CAPÍTULO 75

Peter despertó al notar el agua fría que acababan de lanzarle ala cara. Gruñó ligeramente y separó la barbilla del pecho. Tenía los brazos atados por encima de la cabeza; habría sido inútil intentar liberarse. Poco a poco fue recuperandola conciencia. Lohabían golpeado de camino hacia la isla de los Cuervos. Estaba seguro de que habían vuelto a romperle una de sus recién sanadas costillas. Le dolía todo el cuerpo.

—Abre los ojos, estimado capitán Peter. —Dominic Legare estaba frente a él y exhibía una fiera sonrisa. 

Peter descubrió que tenía las manos sujetas con anillas de hierro que pendían de un gancho en el techo. Las cadenas habían sido tensadas para que apenas pudiese apoyar los talones en el suelo. Su camisa estaba hecha jirones. Se encontraba en algún punto bajo la fortaleza de la isla, en una amplia celda que en el pasado se utilizaba como mazmorra para los esclavos rebeldes. La estancia era una de las muchas que flanqueaban un amplio pasadizo que daba acceso a otros pasadizos y celdas en un laberinto subterráneo de madera, piedra y cuevas excavadas directamente en la roca.

Había un buen puñado de hombres de Legare en la celda, sentados sobre cajas de madera, fumando y bebiendo con expresión de regocijo. Vico estaba entre ellos, pero miraba a Peter inexpresivamente. Peter sintió una oleada de odio. Había sido un estúpido ingenuo. Jamás había creído que Vico fuese capaz de limitarse a observar cómo lo torturaban. Se preguntó en qué momento exacto Vico había decidido traicionarle. Tenía que haber sido el día anterior, cuando acudió a la isla para comprobar si Pablo estaba vivo. Legare debió de aprovechar la oportunidad para hablar con él y prometerle seguridad y oro, todo lo necesario para que Vico cambiase de bando.

Al ver la dirección de su mirada, Legare pareció leerle los pensamientos.

—Lagare: Fue bastante sencillo convencerle para que se uniese a mí, Peter. Me decepcionas... Supuse que eras lo bastante inteligente para no confiar en ese parásito. El mundo está lleno de pequeños chupasangres como él. Seguramente me traicionará cuando deje de serle útil. Pero, al contrario que tú, le cortaré las piernas antes de que tenga oportunidad de hacerlo. —Le sonrió a Vico como si estuviese imaginando ya ese día.

Vico le devolvió la mirada y se removió incómodo. Por una vez, no se le ocurrió nada que decir.

Legare caminó alrededor de Peter.

—Lagare: A pesar de ese sorprendente matiz de ingenuidad, Peter, debo admitir que te admiro. Me desafiaste, y muy pocos hombres se han atrevido a hacerlo. Por otra parte, mataste a André, el único hombre por el que me preocupaba. Te haré sufrir lo indecible por eso.

—Peter: Tu hermano era un ser repulsivo y malvado—repuso—. No lo admitirían ni en el infierno, Y tú...

Legare le propinó un puñetazo justo sobre la herida cicatrizada del costado y después lo abofeteó en la boca con el reverso de la mano.

—Lagare: Ni una palabra más sobre André —dijo fríamente— Hablemos de una información que Vico no ha logrado proporcionarme. Por lo visto, fuiste lo bastante listo para confiárselo todo.

Peter siempre había creído que Vico era más eficiente cuando se le ordenaban cosas sencillas, tareas directas, más que haciéndolo participar en la elaboración de planes. A Vico le costaba centrarse en cosas que no podía ver ni palpar. Ahora Peter se alegraba de no haberle contado nada sobre la fuerza naval que se disponía a atacarla isla. Pero siempre había una flota de barcos fondeados en el puerto dispuestos a defender la isla con uñas y dientes. Y si no lograban inutilizarlos antes de que llegase la expedición de la marina...

—Lagare: Sé lo de Maxi y el puñado de sanguijuelas que trajo a la isla —prosiguió—. Dime cuándo y cómo logró colarlos aquí.

Las implicaciones de aquella pregunta iluminaron la mente de Peter como un rayo: Maxi y sus hombres seguían ocultos en algún lugar. Hizo una mueca burlona y contestó:

—Peter: ¿Sigues buscándolos? ¿Desde cuándo? ¿Un día, dos? No podrían haberlo hecho solos. Tuvo que ayudarles alguien. Tal vez alguno de tus hombres.

De repente, el parloteo y los murmullos de los presentes se acallaron.

Legare estudió a Peter. Estiró el brazo y apagó el puro contra su pecho. Peter arqueó el cuerpo y exhaló entre los dientes apretados mientras el dolor le taladraba el cuerpo.

—Lagare: El próximo lo apagaré contra tu ojo —dijo con calma.

—Peter: Vete al infierno —jadeó.

—Lagare: Aunque es posible que te permita mantener los ojos abiertos unos minutos más. Quiero que veas algo. —Hizo un gesto hacia Vico—. Señor Vico, ¿por qué no me traes a nuestra adorable invitada?

Peter se quedó helado. No podía referirse a Lali. Lali estaba a salvo en casa, cuidando de Pablo. No era más que un farol. Vio a Vico salir dela celda. Apartir de ese momento, dejó de ser consciente de los demás, incluso de Legare. Todo su ser quedó suspendido, expectante, como si fuese a caer desde una gran altura y esperase el momento de estrellarse contra el suelo.

Un lascivo rumor se extendió por la celda cuando Vico entró con Lali. Ella intentó liberarse y gritó cuando Vico la tiró con fuerza. Los piratas se inclinaron hacia delante, una multitud de manos le rozaron las piernas, la espalda y el cabello, pero Legaré hizo un gesto para que se apartasen. Le obedecieron al instante, refunfuñando y silbando. Los brillantes ojos de Lali se cruzaron con los de Peter y se quedó inmóvil, a pesar de que su cuerpo temblaba visiblemente.

—Lagare: Ahora háblame de Maxi —dijo con suavidad.

Peter lo miró ceñudo.

—Peter: Ella no tiene nada que ver con todo esto. Es la esposa de mi hermano...

—Lagare: Ah, pero Vico afirma que le has tomado mucho cariño.

—Vico: Sí—dijo—. Lo ha convertido en un cabeza hueca.

Peter lo miró con furia asesina.

—Peter: Te mataré —gruñó sacudiendo violentamente las manos anilladas y haciendo resonar las cadenas. Se había olvidado del dolor en las costillas.

Crecieron los vítores y burlas entre los presentes, pues Peter parecía un lobo rabioso. Legare tomó a Lali por la barbilla con una mano y con la otra le acarició las suaves mejillas. Ella lo miró con odio.

Peter sacudió las cadenas frenéticamente.

—Peter: ¡No la toques! ¡Te mataré! ¡Lo juro!

—Vico: No es más que una mujer —observó con frialdad.

—Lagare: Háblame de Maxi —dijo sacando un largo chillo—. ¿Debería grabarle tu nombre en su bonita cara?

—Peter: ¡No! —suplicó—. ¡No la toques!

Legare sonrió, y con el cuchillo plano trazó una visible V desde la sien de Lali hasta su mentón. No dejó marca, pero sus intenciones quedaron claras.

—Lagare: ¿Cómo trajo Maxi a esos hombres? —preguntó.

—Lali: No se lo digas Peter—terció, esquivando la hoja del cuchillo nerviosamente—. No mejorará las cosas. Lo hará de todas maneras.

—Lagare: No necesariamente —la informó—. Si él coopera, tal vez te permita seguir con vida. Tengo tratos con mercaderes en África que te venderían a buen precio en el mercado de esclavos. Una piel tan clara como la tuya se paga muy bien por aquellos parajes. —Miró a Peter—. ¿Y bien, Peter?

Éste no apartó la mirada del cuchillo, que iba de un lado a otro sobre la cara de Lali.

—Peter: Los trajo aquí ocultos en toneles. Tus hombres creyeron que era un cargamento de vino proveniente de un saqueo.

Legare alzó sus pelirrojas cejas, sorprendido.

—Lagare: ¿Dónde estuvieron escondidos? ¿En el pueblo? No pudo ser en la fortaleza. Registramoscentímetro a centímetro.

—Peter: No lo sé.

Legare colocó el cuchillo bajo la barbilla de Lali.

—Lagare: Vamos, capitán Peter, seguro que lo sabes.

—Peter: ¡No lo sé, maldita sea!

Legare le dio la espalda a Peter y acarició la tensa garganta de Lali.

—Lagare: Tenemos que convencerlo de que sea más dialogante, ¿n'est-ce pas? Creo que permitiré que mis hombres se entretengan contigo. No todos a la vez, obviamente, sólo de dos en dos. —Peter tiró de las cadenas con toda su fuerza—. Boles, Luc, llevenla a la celda de al lado. Empezaran ustedes. Y asegurence de que oigamos bien sus gritos.

Casi babeando, los dos hombres cogieron a Lali y la sacaron dela celda. Ella lanzaba agudos chillidos, les clavaba las uñas, los mordía como una posesa, todo en vano.

En un esfuerzo sobrehumano, Peter lanzó una pierna y golpeó a Legare enla cabeza. Apesar del miedo que éste inspiraba a sus hombres, todos se echaron a reír al ver que lo habían pillado desprevenido, derribándolo. Legare se puso en pie sacudiendo la cabeza y lo miró con furia salvaje. De pronto, Peter dejó de oír los gritos de Lali. Se temió lo peor, pero en ese momento Legare alzó el cuchillo para descargarlo sobre él.

Continuará...

___________________________________

:O!!

+15...