Mientras Peter hacía anotaciones en Post-it y las pegaba en hilera sobre la vieja mesa cromada, Lali se acercó a la puerta lateral y la abrió al cobertizo para los coches.
—Peter
—le dijo mirando por la ventana polvorienta—. ¿Es difícil transformar un
cobertizo en un garaje?
—No.
La estructura es la misma. Solo tengo que añadirle paredes, aislamiento y una
puerta.
—¿Lo
incluirá en el presupuesto, entonces?
—Claro.
Cruzaron
una mirada y saltaron chispas entre ellos. Haciendo un esfuerzo, Peter volvió a
centrarse en el taco de Post-it.
—Ya
puede irse —le dijo—. Voy a tener que quedarme un rato, tomando medidas y
sacando algunas fotos. Cerraré cuando me vaya y conseguiré una copia de la
llave para usted.
—Gracias.
—Titubeó—. ¿No necesita que me quede y le ayude en algo?
Peter
negó con la cabeza.
—Solo
me estorbaría.
El
fantasma se acercó a la mesa.
—¡Qué
encantador! —le dijo a Peter con fingido asombro—. ¿Ese encanto es natural o
requiere práctica?
Lali
también se acercó a la mesa y esperó hasta que Peter irguió la cabeza para
mirarla.
—Quiero...
bueno, darle las gracias —le dijo, roja como un tomate.
—No
ha tenido importancia —murmuró Peter.
—Ha
sido muy amable —insistió—. Para devolverle el favor... a lo mejor podría
prepararle una cena un día de estos.
—No
hace falta.
El
fantasma parecía disgustado.
—¿Qué
hay de malo en que le permitas que te prepare una cena?
—No
sería ninguna molestia —persistió Lali—. Y yo... no soy mala cocinera. Debería
probar mis platos.
—Deberías
probarlos —convino categórico el fantasma.
Peter
lo ignoró y miró a Lali.
—Tengo
una agenda muy apretada.
El
fantasma le habló a Lali, aunque ella no podía oírlo.
—Lo
que quiere decir es que prefiere sentarse solo en algún lado y beber hasta
perder el sentido.
Lali
bajó los ojos ante la negativa de Peter.
—Dentro
de un par de días —dijo Peter— me pasaré por la posada con algunos bocetos. Los
repasaremos y haremos cambios si hace falta. Después, haré el presupuesto.
—Venga
cualquier día después de la hora del desayuno. Se termina a la diez los días
laborables y a las once y media los fines de semana. O... venga pronto y
desayune. —Lali acarició la superficie de la mesa cromada con un dedo muy
cuidado. Tenía las manos pequeñas pero hábiles y llevaba las uñas pintadas de
esmalte transparente—. Me gustan estos muebles de cocina. Ojalá hubiera un modo
de restaurarlos.
—Puede
hacerse —dijo Peter—. Basta con pasarles lana de acero y darles unas cuantas
capas de pintura de cromo en espray.
Lali
miró la mesa, valorando su estado.
—Supongo
que no vale la pena. Falta una de las sillas.
—La
cuarta está en un rincón del cobertizo —añadió Peter—. No la ha visto porque la
tapa mi furgoneta.
A
Lali se le iluminó la cara.
—¡Oh,
qué bien! Entonces vale la pena salvar todo el conjunto. Faltando una pieza,
habría sido un intento follado.
Peter
la miró sin entender.
Ella
lo miraba con aquellos ojos oscuros suyos llenos de inocencia.
—Querrá
decir un intento «fallido» —la corrigió procurando no ser irónico.
—Sí,
lo que yo... —Lali se quedó sin palabras cuando cayó en la cuenta del patinazo.
La cara se le puso muy colorada—. Tengo que irme —dijo con un hilo de voz.
Cogió el bolso y salió de la casa apresuradamente.
Cerró
de un portazo.
El
fantasma se reía a carcajadas, de un modo ensordecedor.
Peter
apoyó ambas manos en la mesa y bajó la cabeza. Estaba tan excitado que no podía
mantenerse erguido.
—No
puedo seguir con esto —logró decir.
—Deberías
pedirle para salir —le respondió por fin el fantasma, cuando fue capaz.
Peter
sacudió la cabeza, negando.
—¿Por
qué no?
—Por
las muchas maneras en que puedo herir a una mujer así... —Peter calló,
sonriendo débilmente—. Maldita sea. Son innumerables.
Lali
le contó a su prima todo lo sucedido en la casa del lago y Mery no solo se
divirtió sino que se rio tanto que estuvo a punto de caerse de la silla.
—¡Oh,
Dios mío! —jadeaba, mientras cogía un pañuelo de papel para secarse las
lágrimas. La indignación de Lali no hacía más que empeorar la situación—. Lo
siento, cariño. Me río contigo, no de ti.
—Si
te estuvieras riendo conmigo, entonces yo también me reiría —le espetó Lali—. Y
no me río, porque en lo único en lo que puedo pensar es en clavarme lo primero
que saque del cajón de la cocina más cercano.
—Ni
lo intentes —le dijo Mery, todavía riendo—. Con la suerte que has tenido hoy,
resultará ser un sacabocados.
Lali
apoyó la frente en la mesa de la cocina.
—Me
considera la mujer más idiota del mundo. Y yo quería gustarle a toda costa.
—Estoy
segura de que le gustas.
—No
—dijo Lali lastimera—, no le gusto.
—Entonces
algo le falla, porque al resto de los humanos sí. —Mery añadió tras una pausa—:
¿Por qué quieres gustarle?
Lali
levantó la cabeza y apoyó la barbilla en una mano.
—¿Y
si te digo que es porque es guapísimo?
—Bueno,
eso es tremendamente superficial. Me has decepcionado mucho. Cuéntame más.
Lali
sonrió.
—En
realidad no es por su aspecto... aunque está buenísimo.
—Por
no mencionar que es carpintero —comentó Mery—. Quiero decir... todos los
carpinteros son atractivos, incluso los feos; pero un carpintero guapo...
bueno, es irresistible.
—Al
principio no me atraía tanto, pero cuando mató la araña fue un puntazo.
—De
cajón. Me encantan los hombres que matan bichos.
—Y
luego, cuando estaba flipando y no podía respirar, fue tan... amable. —Lali
suspiró y se puso colorada al recordarlo—. Me sujetaba y me hablaba con esa
voz... ya sabes, baja y un poco ronca...
—Todos
los Lanzani la tienen así —dijo Mery, reflexionando—. Es como si tuvieran una
leve bronquitis. Totalmente sexy.
A
Lali le cayó un rizo sobre los ojos y se lo apartó de un soplido.
—¿Cuándo
fue la última vez que un hombre se fijó en ti como si no hubiera nada más en el
mundo? —le preguntó pensativa a su prima—. Como si prestara atención a cada
aliento tuyo. Como si intentara absorberte.
—Nunca
me ha pasado —admitió Mery.
—Pues
así ha sido. Y no puedo evitar pensar cómo sería hacerlo con un hombre así,
porque siempre que un hombre me ha dicho que me quería, he sabido que lo que
quería realmente era marcarse un tanto. Con Chris, aunque era muy dulce y
considerado, cuando estábamos... juntos de ese modo... nunca era...
—¿Intenso?
Lali
asintió con la cabeza.
—Sin
embargo, Peter tiene algo que me induce a pensar... —Se lo pensó mejor y se
guardó lo que estaba a punto de decir.
Los
aterciopelados ojos castaños de Mery se ensombrecieron. Estaba preocupada.
—La,
sabes que me encanta divertirme y llevo meses diciéndote que lo que necesitas
es salir con alguien, pero Peter no es el adecuado para empezar.
—¿Sabemos
con seguridad que tiene un problema con la bebida?
—Si
tienes que preguntarlo, señal de que lo tiene. Cuando te implicas con alguien
así, te estás metiendo en un triángulo amoroso entre tú, él y la botella. Un
problema así no te hace falta, sobre todo ahora que vas a asumir la
responsabilidad de cuidar de Elena. No intento decirte lo que tienes que hacer,
pero... Da igual, te lo digo. Te lo digo claramente: no te líes con Peter. Hay
demasiados hombres normales y agradables por ahí a quienes les encantaría estar
contigo.
—¿Los
hay? —le preguntó Lali secamente—. ¿Por qué no habré conocido jamás a ninguno?
—Los
intimidas.
—¡Oh,
por favor! Me has visto desgreñada, y cuando engordé tres kilos por Acción de
Gracias, y luego, cuando los perdí durante la gripe más espantosa que... no hay
razón alguna para que ningún hombre se sienta intimidado por mí.
—Lali,
incluso en tu peor día sigues siendo la clase de mujer de las fantasías
masculinas de sexo salvaje.
—Yo
no quiero sexo salvaje —protestó Lali—. Lo único que quiero... —Incapaz de
encontrar las palabras, sacudió la cabeza con pesar y se apartó de la cara unos
cuantos rizos—. Quiero soluciones —admitió—, no más problemas, y con Peter no
voy a tener más que problemas.
—Sí.
Así que deja que yo lo arregle. Conozco a un montón de hombres.
Lali
detestaba las citas a ciegas casi tanto como las arañas. Sonrió, sacudió la
cabeza e intentó olvidar la sensación de seguridad que había tenido en brazos
de Peter Lanzani. Buscar la seguridad donde no la había era una de sus malas
costumbres.
Continuará...
+10 :s
K concepto tiene Mery d él.
ResponderEliminarEspero k le fracasen todas las citas.
Pero Lali se sintió especial con su toque ,y sus caricias.
ResponderEliminarSeguro k los compara con Peter.
ResponderEliminarMe encanta la sutileza del fantasmita como celestino,Jjajajajaja
ResponderEliminarNi k hablar d Peter excitado ,con un solo abrazo.
ResponderEliminarEncima me da lástima como piensa k va a hacerle daño ,x como está él ahora.
ResponderEliminarMery podría estar enamorada d uno d los Lanzani.....y Peter sería su candidato .
ResponderEliminarPorfavor que peter deje de beber y empiece a encaminar su vida para que esten juntos con lali
ResponderEliminarOtro :)
ResponderEliminarMe encantaa
ResponderEliminarMass
El fantasma es lo mas jajaj
amo el fantasma
ResponderEliminarmaaaaaasss
ResponderEliminarIntimida a los hombres ,y está solita
ResponderEliminar