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martes, 1 de enero de 2013

Capítulo VEINTITRES y VEINTICUATRO




—Lali: Claro, Peter, podemos hablar de lo que tú quieras.
La sombría expresión en el rostro de Peter le hizo temerse lo peor.
—Lali: ¿No querrás decirme que quieres volver a hablar sobre Benjamin? —dijo ella, casi con un gemido de protesta.

Era lo último de lo que quería hablar. En realidad, todo el asunto de Benjamin la hacía sentirse un poco avergonzada. Aunque había accedido a salir con él más como un experimento que otra cosa, más bien como una toma de contacto de nuevo con el mundo de los adultos, ahora estaba segura de que Benjamin no se lo había tomado de la misma manera. Y después de todos los comentarios de Peter acerca de él, Lali no tenía muchas ganas de reconocer en voz alta que se había equivocado, algo de lo que no se había dado totalmente cuenta hasta ese momento.

Benjamin era un hombre atento y agradable, y ella estaba segura de que algún día podría ser un buen pretendiente, un buen amigo y un buen esposo. Pero no con ella.

Ahora sabía que había cometido un error, que se había equivocado con él, no sólo por la falta de atracción que sentía hacia él, sino por el trato que había dispensado a sus hijas, pero una cosa era reconocerlo para sus adentros, y otra muy distinta admitirlo en voz alta delante de Peter.

Tenía que haberse dado cuenta desde el primer momento, pero no lo hizo, pensó Lali con un suspiro, sencillamente porque apenas tenía experiencia con el sexo contrario.
Por otro lado, lo cierto era que no le interesaba tner más experiencias con ningún hombre. 

Excepto Peter.

Sólo Peter.

El único hombre en el mundo que no podía tener.
—Peter: ¿No quieres hablar de Benjamin? —dijo él, mirándola y haciendo un esfuerzo por ocultar su decepción.
—Lali: No, Peter, no quiero hablar de él —dijo ella.
Lali se pasó la lengua por los labios resecos, mientras los dedos de Peter seguían acariciándole el cuello y los hombros.
—Peter: ¿De qué quieres hablar entonces, Lali? — preguntó él, su voz era casi un susurro en la penumbra del salón, y sin dejar de mirarla a los ojos.
Lali se estremeció. Era la misma expresión que brillaba en los ojos de Peter la noche que salieron a cenar, una mirada que la hacía sentirse hermosa, deseable, y deseosa.

Era una mirada que nunca había visto en los ojos de un hombre, y que le hacía desear cosas que no podía tener, al menos no para siempre. Y ella siempre había sido una mujer que hacía las cosas para siempre. En eso no iba a cambiar.

Pero quizá, sólo quizá, podía tener aquellas cosas que tanto deseaba durante una noche, sólo aquella noche.

Peter estaba allí, y ella se había prometido disfrutar de él mientras estuviera a su lado.
Por una noche podía rendirse a sus sentimientos y emociones, a las necesidades y deseos que había ocultado y enterrado durante tanto tiempo. Una noche de recuerdos maravillosos para recordar en las largas y solitarias noches que le esperaban cuando él se fuera.

De momento, estaba cansada, y sólo deseaba perderse en sus brazos, y no pensar en mañana, ni en el futuro, sólo en el presente.

Nunca había sido una mujer valiente; eso siempre lo había sabido. Si lo hubiera sido, habría intentado conseguir lo que deseaba hacía muchos años: Peter.

—Lali: No quiero hablar... —dijo en voz alta, dejando la copa en el suelo y volviéndose hacia él—. Quiero besarte.
Peter sonrió, con una sonrisa lenta y perezosa que disparó los latidos de su corazón. No podía esperar. Se inclinó hacia delante, le enmarcó la cara con las manos, y empezó a depositar un reguero de suaves besos por la cara femenina, besos reconfortantes y excitantes a la vez.

Con un jadeo, los brazos de Peter la rodearon impulsivamente, atrayéndola hacia él, tendiéndola sobre él. Peter pegó la boca a la de ella, murmurando su nombre una y otra vez.

Cuando él se deslizó al suelo, ella fue con él. Cuando hundió los dedos bajo el cuello del albornoz y lo hizo deslizar por sus hombros para besar la piel desnuda, ella se estremeció, cerró los ojos, y se dejó llevar por las sensaciones que se agolpaban en ella como un volcán.
Arqueando la espalda, se apretó contra él. Deseaba sentir todo su cuerpo, su piel, sus caricias.

Con dedos nerviosos y precipitados, sacó la camisa de los vaqueros y deslizó la tela por los hombros viriles, desnudando el torso y la espalda, descubriendo viejas cicatrices, y maravillándose por lo cálido y fuerte que era.


Capítulo VEINTICUATRO

Medio loco y sin aliento, Peter le bajó el albornoz dejando al descubierto su hermosa piel desnuda. Empezó a besarla desde la garganta, descendiendo lentamente por el cuerpo, y arrancándole gemidos de deseo.

Con impaciencia, Lali tiró de sus pantalones, deseando, necesitando sentirlo, piel desnuda contra piel desnuda, mientras él abría completamente el albornoz, y alzaba la cabeza para mirarla.
—Peter: Eres... lo más hermoso que he visto.
Sus palabras, suaves como un susurro, reverentes como una oración, llenaron los ojos de Lali de lágrimas.

Colgándose de él, bebió de su boca, jugando con su lengua, provocando, acariciando. Con un gemido, Peter le besó la garganta y fue descendiendo.

Al sentir su boca sobre el pezón, Lali gimió suavemente, y se arqueó hacia delante, queriendo, necesitando más, mientras el fuego del deseo ardía en su interior, cada vez más al rojo vivo.

Recorrió la espalda masculina con las manos, arriba y abajo, pero quería más. Necesitaba más. Años de deseos contenidos y anhelos reprimidos se estaban desbordando por cada poro de su piel. Desabrochó los pantalones vaqueros, no queriendo más barreras entre ellos. Ya no más.

Peter gimió, y se alzó ligeramente mientras ella terminaba de desnudarlo y lo buscaba. El luchó por mantener el control, pero supo que sería inútil. Había esperado y la había deseado durante muchos años, y ahora no se quería controlar más.

Abrazados, rodaron con el edredón por el suelo, ajenos a la dureza del suelo, y a la frialdad del aire. El calor entre ellos era más que suficiente para caldear sus cuerpos, y sus corazones.
Peter le tomó la cara entre las manos, apartándole el pelo para poder verla. Necesitaba verla ahora, en el momento en que la hiciera suya.

Sólo suya.

Había esperado tanto tiempo que ya no podía esperar más.
—Peter: Lali.
Sólo dijo su nombre, pero sintió sus brazos rodeándolo con fuerza, atrayéndolo hacia ella, llevándolo dentro de su cuerpo, sintiendo que Lali se entregaba por completo a él, toda ella, y todo lo que era.

Gimiendo suavemente al sentirlo entrar en su cuerpo, Lali se contoneó bajo él para que sus cuerpos se acoplarán a la perfección.

Peter cerró los ojos ante el intenso placer que sentía.

Lali era su sueño, su vida, todo lo que siempre había querido, el símbolo de todas las cosas buenas que nunca había podido tener. Contuvo la respiración, e intentó reprimir la necesidad y el deseo tan imperiosos que sentía, pero su cuerpo parecía no estar dispuesto a obedecerlo.

Lali le clavó los dientes en el hombro. El placer que le recorrió era tan enorme, tan fuerte, tan lleno de vida y energía, que nunca había sentido nada igual. Era como si la arrastrara un potente remolino, que la zarandeaba sin piedad y la dejaba sin aliento.

Por fin estaban unidos, con el corazón, con la mente y con el cuerpo, como los dos querían y deseaban. Nada tan glorioso, tan milagroso podía estar mal, pensó Lali mientras la tormenta la arrastraba más y más, y ella se movía con Peter, arqueando el cuerpo y moviéndolo al ritmo de él.

Peter le sujetó las caderas. Tan delicadas, pensó él vagamente, tan suaves, tan femeninas.
La alzó sobre él, y la penetró más profundamente, más intensamente, más rápidamente, hasta que los dos estaban al borde de morir de placer.
—Lali: Oh, Peter.
Lali sintió que caía desde los confines de la tierra. El remolino de placer se apoderó despiadadamente de ella y la lanzó contra el borde, haciéndola gritar contra su boca.
—Peter: Lali.
El nombre salió de su boca a la vez que en su interior se desbordaba el río de pasión que les había envuelto a los dos, y que a él le lanzó también por el borde tras ella.


—Lali: Bueno —consiguió decir por fin tras un largo silencio, acurrucada en los brazos de Peter.
La chimenea seguía chisporroteando ante ellos, pero las velas se habían consumido casi por completo, y habían dejado el salón casi envuelto en la penumbra.
—Peter: ¿Es un bueno malo o un bueno bueno? —preguntó él, mirándola.
—Lali: Sin lugar a dudas, un bueno más que maravilloso —le aseguró ella con una sonrisa, pegándose más a él, sin querer soltarlo.
—Peter: Sí, lo mismo digo —dijo él, con la cabeza apoyada en el pecho femenino—. Menos mal que no tengo problemas cardiovasculares —murmuró él, acariciándole la piel con la nariz.
Un estremecimiento recorrió una vez más a Lali, y el fuego de la pasión empezó a agitarse de nuevo en su interior. Nunca había sentido un torrente de deseo tan incontrolable y tan insoportable. Nunca había deseado tanto a un hombre, ni nunca había deseado a un hombre tan pronto después de hacer el amor con él.
—Lali: ¿Por qué? —preguntó ella, apartando un mechón de su frente—. ¿Por qué menos mal?
—Peter: Porque creo que me habrías matado —reconoció él, sin dejar de acariciarla con la lengua.
Lali trató de ignorar el efecto de sus labios y su lengua en su piel.
—Lali: ¿Es una queja?
Peter dejó escapar un suspiro de satisfacción.
—Peter: Lali, es el mejor cumplido.
—Lali: Bien —dijo ella, acomodándose a su lado—. ¿Que hora será?...
—Peter: ¿Por qué? —preguntó él con una picara sonrisa—. ¿Tienes que ir a algún sitio?
Con la mano, Peter continuaba acariciando suavemente la cadera femenina, trazando deliciosos círculos, para descender después hacia la suave piel del muslo.
—Lali: De momento no —respondió ella—. Quizá a la cama.
—Peter: ¿Estás incomoda? —preguntó él, preocupado, dándose cuenta de que estaban tumbados en el suelo, sobre el edredón—. ¿Te he hecho daño?
—Lali: Peter —rió Lali.
Alzó una mano, le acarició la mejilla, y después lo besó.
—Lali: No te preocupes por mí. No me has hecho daño. No estoy incomoda, estoy perfectamente. Mejor dicho —añadió ella riendo—, mucho mejor que perfectamente.
—Peter: ¿Sí?
—Lali: Sí —aseguró ella, con los labios sobre su piel—. Me encanta besarte. ¿Lo sabías? —murmuró, acariciándole la boca con los labios, a la vez que se deslizaba y se tendía sobre él.
—Peter: Te encanta, ¿eh? —murmuró él, moviendo las caderas, y alzando a Lali hasta que ella quedó sentada sobre él.

Lentamente, Lali empezó a moverse, con una expresión de satisfacción y placer en la cara.
Peter contuvo un jadeo, y dejó que sus ojos se cerraran y que el placer se apoderara de nuevo de él, mientras Lali aceleraba ligeramente el ritmo.

Su cuerpo se estremeció, y Peter luchó para mantener al menos un mínimo de control, pero Lali deslizó los dedos bajo el vello que cubría su pecho, acariciando ligeramente la piel, y haciéndole gemir y arquearse hacia ella.

Finalmente, Peter hundió los dedos en las caderas femeninas, la alzó ligeramente, y la hizo descender con fuerza sobre él. Otro gemido escapó de su garganta, y juntos empezaron a moverse, cabalgando al unísono en un océano de placer.

Peter tenía los ojos cerrados. La última imagen, el último pensamiento que llenó su corazón era de Lali.

Continuará...
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a tiempo!
+15 y más capítulos...

25 comentarios:

  1. massssssssssss!!!!!! :) Que buenc omienzo de 2013!!!! Laliterrrrrr

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  2. mas nove please , no quiero que despues se arrepentian de los que paso

    nove
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  3. mas noveee, ojala las cosa ssigan por buen camino!!

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  4. MAS NOVE!!!!!!!!!!!!!!!

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  5. nove
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  6. mas por fiiiiiiiiiiii

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  7. mas mas mas masssssssssss

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  8. no lo dejes asi sube mas!!

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  9. nove nove nove nove nove

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  10. subi capitulo rapido porfa.

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  11. NOVE !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  12. ya quiero que peterle cuente la verdad a lali. como reaccionara ella? quedara embarazada? subi mas que quiero respuestas porfavor

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  13. maaaasss nove!!!!!!!

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  14. maaaaaaaaas me encantaaa

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  15. Awwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww me mori de AMOR en todo momento son tiernos yo te juro que no se como hacen :P jajajaja ME ENCANTO el cap y la nove esta MUY pero MUY BUENA!!! te juro que me encanta Dani muchas gracias :D @LuciaVega14

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  16. me encantaaaa la nove @lypsiempre

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