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martes, 1 de enero de 2013

Capítulo VEINTIUNO Y VEINTIDOS




—Lali: Peter, creo que el hombre del tiempo mintió.
Lali intentó ver a través del parabrisas del coche, a pesar de que era Peter quien conducía.
Las previsiones habían hablado de diez centímetros, pero en ese momento la nieve alcanzaba por lo menos veinte centímetros de altura, y el temporal no parecía tener la menor intención de remitir.
—Peter: Además de verdad —dijo, sujetando el volante con fuerza mientras avanzaba penosamente por la calle.

Afortunadamente, Lali sólo vivía a unas cinco manzanas del colegio.
—Peter: Espero que tu madre y las niñas hayan llegado al centro sin problemas.
—Lali: Estoy segura —dijo, sonriendo—. Han salido de casa esta mañana antes de las seis, cuando todavía no había nevado tanto.
—Peter: ¿Qué pasará si sigue nevando así? ¿Habrá trenes para volver? ¿Cómo volverán tu madre y las niñas a casa?
Hacía mucho tiempo que Peter no había conducido un coche en medio de una tormenta de nieve, pero conducir con nieve era como montar en bicicleta o nadar. Una vez se aprende, ya no se olvida jamás.
—Lali: No te preocupes —dijo ella, dándole una palmadita en el brazo, para tranquilizarlo—. En el peor de los casos, pasarán la noche en un hotel.
Peter la miró un momento preocupado.
—Peter: ¿Ya les ha ocurrido esto alguna vez?
—Lali: Peter, cuando vives en Chicago, sabes que tienes que estar preparado para lo que sea. Se llama el plan B — rió ella. Miró por la ventana otra vez—. Con un poco de suerte, Benjamin nos dejará volver a casa antes.
—Peter: ¿Benjamin también estará allí?
Lali suspiró. Miró a Peter y le habló como si estuviera explicando una lección que ya habían visto a uno de sus alumnos.
—Lali: Peter, Benjamin es el subdirector del colegio. Claro que va a estar allí. Él es el coordinador de las reuniones.
—Peter: Estupendo —masculló.
Lali se echó a reír.
—Lali: Me parece que cuando me dijiste que no te caía bien lo decías muy en serio —dijo ella—, y veo que no has cambiado de idea.
—Peter: No, no he cambiado de idea en absoluto —respondió, con la mandíbula apretada, deteniendo el coche delante del colegio—. Ese tipo no me gusta, y no me fío de él. Tampoco me gusta que te esté cortejando.
Ahora le tocó a Lali arquear una ceja.
—Lali: Oh. ¿Pero tú si puedes cortejarme? —bromeó ella, recordando lo que le había dicho el día de su primera cita.
—Peter: Sí. Claro que sí —repuso él con firmeza, pensando que Lali no había negado que Benjamin estuviera cortejándola.

Riendo, Lali sacudió la cabeza, y se inclinó para darle un beso en la mejilla.
—Lali: Eres incorregible.
Peter giró la cabeza hacia ella, y tomó con la boca los labios que le besaban en la mejilla. Levantó una mano y le sujetó la cabeza, manteniéndola junto a él, y besándola con fuerza.
—Lali: Peter.
Lali le puso las manos en el pecho y lo empujó hacia atrás, separándose de él, consciente de que Peter la había besado justo delante de la puerta del colegio donde trabajaba.
—Lali: No quiero que me despidan por conducta indecente.
—Peter: ¿Eso podría ser?
—Lali: No lo sé —admitió ella, riendo—, pero prefiero no averiguarlo. Te llamaré cuando esté preparada para salir —dijo abriendo la puerta del coche, antes de apearse.
—Peter: Está bien. Que tengas un buen día.
Ella sonrió.
—Lali: Tú también.


Peter había pensado reservar mesa en algún restaurante de la zona, pero a mediodía no había dejado de nevar, y las previsiones del tiempo hablaban de acumulaciones de al menos medio metro de nieve.

Tenía la sensación de que no iban a ir a ningún sitio, así que decidió acercarse a un supermercado cercano a hacer la compra para la cena. Tanto su coche como el de Lali estaban prácticamente enterrados bajo la nieve, por lo que no le quedó otro remedio que ir andando. Por suerte, la casa de Lali estaba cerca de una zona de tiendas, bancos y servicios, y no fue una larga caminata.

Cuando regresó del supermercado, vio que había dos mensajes en el contestador automático. El primero era de la empresa donde había encargado el espejo para la sala de juegos, que decía que cancelaban la entrega e instalación debido al mal tiempo. La segunda llamada era de Julia. Su voz alegre y animada llenó la habitación.

—Lali querida, soy mamá. Han cancelado la función a causa de la nieve, y yo he reservado una habitación con las niñas en el hotel. Nos quedaremos hasta que el tiempo mejore. Dejaré el móvil conectado por si necesitas localizamos, pero no te preocupes, querida, estamos bien y lo estamos pasando en grande —Julia soltó una risita—. Espero que Peter y tú lo pasens tan bien aislados por la nieve como pensamos hacerlo nosotras. Ciao, querida.

Sonriendo, Peter no pudo evitar alegrarse infinitamente. Si Julia y las niñas se quedaban en un hotel en el centro, Lali y él estarían solos.

Toda la noche.

Deseando que todo fuera perfecto, Peter vació las bolsas de la compra. Había comprado un ramo de flores, una excelente botella de vino blanco, unos filetes, patatas e ingredientes para una ensalada. Aunque estaba muy lejos de ser un buen cocinero, sabía cómo preparar unos filetes y asar unas patatas.

O eso esperaba.

Preparó la mesa en el salón, encendió la chimenea, colocó las flores en un jarrón, y después distribuyó por el salón todas las velas que pudo encontrar.

Después fue a ducharse y a quitarse la ropa mojada. Cuando bajó de nuevo a la cocina, ya eran casi las tres de la tarde. Lali aún no había llamado, y tampoco había dejado de nevar.
Nervioso, paseó por el salón, preguntándose por qué Amadeo no permitía salir antes a los profesores. ¿No se daba cuenta de que estaban en medio de una tormenta de nieve, y que cuanto más tarde fuera más peligroso sería conducir?

Sin nada más que hacer hasta que Lali llamara, Peter se estiró en el sofá a ver las noticias, y en cuestión de minutos se quedó dormido.

Por fin el teléfono sonó a las cuatro y media y lo despertó con un sobresalto. Parpadeando, se dio cuenta de que ya era de noche. Peter se levantó, y se estremeció. Hacía un frío espantoso.

Cuando dio al interruptor para encender la lámpara de mesa, no pasó nada. La televisión también estaba apagada. Probablemente se había ido la electricidad mientras dormía.

Si no había electricidad, tampoco había calefacción.

Ni cena, pensó frunciendo el ceño, a la vez que descolgaba el teléfono.

—Peter: ¿Lali? —preguntó sin preámbulo.
—Lali: Sí, soy yo —dijo ella, con voz cansada—. Ya he terminado. Por fin.
—Peter: Está bien, tardaré un poco en llegar, pero espérame donde te he dejado.
—Lali: Peter, por favor, ten cuidado. Hay mucha nieve y creo que las calles están intransitables —titubeó un segundo—. Escucha, ya sé que tenemos una cita esta noche, pero el tiempo es horrible. Y me preocupa que tengas que conducir. Benjamin me ha invitado a ir a su casa hasta que deje de nevar. Vive a sólo dos manzanas de aquí, y podemos ir andando.
Peter apretó el auricular con fuerza.
El muy idiota.
—Peter: No será necesario, La —dijo, en tono tranquilo—. Estaré ahí en un momento.
—Lali: ¿Estás seguro? —preguntó ella, preocupada—. Conducir así es peligroso.
Peter sonrió.
—Peter: No te preocupes, espérame donde te he dejado esta mañana.
Colgó el teléfono, recogió el abrigo, los guantes, las llaves de la casa, y la manta del sofá con la que Lali solía cubrirse para ver la televisión, y salió de la casa.

Pasara lo que pasara, iba a recoger a Lali. No estaba dispuesto a permitir que fuera a casa de Amadeo. No se fiaba nada de él. Aunque no pudiera ir a buscarla en coche, no iba a dejar que un detalle tan insignificante como el transporte lo detuviera.

Fue al garaje y abrió la puerta lateral. Con un suspiro de alivio, vio el trineo de las niñas colgado de la pared y fue por él.


Capítulo VEINTIÓS

—Peter: Lali, sujétate a mi mano para no caerte. No hay electricidad —dijo, tomándola de la mano y haciéndola entrar en la casa a oscuras.
—Lali: Aún no me puedo creer que hayas venido a buscarme con el trineo —dijo ella con una risita.

Era lo más romántico que un hombre había hecho por ella.

Cuando vio a Peter acercarse al colegio arrastrando un trineo cual caballero andante al rescate de su amada, Lali se sintió como una princesa en un cuento de hadas. Peter la sentó en el trineo, la cubrió con la manta y se abrió paso de nuevo hasta la casa tirando del trineo, con la nieve hasta las rodillas.
—Peter: ¿Tienes alguna linterna en casa? —preguntó él, sin soltarle la mano.
—Lali: En el tercer cajón de la derecha, en el armario al lado de la nevera.
—Peter: Menos mal que eres una criatura de costumbres —dijo él, soltándole la mano para rebuscar en el cajón que le había indicado.
Allí encontró dos linternas. Las encendió y entregó una a Lali.
—Peter: Toma. Tendrás que ir a cambiarte de ropa, Lali, estás empapada. Y helada —añadió, limpiándole los copos de nieve que le cubrían las partes del pelo que había llevado al descubierto.
—Lali: Tú también —dijo ella, riendo—. Aún no sé cómo se te ha ocurrido lo del trineo. Como me gustaría que hubieras visto la cara que ha puesto Benjamin. No se lo podía creer —añadió.
—Peter: Sí, seguro que estaba impresionado —comentó, sin molestarse en ocultar su desprecio—. Ahora, Lali, sube arriba, y date una ducha de agua caliente para que no te enfríes. No creo que sin electricidad haya agua muy caliente, pero aún estará templada. Abrígate bien, mientras yo empiezo a preparar la cena.
—Lali: ¿La cena? Peter, si no hay electricidad, no se puede cocinar.
Peter arqueó una ceja, en gesto desafiante.
—Peter: ¿Qué te apuestas? Una cosa que me ha enseñado mi trabajo es a solucionar imprevistos. Soy un hombre de recursos, y créeme, La, esta noche cenaremos.
Demasiado cansada para discutir con él, Lali se encogió de hombros.
—Lali: Está bien. Voy a darme una ducha.
—Peter: Te acompaño.
Peter la tomó de la mano, e iluminando el camino con la linterna, la llevó a través del salón hacia las escaleras. Por un momento, el haz de luz de la linterna alumbró la mesa preparada en el salón, con el ramo de flores y la botella de vino esperándolos.
—Lali: Oh, Peter. Te has molestado para nada.
—Peter: No, de eso nada —dijo él, sin soltarla de la mano y llevándola hasta las escaleras—. Todo está perfectamente —la besó suavemente en los labios—. Te lo aseguro. Yo no te mentiría.
—Lali: Está bien —dijo ella, no muy segura.
Al pie de la escalera, Lali se estremeció. Utilizando su propia linterna, alumbró los peldaños y empezó a subir.
—Lali: Bajaré en unos minutos.
—Peter: Muy bien —dijo él, dirigiendo también la luz de su linterna hacia los peldaños superiores, para que ella viera mejor—. Después empezaremos la aventura de esa noche.


—Lali: Peter, si no te conociera cómo te conozco, juraría que fuiste un boy scout — dijo  con una risita, apoyándose en el respaldo del sofá, mientras bebía un trago de la copa de vino que tenía en la mano.
El salón estaba románticamente iluminado por la luz de las velas que Peter había distribuido estratégicamente por toda la habitación y por las llamas anaranjadas que chisporroteaban en la chimenea.

Peter se sentó a su lado en el sofá y extendió el edredón sobre las piernas de ambos. Aunque seguían sin tener ni electricidad ni calefacción, el fuego de la chimenea, las mantas y los edredones les estaban ayudando a protegerse contra el frío.
—Lali: ¿Cómo aprendiste a ser un hombre de tantos recursos? —preguntó ella con curiosidad.
Siempre que Peter hablaba de su infancia, lo hacía sin rabia ni resentimiento, pero Lali no podía evitar sentir tristeza al pensar en todas las carencias que su hermano Pablo y él habían tenido de niños.
—Peter: Cuando vives solo durante treinta y cinco años y en todos los lugares del mundo que yo he vivido, tienes que tener recursos si no quieres morir de hambre, y a veces, incluso peor —dijo él.
—Lali: Sólo puedo decir que me alegro de ello —dijo ella—. Si no, esta noche no sé qué habríamos cenado.
Peter había asado las patatas y los filetes en la chimenea utilizando una de las rejillas del horno mientras Lali preparaba la ensalada. Habían disfrutado de una cena magnífica, y ahora sólo les quedaba relajarse y descansar de una velada sin pensar en deberes, baños, cuentos y vasos de agua, por no hablar de preparar las cosas para el día siguiente.
—Peter: ¿Has tenido un buen día? —preguntó, pasándole el brazo por el hombro y atrayéndola hacia sí.
Le gustaba sentir la cabeza de Lali apoyada en el hombro, y sus suaves curvas pegadas a su costado.
Lali bebió un sorbo de vino.
—Lali: No sé si lo llamaría precisamente un buen día —dijo ella—. Un poco aburrido —añadió—, pasar tantas horas escuchando a los administradores del colegio. La verdad es que estaba muy preocupada por la nieve, y por si iba a poder o no volver a casa, así que no he prestado mucha atención.

Perezosamente, Peter empezó a acariciarle el hombro, rozándole de vez en cuando la piel desnuda del cuello. Lali sintió que se le aceleraban los latidos del corazón, y un estremecimiento la recorrió de arriba abajo.

Después de la ducha, se había puesto un albornoz blanco, el más grueso y caliente que tenía, y ahora se arrepentía. Lo que más deseaba era sentir el contacto de los dedos de Peter en su piel desnuda.

—Peter: Qué silencioso está todo sin las niñas —dijo, que seguía acariciándole el hombro con gesto ausente—. Creo que es la primera vez que estamos solos. Al menos completamente solos.
—Lali: Lo sé —dijo ella con un largo suspiro—. Aunque muchos días no quiero nada más que unos minutos de silencio y tranquilidad, cuando las niñas no están, como ahora, el silencio de la casa me pone nerviosa.
Peter sonrió.
—Peter: ¿Las echas de menos?
Lali asintió, riendo.
—Lali: Siempre —admitió—. A veces incluso me pasa cuando estoy en el colegio. Que necesito verlas. Nunca pensé lo feliz que podrían hacerme.
—Peter: Lo sé—dijo él, pensativo—. Nunca me había dado cuenta de lo mucho que te pueden afectar —continuó, dándose cuenta de que estaba entrando en un asunto un poco resbaladizo—. Y tú eres una madre magnífica. La mejor.
Lali miró la copa de vino.
—Lali: Lo intento —se encogió de hombros—. Lo he hecho y lo hago lo mejor que puedo, y cruzo los dedos para que todo vaya bien.
Peter permaneció un largo momento en silencio, contemplando las llamas, sin saber muy bien por dónde empezar.
—Peter: La, ¿podemos hablar un momento de una cosa?
El tono de su voz era tan serio que Lali volvió la cabeza hacia él.

Continuará...
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Holaaaaaa holaaaaaaaaaa!!! que tal el primer día de este año??? :D
Yo me desperté re tarde jajaja re floja

bueno empezamos la maratón!!! :)
+15 FIRMAS y más!!!!

23 comentarios:

  1. AHHHHHHHHHH!!!!!!! espero k aprovechen la noche!!!!! MAS NOVE!!!!!!!!!!!

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  2. Haha primera en firmar!!!!!!!!!!!!!

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  3. :O peter apesar de toda la nieve todo salio romantico yo tmb qier qe me pasen a buscar en un trnieo aunqe aqi nunca neva :P jejej masss! de qe l qiere hablar

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  4. Que no se le arruine la cena romantica por esta charla pleaaase!!!

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  5. Subi maas, estuve esperando tu maraton toda la tardee!!

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  6. por fiiiin capii, sube otrooo

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  7. nooo asi nooo!! Massss!!!! Maraton de 1ero de enero de 2013!!!

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  8. ¡QUIERO MAS! :D Dale, no seas mala :(

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  9. ahhhhhhhhhhhhhhhhh maasssss porfas esta demasiado buena espero el proximo y el final por no decirlo jajaj

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  10. a no , no lo podes dejar asi subi mas porfa!!

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  11. mmmassssssssssssssss!!!! masssssssssssssssssss!!! massssssssss-

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  12. Awwwwww como decirtelo, Peter me mato de amorr osea lo AMO es re tierno, re TODO!!!!! MUCHAS GRACIAS por hacer maraton Dani, yo no estuve por eso no pude ayudar u.u pero ya me pongo a leer los caps!!! jajajaja ya quiero saber como van a llevar la charla!!!!! ahhhh ME ENCANTAAA MUCHAS GRACIAS @LuciaVega14

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