Capítulo VEINTINUEVE

—Jasper, querido —ronroneó Julia, poniendo el CD otra vez desde el principio—. Me gustaría volver a probar ese paso nuevo. El que me enseñaste la semana pasada.

Asintiendo, Jasper se colgó el puro sin encender de las comisuras de los labios y caminó hacia Julia.

—Claro, muñeca, lo que tú digas.

Acababan de empezar a moverse al ritmo de la música cuando sonó el teléfono.

—Julia: Oh, tengo que contestar —dijo— . Peter está esperando que le traigan no sé qué.

Quitándose el pendiente de la oreja y tarareando suavemente, Julia se acercó al teléfono a responder.

—Julia: ¿Diga?

—Lali: Hm,... madre, soy Lali.

—Julia: Sí, querida, después de treinta años creo que reconozco tu voz —dijo con una sonrisa.

Al instante se dio cuenta de que ocurría algo, y una punzada de miedo la hizo sentarse en una silla, sin fuerzas en las rodillas.

—Julia: Lali, ¿qué ocurre? —preguntó Julia, el corazón latiéndole con fuerza—. ¿Qué ocurre, querida? ¿Les ha ocurrido algo a las niñas?

—Lali: Oh, no, mamá, las niñas están bien. Pero necesito tu ayuda.

—Julia: Cariño, no te preocupes —dijo, tranquilizándola— . Estoy aquí, querida. Pase lo que pase, estoy aquí y puedes contar conmigo para lo que sea, ya lo sabes. ¿Puedes decirme exactamente qué es lo que pasa?

Jasper estaba de pie delante de ella, con una expresión de preocupación en el rostro. Le tomó una mano entre las suyas y le dio una palmadita para tranquilizarla.

—Lali: Verás, madre, Peter está detenido en la comisaría y necesito que vengas a buscar a las niñas.

Estupefacta, Julia parpadeó, tratando de digerir rápidamente lo que acababa de escuchar.

—Julia:  Ya veo, querida —dijo, aunque lo cierto era que no entendía nada—. Dime dónde estás, querida, y Jasper me llevará inmediatamente.

—Lali: Estoy en la oficina del sheriff, mamá. Tengo que pagar la fianza para que pongan a Peter en libertad.

—Julia: ¿La fianza? —repitió.

Preocupada, miró a Jasper, que no perdía detalle de la conversación. Éste asintió con la cabeza, como diciéndole que haría cualquier cosa que le pidiera o necesitara de él.

—Julia: No temas, querida. Enseguida estaremos ahí. Y no te preocupes, no tardaremos más de quince minutos.

Julia colgó el teléfono y miró a Jasper.

—Jasper: ¿Estás bien? —preguntó el hombre, sin quitarse el puro sin encender de la boca.

—Julia: Sí, querido, pero tengo que ir a la oficina del sheriff a buscar a las niñas.

—Jasper: ¿Han encerrado a tus nietas? ¿A quién se le habrá ocurrido semejante estupidez? Estarán muertas de miedo. Dime quién lo ha hecho —quiso saber, considerándolo un auténtico ultraje y dispuesto a hacer lo que fuera necesario para deshacer el entuerto—, y yo me ocuparé de todo.

—Julia: Gracias, querido, pero no será necesario. No son las niñas las que están encerradas, si no Peter.

—Jasper: ¿Han encerrado a Peter? —repitió, con el ceño fruncido—. ¿Qué demonios ha hecho?

—Julia: No lo sé —dijo, corriendo al armario a buscar su abrigo—. Pero creo que estamos a punto de averiguarlo.

—Luz: ¡Abuela! ¡Abuela! —echo a correr hacia su abuela, que la recogió en sus brazos—. ¿A ver si lo adivinas? El tío Peter le ha dado un puñetazo en la cara al señor Amadeo.

Con una orgullosa sonrisa, Luz hizo una pantomima, dándose un puñetazo en la nariz y casi tirandose al suelo. Su abuela la sujetó por los hombros para que no perdiera el equilibrio.

—Julia: ¿En serio, querida?

Julia arqueó una ceja y miró a Jasper.

—Jasper: Qué... emocionante. ¿Dónde está tu madre, querida?

—Luz: Ahí —señaló—. El señor Amadeo le ha gritado a Aleli y le ha hecho llorar. Otra vez. Y por eso el tío Peter le ha dado un puñetazo.

El señor Jasper tomó la mano de Luz.

—Jasper: Bien hecho —dijo, pensando que él habría hecho lo mismo.

Julia lo miró sonriendo, pero con expresión cauta en los ojos.

—Jasper: Perdona, muñeca —dijo el hombre. Miró a Luz e inmediatamente puntualizó sus palabras — . Pegar a la gente no está nada de bien, cielo —añadió con firmeza.

Julia vio a su hija pasear nerviosa en la antesala de la oficina del sheriff y corrió hacia ella.

—Julia: Lali —dijo, envolviéndola en un abrazo—. Luz nos ha contado lo que ha sucedido.

—Jasper: Lali—dijo, dando a Lali un abrazo y sonriéndole—. No te preocupes, todo saldrá bien.

El hombre metió la mano en el bolsillo del pantalón y sacó un fajo de billetes del tamaño de una pelota de béisbol. Los depositó en la palma de la mano de Lali y le obligó a cerrar los dedos a su alrededor

—Jasper: Toma. Usa lo que necesites para la fianza. Y si necesitas más, pídemelo. Tengo más.

Lali miró con incredulidad el fajo de dinero que Jasper había encerrado en su mano. Allí había miles y miles de dólares, y Jasper se los estaba entregando sin más, sin que ni siquiera ella hubiera tenido que pedírselos.

—Lali: Jasper, gracias, de verdad, pero no lo necesito — le aseguró ella, dándole un beso en la mejilla, y metiendo de nuevo el dinero en su mano.

Un constructor retirado que había construido la mayoría de los colegios de la zona, Riño era un hombre pequeño, de hombros cuadrados, con los brazos y piernas del tamaño de troncos de árbol. También era un hombre dulce y encantador, y su madre lo adoraba. Con razón, pensó Lali con una sonrisa de agradecimiento.

—Lali: Al final van a soltarlo sin fianza.

—Jasper: ¿Estás segura? —preguntó—. Porque, de verdad, no lo necesito.

—Lali: De verdad, pero gracias por ofrecerlo.

Riño se sonrojó y sacudió la cabeza.

—Jasper: No es nada —le aseguró, mirando a su madre con una expresión que hablaba claramente del amor y la adoración que sentía por ella—. Eres la hija de Julia. No hay nada que no esté dispuesto a hacer por ella. O por ti, o por las niñas.

Lali y su madre intercambiaron una mirada, y por primera vez en mucho tiempo, Lali vio el amor reflejado en los ojos de su madre. No había visto aquella expresión en los ojos de su madre desde la muerte de su padre; ni con ninguno de sus muchos novios que había tenido, ni tampoco con ninguno de sus anteriores maridos.

—Lali: Gracias, Jasper —dijo, e impulsiva, volvió a besarle en la mejilla.

—Julia: ¿Qué podemos hacer? —preguntó, mirando a su alrededor buscando a Aleli.

La niña estaba acurrucada en una silla, con los ojos llorosos y la nariz roja.

—Julia: Pobrecita. Mírala.

Lali dejó escapar un largo suspiro.

—Lali: No quiero que las niñas estén aquí más tiempo del necesario, madre. Ya han perdido la clase de ballet, y Aleli está muy asustada.

—Julia: No te preocupes, querida. Jasper y yo nos las llevaremos a casa. Podemos pedir una pizza y alquilar una película. Eso les hará olvidar todas las emociones del día de hoy.

Lali tenía la sensación de que haría falta más que pizza y una película para borrar el miedo y los recuerdos de la mente de Aleli. Estaba furiosa con Benjamin, pero trató de controlarse y concentrarse en lo más importante en aquel momento. Sus hijas. Y Peter.

—Lali: Eso será perfecto, mamá —dijo, dándole un beso en la mejilla—. ¿No te importa? —preguntó a Jasper.

—Jasper: ¿Qué si me importa pasar la noche con tres hermosas mujeres? Tendría que estar loco.

El hombre se volvió hacia Aleli y le sonrió. Se arrodilló en el suelo y abrió los brazos.

—Jasper: ¿Dónde está mi pequeña Aleli? —dijo con un vozarrón que retumbó en toda la sala.

—Aleli: Estoy aquí, señor Jasper —logró musitar Aleli en un susurro, sonriendo por primera vez desde que salió de la oficina del señor Amadeo.

Saltó de la silla donde estaba sentada y corrió a meterse entre los brazos del amigo de su abuela.

—Jasper: Bien, muñeca, ¿qué me dices?

El señor Jasper alzó a Aleli en brazos, la sentó en su cadera, y se frotó el estómago.

—Jasper: Estoy muerto de hambre, y me comería una pizza. ¿Y tú?

Aleli asintió en silencio, y le rodeó el cuello con los brazos.

—Jasper: Pizza, con palitos de queso, un par de perritos calientes y patatas fritas. ¿Qué te parece?

—Aleli: ¿Podemos pedir una con doble de queso? —susurró, sonriendo a su madre y a su abuela.

—Jasper: Con lo que tú quieras, muñeca —dijo, tomando con la otra mano la mano de su hermana y echando a andar hacia la puerta—. Pero primero pasaremos por el videoclub a alquilar un par de películas.

—Aleli: ¿Podemos alquilar La sirenita —preguntó con los ojos muy abiertos—. Es mi favorita.

Los tres salieron por la puerta principal de la oficina del sheriff hacia el aparcamiento donde habían dejado el coche.

—Lali: Mamá, gracias —dijo, tocando el brazo de su madre—. No sé lo que habría hecho sin Jasper y sin ti.

—Julia: Jasper es un hombre maravilloso, querida. Igual que Peter.

Julia titubeó un momento antes de continuar.

—Lali: Cuando murió tu padre, pensé que nunca volvería a encontrar el amor, pero lo he encontrado —dijo, dando una palmadita en la mejilla de su hija—. Tú también lo has encontrado, querida. Sólo espero que te des cuenta y lo veas antes de que sea demasiado tarde.

Continuará...

_______________________________________

Hola niñas!!! :D

este es el ANTEPENÚLTIMO cap de esta nove!! :O!!!  

creo que ayer medio q no conté cuantos caps faltaban jeje

BUENO bueno +15 firmitas y se viene el útlimo!!! :~)