró de ella para que se sentase a su lado y la agarró del brazo.
—Lali: Suéltame—susurró ella.
—Peter: No hasta que me mires —repuso él con rudeza—. Tienes que ser capaz de ver las diferencias entre Pablo y yo. Mira y dime si las ves. —Como ella no se movió, le acarició el brazo con el pulgar—. Lali, no tengas miedo.

Poco a poco, ella empezó a examinarle la cara. Era cierto. Para un extraño habrían resultado idénticos, pero para quienes los conocían cabía la posibilidad de que los diferenciasen. Los penetrantes ojos verdes de Peter eran diferentes de los amables ojos de Pablo. Su nariz era un poco más pequeña, su boca un poco más grande, y su labio inferior un poco más curvado.

Sus cuerpos también eran diferentes. Las ropas que llevaba Peter le habrían sentado de maravilla a Pablo, pero Peter era más delgado, endurecido por años de persecuciones y luchas. Había perdido cualquier resto de grasa que todo hombre sano y activo posee. Sin pretenderlo, Lali recordó cómo era antes de las heridas, cuando la rescató de la isla de los Cuervos, el poder y la fuerza que rezumaba entonces.

Tenía las mismas largas pestañas de Pablo, el mismo remolino en el pelo y la misma sombría belleza.

—Lali: Veo las diferencias —dijo con voz ronca—. Y las similitudes.
Peter no movió un solo músculo, pero podía apreciarse un deje de preocupación y rabia en sus ojos.
—Peter: No soy Pablo.
—Lali: Lo sé —suspiró ella con tristeza.
—Peter: ¿Vas a pensar en él cada vez que me mires?
—Lali: No... no lo sé. —Hizo una mueca cuando él le apretó el brazo—. Ay...

Peter la soltó.
—Peter: Esta situación es obscena —gruñó. 

No soportaría que ella recordara a Pablo en todo momento, que lo comparara con Pablo, que lo mirara y añorase a Pablo. Pero era absurdo sentir celos de un hombre muerto. De su propio hermano.

Ambos decidieron desahogarse.

—Lali: Ce n'était pas mon idee —dijo acalorada, demasiado disgustada para hablar en inglés.
—Peter: ¡Tampoco fue mía! Ha sido idea de mi padre, y una idea estúpida. Ve a buscarle... ¡Dile que no vamos a hacerlo!

CAPÍTULO 42

—Lali: ¡No tenemos otra posibilidad! —espetó ella—. Ahora ya es demasiado tarde.

Se miraron y Peter se llevó una mano al mentón, recordando demasiado tarde que ya no disponía de barba.
—Peter: Maldita sea, ¡quiero mi barba!
—Lali: Era muy desagradable —respondió ella sin apartar la vista y sonándose la nariz una vez más—. Pablo nunca se habría permitido parecer una bestia.
—Peter: Sí, había un montón de cosas que Pablo no se habría permitido. Pero yo no soy Pablo.
—Lali: ¡No es necesario que sigas recordándomelo!
—Peter: Entonces deja de mirarme como si...

—Veo que estan practicando una riña conyugal —dijo Nico desde la puerta.
Peter le dedicó una mirada gélida.
—Peter: Esto no va a funcionar.
—Lali: Sí que funcionará—dijo con determinación, pasándose el pañuelo por la cara—. No me apetecería ver cómo te arrestan y te ahorcan. Me niego a haber pasado por estas dos horribles semanas para nada.
—Peter: Nadie te pidió nada —replicó.
—Lali: Entonces ¿quién me pedía a gritos que subiese las escaleras o que las bajase cada vez que querías beber agua o...?

—Nico: Assez —dijo, tajante—. Ya está bien. Quizás han olvidado que el teniente está a punto de llegar. —Sus ojos dorados pasaron de la sonrojada Lali al gesto inescrutable de su hijo—. No ofrecen la imagen de ser una pareja basada en el amor. Deja que te recuerde, Peter, que tu vida depende de tu actuación. —Le interrumpieron antes de que pudiese acabar.

—Julia: Monsieur—dijo Julia desde la puerta—, el teniente viene por el camino.

Lali quiso ponerse en pie pero Peter la retuvo.
—Peter: Quédate aquí —dijo tranquilamente, y esperó a que su padre se dirigiese al vestíbulo. La estancia se sumió repentinamente en el silencio, a excepción del tictac del reloj de bronce que había en la repisa de la chimenea—. ¿Dónde está Gimena?

Lali estaba demasiado nerviosa para hablar.
—Lali: Es... está con los niños... arriba.

El colocó una mano sobre las de Lali.
—Peter: Relájate —murmuró.
—Lali: No podré fingir que eres Pablo —dijo, y dio un respingo al oír abrirse la puerta de entrada.

Peter la tomó por el mentón, obligándola a mirarlo. De repente, todas sus incomodidades y celos desaparecieron ante la preocupación que sintió por ella. Era inquietante. Algo impropio de él. No quería hacerle daño, ni siquiera a costa de su propia vida.
—Peter: Entonces no lo hagas —susurró—. No lo hagas si te duele. No merece la pena.
Ella se quedó anonadada al mirarlo y comprobar que sus palabras eran sinceras.
—Lali: Estás loco —dijo con un hilo de voz—. Por supuesto que tu vida merece la pena. Te ayudaré.

Oyó los pasos que se aproximaban al salón. Antes de que Peter pudiese decir nada, ella le pasó la mano por el pelo recién cortado, apartándole el flequillo de la frente. El gesto fue tierno y posesivo a la vez, el típico gesto de una mujer hacia su marido. A Peter se le subieron los colores.

El teniente Benedict entró en la estancia y miró a la pareja con una ceja enarcada. Peter sonrió ligeramente y le tendió la mano.

—Peter: Benedict. Qué alegría volver a verte.
Benedict le estrechó la mano con firmeza.
—¿Pablo...? —Parecía haber visto un fantasma.
—Peter: Perdóname por no haber podido atenderte antes. Como bien sabrás, los Vallerand somos muy protectores con los nuestros. —Peter atrajo a Lali hacia sí y la besó en la sien—. Gracias a las habilidades de mi amante esposa espero recuperarme pronto.

Lali sonrió y le hizo un gesto al teniente indicándole que se sentase en una silla.
—Había oído decir que estabas ciego —dijo Benedict tras sentarse.
—Lali: Le quitamos los vendajes de los ojos anoche—respondió por él. Rió suavemente—. Aunque lo cierto es que Pablo se los quitó antes de tiempo. A decir verdad... los médicos son los peores pacientes. —Miró a Peter con devota preocupación—. Como puede apreciar por el enrojecimiento, teniente, sus ojos todavía no están bien del todo. Y sufre fuertes dolores de cabeza.

Benedict meneó la cabeza.
—Dios mío, Pablo —dijo con otra voz—. Las oportunidades de sobrevivir a un ataque pirata, ser capturado y luego escapar son mínimas... Tu peripecia es increíble.
—Peter: Sí, lo sé —respondió con pesar—. Absolutamente increíble. —Un toque de malicia destelló en su mirada—. He oído decir que eso te ha llevado a poner en duda mi identidad.

Benedict pareció sentirse incómodo.
—Sólo cumplía con mi deber, Pablo. Y tu hermano es un conocido y peligroso pirata. Hasta verte con mis propios ojos no podía estar seguro de nada.
—Peter: No sé lo peligroso que es o deja de ser mi hermano —repuso con afectada franqueza y sonrió—. Pero no le vendría muy bien a mi reputación, Benedict, que la gente sospechase que soy un pirata. Me enseñaron a manejar el escalpelo, no la espada.
—Pablo, tengo que hacerte unas preguntas. Espero que estés dispuesto a proporcionarle al Departamento Naval algo de información sobre esos canallas. ¿Es cierto que estuviste cautivo cuatro meses en la isla de los Cuervos?
—Peter: Así es. —se frotó la frente.
—Había otros prisioneros contigo.
—Peter: No, yo era el único.
—¿Puedes decirme por qué te dejaron con vida?
—Peter: Creo que por mis conocimientos de medicina.
—Obviamente, te trataron bien —señaló Benedict mirándolo. Lali tenía que admitir que Peter no tenía el aspecto de un hombre al que han mantenido cautivo durante meses. A pesar del aspecto enfermizo de su rostro, su piel seguía bronceada. De no ser por sus heridas, su cuerpo habría estado en perfectas condiciones—. ¿Podrías describirme la isla y sus defensas? Y también cómo escapaste, por supuesto.
—Peter: Tengo algunas lagunas de memoria —repuso entrelazando los dedos con los de Lali y llevándole la mano hasta su muslo—. Te contaré todo lo que pueda. No sé en qué podrá resultarte útil.

Continuará...
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Querían caps de dos en dos de nuevo!?!... yo solo les doy lo que quieren!... jajaja :P
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21 comentarios:

  1. me hiciste caso, de dos en dos :) eres la mjorrr!

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  2. MMMMMMMMAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSSSSSSS NOVELITAAA!

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  3. aiiiiiiiiiiiis que lindo peter, se re nota que se esta enamorando de lali ♥

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  4. SIIII SUBI DOS EN UNO ME ENCANTA QUEREMOS MAS!!!!

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  5. dale subi mas rapido que nosotros te llenamos esto rapido tambien :)

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  6. mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove

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  7. masss si que lali se de cuenta que peter esta interesado en ella tiene que ser una buena esposa jajaja massss daleee

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  8. esta buenisima la novee :D

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  9. Estan jugando con fuego...

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  10. etjrythgfrdeghjrtd me encanto esta nove, muchas gracias poor hacer maratonn @LuciaVega14

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