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lunes, 7 de enero de 2013

CAPÍTULOS 5 y 6


Legare, sorprendido, guardó silencio unos segundos. Arrugó la frente.

—Legare: ¿Qué tiene la chica que tanto le interesa? —preguntó receloso.
—Peter: Ciento cincuenta mil.
Legare respiró hondo y exhaló muy despacio. Sus ojos centellaron ante la perspectiva de negarle a Peter algo que deseaba con tanto ahínco. Le dedicó una sonrisa burlona.
—Legare: El dinero no me interesa.
André se abrió paso entre la multitud, con el vientre brincándole. Tenía la cara enrojecida de emoción.
—André: ¡Bien dicho! —exclamó muy orondo—. ¡Que luche por ella, Dominic! He estado oyendo durante años las fanfarronerías de sus hombres sobre su invencible capitán... Pues bien, ¡veámosle luchar ahora! Que se enfrente a nuestro mejor hombre.
Vico alargó el brazo para hacerse con la botella de ron y bebió un buen trago.
—Vico: Maldita sea —masculló.

Dominic miró a Peter, barajando la posibilidad. Se dirigió a André sin apartar la vista del impertérrito Peter.
—Legare: ¿Eso te complacería, mon frére? ¿Lo bastante para arriesgarte a perder esta mujer?
—André: Claro que sí—respondió el otro sin vacilar—. ¡Dejemos que nos muestre de qué madera está hecho, Dom!
—Legare: Muy bien. Ésta es mi propuesta, Peter: lucharás contra el hombre que yo elija. A muerte, naturellement. Si ganas, te quedas la chica por ciento cincuenta mil, en dinero constante y sonante. Si pierdes, tu barco y todo el botín que tienes almacenado en tierra pasarán a mis manos.
Vico lanzó un grito:
—Vico: ¡Qué demonios...!
—Peter: De acuerdo —respondió con maneras de comerciante.

La taberna al completo soltó una exclamación de asombro. El dinero empezó a pasar de unas manos a otras a medida que se establecían las apuestas. Cuando la noticia corrió, más y más hombres entraron en la taberna a toda prisa. Peter arrugó el entrecejo al ver que algunos de sus hombres discutían con los miembros de la tripulación de Legare.

—Peter: Vico —le dijo a Vico—, diles a los nuestros que mantengan la calma. Lo último que necesitamos...
—Vico: Por los fuegos del infierno, ¿crees que van a hacerme caso? —repuso con incredulidad—. Capitán, ¿tienes idea de en qué os habéis metido? Las cosas nunca volverán a ser igual en la isla. Siempre has dicho que evitásemos cualquier disputa con los hombres de Legare...     
—Peter: Sí, lo sé —lo interrumpió con expresión adusta.
—Vico: ¡No es más que una mujer! Además, el botín que tenemos almacenado... ¡Parte de todo eso es mío!
—Peter: Por desgracia —dijo—, no tengo más remedio que hacerlo.
—Vico: Entonces será mejor que ganes —masculló .

Lali mantenía la cabeza inclinada, aturdida e indefensa. Una parte de su cerebro entendía lo que estaba ocurriendo, pero sus pensamientos eran caóticos.

De repente, André Legare se le acercó y enredó los dedos en su cabello. Ella observó sus oscuros ojos, casi dos líneas debido a sus pesados párpados y sus hinchadas mejillas. Tenía manchada la comisura de los labios.
—André: Me la quedaré hasta que acabe la lucha —le dijo a Peter tirando con impaciencia de los mechones de cabello.

Lali retrocedió instintivamente y se encontró apretada contra el firme pecho de Peter. Notó una sensación familiar en el modo en que sus brazos la rodearon, en el calor de su piel. 
—Peter: Nada de eso —oyó decir por encima de su cabeza—. No quiero que me entreguen material en mal estado después de tener que luchar por ella.
André miró a su hermano mayor con un deje de petulancia, pero Dominic estaba ocupado escogiendo al hombre que tendría que enfrentarse a Peter.
—André: No voy a hacerle daño —refunfuñó soltando la cabellera de Lali—. ¿Cómo sé que vos tampoco se lo harás?
John Vico dio un paso al frente.
—Vico: Supongo que las ideas del capitán Peter respecto a cómo entretener a una mujer son ligeramente diferentes de las vuestras, Legare. Pero si eso os satisface, yo cuidaré de esta princesa. Bien sabe Dios que no soy lo bastante tonto para intentar propasarme.

André se alejó despotricando.

Peter apoyó el pie en una silla y sacó un cuchillo de la bota para cortar la cuerda que maniataba a Lali. Entonces ella pudo verle por fin el rostro, y un súbito escalofrío la recorrió.

Para una mujer, el rostro de Peter resultaba apuesto y amenazador en todos los sentidos. Era como una bestia feroz. Tenía el mentón cubierto por una espesa barba. La abertura de la camisa negra mostraba una piel bronceada y unos musculosos bien formados. Su nariz era pequeña y respingada, sus mejillas salientes, y poseía una mirada audaz e incisiva. Sus ojos tenían un toque fiero, de un punzante color verde que a Lali la hizo estremecer. Nunca había conocido a nadie con aquel color de ojos.

Peter cortó la cuerda y todos sus pensamientos quedaron soterrados bajo el agudo dolor que conllevó que la sangre volviese a correr por sus brazos. Los constreñidos músculos de sus hombros aumentaron su sufrimiento. A Lali le costó mantener el equilibrio y le zumbaban los oídos.

Lanzando un improperio, Peter le rodeó la cintura con un brazo.

—Peter: Maldita mujer —masculló volviendo a enfundar el cuchillo en la bota—. ¿Te importaría desmayarte en una ocasión más apropiada?
—Lali: Yo in... intentaré dominarme, capitán —balbuceó con voz débil pero con un deje de sarcasmo.
Peter arrugó la frente y la dejó al cuidado de Vico.
—Peter: Hazte cargo de ella, Vico. No le quites el ojo o te arrancaré la piel a tiras.
—Vico: Sí, señor—respondió, sentando a Lali en la silla de al lado. Cruzó los brazos sobre la mesa y le dedicó una sonrisa angelical.

Peter se quitó el chaleco negro y lo dejó sobre la mesa. Extrajo de su bolsillo una cinta de cuero para recogerse el pelo. Lali le observó con los ojos como platos. Jamás había visto a alguien como él. Su cuerpo parecía diseñado para la batalla, alto y ancho, fuerte y musculoso. Sus manos eran enormes y curtidas. Su padre habría dicho que era «pura energía». Sus llamativos ojos  evidenciaban un estado de alerta permanente.

—Lali: ¿Qué... qué quieres de mí? —susurró temblando de miedo en su vacilante inglés.
—Peter: Nada… solo digamos que se trata de pagar una deuda de honor —respondió—. Siempre me ocupo de todas mis deudas —murmuró mirándola a los ojos. Ella se echó atrás, sintiendo que podría romperse en pedazos si él se acercaba un poco más.
—Lali: Si... si llevas a mí a Nueva Orleans sana y salva—dijo temblando—, Vallerand le recompensarán...
Los ojos de Peter destellaron de regocijo.
—Peter: Si te llevo allí, me recibirán del mismo modo tanto si llegas sana y salva como si no.
—Lali: Pero los Vallerand no querrían...
—Peter: ¿Acaso crees que me importa lo que quieran los Vallerand? —la interrumpió, dándole un buen repaso con la mirada. Ella se estremeció al notar la punta de su dedo en la oreja, resiguiendo la delicada curva. Le pellizcó suavemente el lóbulo, como si acariciara a un gato travieso—. En cualquier caso, no tienes que temer nada de mí, pequeño saco de huesos. Cuando me acuesto con una mujer, me gusta que tenga algo de carne donde sujetarme.

Vico rió entre dientes cuando Lali apartó la cabeza para librarse de los dedos de Peter. A pesar de que ella temía a Peter tanto como a los demás, algo en él le provocaba un temor más profundo. Ni siquiera Dominic Legare parecía tan capaz de ser cruel como él.


CAPÍTULO 6

Peter miró a la mujer con renovado interés. Tenía la piel translúcida propia de un niño, unas mejillas suaves y redondeadas y una naricilla corta. Su boca tenía la forma de un capullo de rosa, muy de moda en la época a pesar de lo poco que a Peter le atraía. Unas largas y sedosas pestañas enmarcaban sus luminosos ojos castaños. Lo que llamó su atención, sin embargo, fue algo inusual en su bello rostro: una mezcla de inteligencia y dignidad que le aportaba distinción.

Peter miró a su segundo.
—Peter: ¿Legare ha escogido ya a su hombre, Vico?
Vico oteó el otro extremo del local con su único ojo.
—Vico: Resulta difícil decirlo con el montón de gente que hay ahí, forman todos un círculo... Ah, espera, parece que el elegido es Pounce, ese barbudo—. Peter soltó un gruñido, sacando el cuchillo de la bota. La hoja destelló a la luz. Lanzándolo al aire, lo atrapó con pericia por la empuñadura.
—Peter: Lástima que no haya espacio para luchar con espadas —dijo—. De ese modo sería más rápido.
—Vico: Enseñales lo que es bueno —le dijo nervioso—. Muéstrales a esos idiotas por qué le seguiríamos hasta el mismísimo infierno, capitán.
—Peter: No; lo haré sin alardes.

Peter se dio la vuelta y fue hasta el centro del local, donde la multitud formaba un círculo. Pounce, un tipo alto, corpulento y con una cicatriz en la mejilla, dio un paso al frente.

Estallaron los gritos, las expresiones de ánimo y los silbidos en un barullo frenético. Aterrorizada por el ruido y la tensión que inundaba el local, Lali se puso en pie de un brinco golpeándose contra la mesa. Intentó alejarse de la multitud, pero sintió un tirón en su brazo y sin más cayó sobre el regazo de Vico.
—Vico: Una gatita de armas tomar, ¿eh? —dijo respondiendo a su mirada con una sonrisa burlona—. Siempre pensando en lo mismo.
Ella intentó escapar, pero él la rodeó con un brazo por la cintura. A pesar de que era un hombre delgado, sus extremidades parecían de hierro.
—Vico: Me han ordenado que te retenga aquí—le dijo amablemente—. No temas, no voy a hacerte daño con estas garras escamosas. Eres una dulce tentación, no cabe duda, pero si intentara algo con vos, Peter me desollaría en cuanto acabase con Pounce.
Y, la verdad, la retenía de un modo más impersonal que los otros que la habían tocado. Lali se removió nerviosa.
—Vico: Pobrecita —dijo al apreciar sus agrietados labios—. ¿Cuánto tiempo hace que no bebéis agua?
—Lali: No... no recuerdo —dijo con su dubitativo inglés.
—Vico: Beberás y comerás en cuanto acabe la pelea. El Vagabond dispone de un cocinero de primera, sirve una comida que no perjudica la tripa.
Ella ni siquiera intentó entender qué había dicho.

—Lali: Tu capitán... ¿puede estar derrotado?
—Peter: Oh, no. Peter es peor que el mismo diablo en las peleas cuerpo a cuerpo.
Ella miró a Vico con curiosidad. Parecía una persona casi civilizada en comparación con los demás. Llevaba el pelo muy corto, lo contrario a los rizos exuberantes de Peter. Contrariamente a lo que podría hacer pensar el parche del ojo, sus rasgos distaban de ser desagradables. Era un hombre joven, más o menos de su edad.

—Lali: ¿Por qué hace esto? —preguntó—. ¿Qué quiere de mí?
—Vico: Eso te lo dirá el capitán. Pero sé una cosa: estarás mejor con Peter que con Legare.
Ella lo miró con amargura. Como no encontró las palabras adecuadas en inglés, tuvo que componer una curiosa respuesta:
—Lali: No puedes de eso estar seguro.
—Vico: Lo estoy —dijo y se echó a reír. Se levantó y la puso en pie—. Vamos, princesa, asistamos al espectáculo.

Lali no entendió cómo iban a poder ver algo con el jaleo que había en la taberna. Todos los presentes parecían animales, bramando de mala manera con sus amenazadores puños en alto y el ansia de sangre reflejado en sus rostros. De vez en cuando, se producía un hueco entre la masa de cuerpos y podía entrever el destello de los cuchillos en el centro del círculo. Vico no pudo evitar lanzar también un par de alaridos. Ella tiró de su brazo para apartarse, pero la tenía muy bien agarrada; su guardián no iba a dejarla ir.

Pounce era poco menos que un gigante, con una desgreñada melena castaño oscuro. Peter eludió varias veces las embestidas del cuchillo de Pounce, se agachó y le asestó un puñetazo en el costado. Cuando su adversario cayó al suelo, Peter se abalanzó sobre él. La bota de Pounce lo detuvo impactando contra su pecho, y el capitán dejó escapar el aliento al tiempo que caía hacia atrás. Rodando en cuanto tocó el suelo, Peter se puso en pie de un brinco. Se colocaron cara a cara, respirando con dificultad, con la ropa húmeda de sudor.

—El gran capitán Peter —dijo Pounce—. Cuando acabe con vos, no seréis más que una mancha en el suelo.

Peter no se molestó en replicar, sus ojos  miraban con intensidad la cara contrahecha de su oponente.

Pounce lanzó unos cuantos ataques y Peter se echó hacia atrás varias veces para evitar sus acometidas. Cambiando de posición a gran velocidad, los oponentes avanzaban y retrocedían en una lucha que, a todas luces, parecía equilibrada. Peter detuvo un fuerte golpe con el brazo izquierdo, se volvió con un rápido movimiento y clavó su cuchillo con estremecedora precisión en la espalda de Pounce, que murió en el acto, cayendo al suelo cuan largo era.

Un inesperado silencio se adueñó de la taberna durante unos segundos. Al poco, los presentes empezaron a lanzar exclamaciones y chillidos.

Riendo exultante, Vico le dio a Lali un empujón amistoso.

—Vico: Ahora, princesa, podéis estar segura de que no pasaréis la noche con André Legare.

Lali respiró hondo y apartó la vista. Tenía la cara entumecida y pálida. Se abrazó a sí misma. Que Peter hubiese vencido no era motivo de júbilo. No había diferencia entre él y el hombre que había matado a Pablo. Eran asesinos sin escrúpulos que destruían todo lo que se interpusiese en su camino. Quizá sus torturas fuesen más refinadas que las del capitán Legare, pero no por ello era un monstruo de menor calibre.

Al otro lado del local, André Legare fue presa de una rabieta. Tenía la cara enrojecida y se le marcaban las venas en el cuello.
—André: Será mía. Dominic, tiene que ser mía... mía.
Sin alzar la voz, su hermano le respondió:
—Legare: Por supuesto, mon frére. Sabes de sobra que no dejaré que se lleve tu regalo.
André no dijo nada más. Dominic pasó por encima del ensangrentado Pounce y se acercó a Peter, que acababa de extraer su cuchillo del cadáver y estaba limpiándolo.
—Legare: Habéis demostrado tener buena mano con el cuchillo —señaló Dominic casi en un susurro, a pesar de la bulliciosa excitación que reinaba en la taberna.
Peter lo miró con deje sardónico.
—Peter: No tenía ninguna intención de demostrar nada.
—Legare: En cualquier caso, así ha sido. Y tal como convinimos, la mujer será vuestra. Pero mañana por la mañana, esta noche no.
Peter no se inmutó.
—Peter: La mujer es mía ahora —dijo.
—Legare: Por desgracia, André no tendrá consuelo si no pasa una noche con ella.
Peter esbozó una mueca de desagrado.
—Peter: Ella no sobreviviría a una noche con él. Las prácticas de tu hermano con las mujeres no son un secreto, Legare. Y ella está débil.
—Legare: Me ocuparé de que no sea muy rudo con ella.
—Peter: No estás entendiendo —repuso con voz queda—. No estoy dispuesto a negociar.
Vico les interrumpió, arrastrando a Lali del brazo.
—Vico: Aquí la tiene, capitán. ¡Su premio! —Lanzó a la mujer a los brazos de Peter. 

Éste observó a la exhausta dama, su delicada cabellera desparramada sobre los hombros y el pecho del capitán. El trance por el que había tenido que pasar había hecho que su piel hubiese adquirido una pálida tonalidad. Sus ojos castaños parecían ausentes, como si su ser se hubiese retirado a un mundo interior en el que nada podía alcanzarla. Obviamente, la delicada fuerza que él había admirado hacía pocos minutos se había evaporado por completo. Intentó calcular cuánto más podría soportar antes de que la situación acabase con ella.

Dominic Legare le dedicó a Peter una maliciosa sonrisa.

—Legare: Dispondréis de ella al alba, Peter. Pero esta noche estará al servicio de André. Si queréis que empecemos una disputa... adelante.
Peter maldijo entre dientes. Ambas tripulaciones estaban deseosas de cualquier excusa para enzarzarse en una riña; sus mutuas envidias y rivalidades venían de lejos. Una pelea entre los dos capitanes daría inicio a una auténtica guerra.
—Legare: Recuerda que mis hombres superan en número a los tuyos —indicó —. No creo que tenga intención de arriesgar la vida de buena parte de vuestra tripulación únicamente por satisfacer el deseo de yacer con esta mujer, ¿o sí? Vuestros hombres no os lo perdonarían. En pocas palabras, capitán Peter, sabéis tan bien como yo que no podéis permitiros el premio que habéis ganado.

Vico arrugó la frente.

—Vico: ¿Qué demonios significa esto? —preguntó.
—Legare: Y respecto al dinero... —prosiguió.
—Peter: Ni un céntimo hasta que ella esté en mis manos y en perfecto estado —dijo muy despacio.
—Legare: Bien sûr, lo arreglaremos por la mañana.
Vico observaba boquiabierto.
—Vico: ¡Capitán, no podéis permitir que ese gordo borracho pase una noche con ella! Sabéis muy bien lo que le hará...
—Peter: Silencio —ordenó lacónico.
—Vico: Pero... —apreció el mensaje que contenía su mirada y calló.
Peter empujó a Lali hacia Legare con rudeza. Dominic la sujetó por los hombros.
—Peter: Dile a tu hermano que se contenga con ella —advirtió fríamente— o le cortaré la cabeza.
La sonrisa de satisfacción de Dominic se esfumó.
—Legare: Nadie amenaza a André.
La cara barbada se mostró impasible.
—Peter: Le estoy haciendo un favor a André.

Lali miró a Peter con auténtico desprecio. Pero ¿a santo de qué se sentía traicionada por aquel hombre? En ningún momento había creído que fuese a llevarla a Nueva Orleans, pero una parte de sí misma había querido creer que existía una mínima posibilidad. Aquellos ojos verde habían perdido su dura intensidad, parecían vacíos y fríos.

—Peter: Á demain—dijo él con impecable acento francés. Hasta mañana, pero le pareció que ella no lo escuchaba.

«Hasta mañana», pensó ella con amargura, convencida de que para ella no habría un mañana. Peter le sostuvo la mirada durante un sobrecogedor instante, y después miró hacia otra parte; por lo visto, había perdido el interés.

—Peter: Vico—dijo haciéndole un gesto a Vico, y los dos salieron de la taberna.

—Legare: Zorra fastidiosa —le espetó Legare casi en un susurro mientras se dirigían hacia donde se encontraba André—. Espero que mi hermano te dé un buen escarmiento.

Continuará...
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+15 FIRMAS... :D y más...

25 comentarios:

  1. massssssssssssssss no lo puedo creer peter es un inbesil jajajaj yaaaaaaaaaaaaaaaa

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  2. subi mas no me dejes con la intriga!

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  3. massssssssssssssss noveee

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  4. es que peter se ha vuelto loco o que?

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  5. otro otro otro otro otro

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  6. como la deja toda la noche con esos asquerosos tipos !

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  7. Que hará peter ahora?? Me encanta más!

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  8. mas mas mas subi rapido

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  9. A mi tambien me da asco Andre solo con imaginarmelo

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  10. QUE HIJO DE PUTA LEGARE, POBRE LALI :(

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  11. ay ojala no le haga nada... odio a esos hermanos

    novela solo tu: http://morithalaliter.blogspot.mx/

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  12. ay no pobre lali..... mas nove

    meli

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  13. Lina (@Lina_AR12)7 de enero de 2013, 22:18

    Peter esta tramando algo estoy segura!

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  14. mmm... no creo que Peter la entregue tan facil para mi algo esta planeando y si en el plan muere Andre me gusta :D espero que Lali este bien y por dios lwefijilwefjlwflwe que malote Peter como gano!! jajajajaj ME ENCANTAAAAAAA @LuciaVega14

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