—¡No! —jadeó Lali, y se puso
en movimiento de una forma repentina intentando liberarse de los brazos de Peter.
Peter, sorprendido por la
explosión de movimiento, sujetó los agitados brazos de Lali e intentó inmovilizarla.
—Lali, ¿qué demonios te
ocurre? —soltó Peter.
—Suéltame —gritó ella
empalideciendo—. Por favor, Peter... ve a la casa. Nicolás... ¡Oh, Dios mío,
papá...!
—No le pasa nada. Está sano y
salvo. Lali, por el amor de Dios, tranquilízate.
—¡Por favor! —pidió ella
mientras rompía a llorar y sentía como si el corazón fuera a salírsele del
pecho—. ¡Tenemos que ayudarlo!
Al percibir el terror en su
mirada, Peter renegó y la soltó, cogió los tejanos y se los puso de un tirón.
Ella buscó, gateando y con manos temblorosas, su vestido. Antes de que pudiera
ponérselo, Peter ya había llegado a la puerta.
Una nube cubrió la luna y
atenuó su luz, aunque Peter tuvo tiempo de ver el contorno de una figura
encogida cerca de las escaleras del porche. De repente, lo invadió el mismo
miedo que se había apoderado de Lali, echó a correr hacia la casa y se dejó
caer sobre las rodillas cuando llegó junto al cuerpo. Se trataba de Robbie
Keir, el muchacho que tenía que estar vigilando la casa. Estaba inconsciente.
Alguien lo había golpeado en la cabeza con un objeto contundente.
Peter se puso de pie y
empalideció.
—¡Cielo santo! —exclamó y
subió las escaleras en dos zancadas.
Atravesó el porche a toda
prisa y abrió la puerta principal. Nada más entrar en la casa, el dolor explotó
en el interior de su cabeza, como si se hubiera producido un estallido de luz
brillante. Peter se desplomó sin pronunciar ningún sonido.
Lali se abotonó el vestido de
cualquier modo, salió del cobertizo y corrió descalza hacia la casa con el pelo
suelto flotando detrás de ella. Tenía la sensación de que los metros que
separaban las dos edificaciones se habían convertido en kilómetros. «¡No
permitas que le haya sucedido nada!», pidió con fervor. Debería haberse quedado
en su dormitorio. No debería haber ido al cobertizo de Peter, no cuando Nicolás
todavía corría peligro. Aquello no podía estar ocurriendo de verdad, seguro que
tenía una pesadilla, como en tantas otras ocasiones. Lali se sintió pequeña y
aterrorizada, como una niña que se enfrenta a un miedo demasiado grande para
comprenderlo. Lo único que podía tranquilizarla era ver a Nicolás sano y salvo
y riéndose de su miedo.
Cuando vio al muchacho en el
suelo, con un brazo estirado y el otro doblado alrededor de la cabeza, Lali
aminoró el paso. El terror le pesaba como si llevara una gran carga. Sin
siquiera pararse a examinar el cuerpo inmóvil del vaquero, Lali se dirigió a la
puerta de la casa, que estaba entreabierta. Encontró a Peter justo al otro lado
de ésta. Su bronceado torso se confundía con el color oscuro de la alfombra. Lali
se acuclilló a su lado, contuvo las lágrimas y lo examinó hasta que sintió una
humedad cálida en la base de su cráneo. Cuando Lali le tocó la hinchada herida,
Peter se agitó, gimió y parpadeó.
Lali oyó un ruido metálico que
procedía de la cocina. Alguien salía de la casa por allí. Lali miró en la
dirección del ruido y se levantó sin ser apenas consciente de lo que estaba
haciendo. Respirando con dificultad, corrió escaleras arriba, hacia los
dormitorios. Hizo caso omiso de los sonidos que producía su familia al
despertarse. La puerta del dormitorio de Stéfano se abrió. Y también la de Candela.
Unas voces somnolientas le preguntaban qué ocurría, pero ella no habló ni se
detuvo a mirarlos, sino que entró, directamente, en el dormitorio de Nicolás
dejando la puerta medio abierta. Aunque la habitación estaba a oscuras, Lali
percibió el brillo de los ojos de Nicolás, quien estaba tumbado de lado en la
cama.
—¿Papá?
Nicolás no contestó. La
amenaza de las lágrimas desapareció cuando todo se heló en el interior de Lali.
Se dirigió a la cómoda e intentó encender la lámpara, pero temblaba demasiado. Lali
se mordió el labio inferior hasta que le hizo daño y volvió a intentarlo. El
tenue brillo de la llama iluminó la habitación. Lali se dio la vuelta hacia la
cama y vio el cuerpo inmovilizado en plena convulsión de Nicolás. A pesar de la
luz dorada de la lámpara, su rostro tenía un tono blanco azulado. No necesitaba
acercarse para saber que era demasiado tarde para reavivarlo. Algo más profundo
que la pena se extendió por su interior. Algo más doloroso que cualquier dolor
que hubiera experimentado nunca. ¡Había dejado que ocurriera! Lali se apoyó en
la pared y se tapó los ojos con los brazos mientras apretaba los puños.
—¿Mariana? —la llamó Stéfano
mientras se acercaba a la puerta.
Al oírlo, Lali reaccionó con
rapidez y se colocó frente a él impidiéndole ver el interior del dormitorio.
—¿Dónde está mamá? —preguntó Lali
con unos ojos tan oscuros como el carbón.
—Está abajo, curando a Peter
—contestó él desconcertado—. Acababa de entrar cuando alguien le golpeó y le
hizo perder el sentido. ¿Qué ocurre, Mariana? ¿Por qué tienes un aspecto tan
raro? ¿Por qué papá no...?
—¡Calla! —Los pensamientos
entraban y salían de la mente de Lali tan deprisa que ella no conseguía
retenerlos. Tenía que concentrarse—. Ve al barracón y que alguien te acompañe a
ir a buscar al sheriff.
—Puedo ir solo.
—No quiero que vayas solo.
Ahora márchate. Ve deprisa. Y dile a Agustín que mantenga a mamá y a Cande
alejadas de esta habitación. Y Robbie Keir está afuera. También le han herido.
Dile a mamá que lo cure cuando haya terminado de curar a Peter.
Stéfano asintió con seriedad,
pero el temblor de su labio inferior estropeó el efecto que habría podido
causar.
—¿Por qué papá no está
levantado? ¿Qué ocurre? Le ha pasado algo, ¿no?
—Sí. —Lali no pudo decírselo
con dulzura ni consolarlo, pues si lo hiciera, ambos se derrumbarían—. Está
muerto.
Los ojos marrones de Stéfano
se volvieron inexpresivos y, a continuación, se llenaron de lágrimas.
—No. No puede estar muerto.
¡Oh, Mar...!
—¡No llores! —exclamó ella con
brusquedad, pues sabía que si él se hundía ella también lo haría—. Ahora no.
Actúa como un hombre, Stéfano. Necesito que me ayudes. —Stéfano se estremeció,
apretó los puños contra las órbitas de sus ojos y se controló—. ¡Corre!
Lali volvió a entrar en el
dormitorio y cerró la puerta. Se acercó a la cama, contempló la mirada fija de Nicolás
y le cerró los párpados. Lali realizó una mueca al ver la delgada cuerda de
acero que estaba hundida en su cuello. Era la cuerda de la guitarra de Peter.
Tenía que sacársela antes de que Emilia o cualquier otra persona la viera.
Cuando alargó la mano hacia la ensangrentada cuerda, Lali sintió que un
escalofrío recorría sus entrañas y se rodeó el cuerpo con los brazos mientras
contemplaba el cuerpo inerte de Nicolás.
«¡No puedo! ¡No puedo
tocarlo!»
Todo aquello le resultaba
espeluznante, pero tenía que hacerlo. Lali cogió la cuerda y empezó a tirar de
ella mientras respiraba por la boca para evitar el olor a muerte. Que Nicolás
hubiera muerto de aquella manera le dolía más de lo que nunca habría imaginado.
Él no se lo merecía. ¡Una muerte tan humillante para un hombre tan orgulloso!
Las circunstancias que rodeaban su muerte y la responsabilidad que pesaba sobre
ella hacían que la muerte de Nicolás le resultara más dolorosa que la de Alelí.
«Todavía no puedo pensar en todo esto», reflexionó Lali mientras su autocontrol
se tambaleaba. Tenía que contárselo a Peter, y a Cande, y a Agustín. Pero no
quería ser ella quien se lo contara a Emilia. No podía mirar a su madre a la
cara y decirle que su esposo había muerto. Alguna otra persona tendría que
hacerlo.
El pomo de la puerta giró y Emilia
se quedó paralizada en el umbral. Una trenza dorada e inmaculada caía sobre su
hombro y casi llegaba a su estrecha cintura. Parecía increíblemente frágil, con
su rostro tallado en marfil y surcado de unas arrugas que Lali no le había
visto nunca antes. Stéfano debía de habérselo contado. Lali soltó la cuerda de
la guitarra y se volvió hacia Emilia para evitar que se acercara. Antes de que
nadie viera a Nicolás tenía que eliminar todas las pruebas colocadas para
incriminar a Peter.
—Mamá...
—Déjame a solas con él.
Lali humedeció sus secos
labios.
—Mamá, necesito unos minutos
para...
Sin mirar a Lali, Emilia se
dirigió a la cama como una sonámbula. Lali retrocedió unos pasos.
—Lo... Lo... Lo han asesinado
—balbuceó con impotencia.
Emilia la ignoró y se
arrodilló junto al cuerpo de Nicolás con la espalda perfectamente erguida.
Lali retrocedió poco a poco y
salió al pasillo. La cabeza le daba vueltas. No había tenido tiempo de arreglar
nada. Tendría que dejar la cuerda de la guitarra donde estaba y proporcionar
una coartada para Peter. Esto sería suficiente para salvarlo.
La casa estaba en silencio,
salvo por los sonidos apagados que procedían del dormitorio de Cande. Peter no
estaba a la vista. Lali supuso que estaba afuera, con Robbie Keir. Lali se
dirigió a las escaleras con piernas temblorosas. Iría al despacho de Nicolás,
donde, con toda seguridad, encontraría una botella de whisky. Quizás un trago
la ayudaría a calmar sus nervios y dejar de temblar. Lali se dio la vuelta de
una forma repentina cuando la puerta del dormitorio de Cande se abrió de golpe
y Agustín apareció con los ojos desorbitados.
—¡Es Candela! —declaró Agustín
presa del pánico—. ¡Tiene dolores! El bebé...
—¿Ha roto aguas?—preguntó Lali.
Agustín enrojeció y su boca se
abrió y se cerró como la de un pez. O no lo sabía o le daba demasiada vergüenza
responder a la pregunta. Lali se sintió enojada y tuvo que esforzarse para no
zarandearlo.
—¡Será mejor que vayas a
buscar al doctor Haskin! —exclamó Lali pasando junto a él y entrando en el
dormitorio de Cande.
Candela estaba acurrucada de
lado. Se sujetaba la barriga y se mordía el labio intentando contener el dolor
que experimentaba.
—¿Cande? —Al oír la voz de Lali,
Candela empezó a llorar de una forma incontrolable—. Cande, ¿has sangrado?
Lali la cogió por los hombros
y repitió la pregunta. Sus dedos se clavaron en la carne de Candela. El dolor
que le causó pareció atravesar la barrera del miedo que sentía Candela, quien
miró a Lali y lloró con menos intensidad.
—Sí, un poco. Y tengo dolores
de parto. ¡Pero es tan pronto! Es demasiado pronto... —Candela soltó un leve
gemido con la cara empapada en sudor—. Acabo de romper aguas —murmuró—. Es
demasiado pronto.
Estaba abortando. Lali leyó el
terror en su mirada y experimentó un momento de pánico antes de que una calma
fuera de lo común se apoderara de ella.
—Voy a buscar unas almohadas
para recostarte en la cama —declaró—. Y otras cosas. Enseguida vuelvo.
—Quiero que venga mamá. Ve a
buscarla, por favor.
—Vendrá en unos minutos. Y Agustín
ha ido a buscar al doctor.
Candela cerró los ojos y sus
pestañas temblaron sobre los pómulos de sus mejillas. Sufrió una contracción y
se retorció de dolor.
—Mariana —declaró con voz
entrecortada—, ¿de verdad ha muerto?
Algo en el interior de Lali se
encogió debido a la angustia.
—Sí, Cande —contestó Lali con
voz apagada.
—Mariana, no quiero morirme.
¡Tengo tanto miedo! Creo... Creo que yo también me voy a morir.
A Lali le costó reprimir una
oleada de rabia e impotencia. Lo único que quería era encontrar un rincón
solitario y llorar. ¿Acaso no habían ocurrido ya suficientes calamidades
aquella noche? No quería tener que sobrellevar más desgracias. No quería tener
que ser fuerte por su hermana, pues necesitaba toda su fortaleza para ella
misma.
Sus propios pensamientos la
horrorizaron. ¡Qué egoísta era!
—No te vas a morir —declaró—.
No malgastes tus energías preocupándote por ideas absurdas.
Sus palabras estaban cargadas
de remordimiento, pero era poco probable que Candela lo hubiera percibido. Lali
salió de la habitación, corrió al dormitorio de Nicolás y abrió la puerta de
golpe. Emilia, sobresaltada, levantó la vista. Tenía las manos unidas en una
plegaria.
—Cande está teniendo al bebé
—declaró Lali con voz ronca—. Te necesita.
Emilia parpadeó y habló como
si estuviera soñando.
—Está alterada por Nico...
—Está más que alterada. Ha
roto aguas y está sangrando. Y tiene dolores de parto. Quédate con ella
mientras busco algo para limpiar la cama.
Lali se marchó sin esperar la
respuesta de Emilia y casi tropezó con Alelí, quien estaba en medio del
pasillo.
—¿Qué le ocurre a mamá? —preguntó
la niña con los ojos muy abiertos y los labios pálidos.
—Alelí, cariño, ve a la cama.
—No tenía sentido mentirle—. Tu mamá está teniendo al bebé. Tienes que quedarte
en tu habitación y quitarte de en medio.
Incluso a su corta edad, Alelí
había oído suficientes conversaciones sobre partos para saber que iban unidos
al dolor y la muerte. Para una niña observadora que había oído las historias
terroríficas que las mujeres contaban acerca de los partos que habían tenido,
el misterioso estado del embarazo constituía algo peligroso y digno de temer.
—¿Mamá se va a...?
—Tu madre estará bien
—respondió Lali con rapidez mientras la empujaba hacia su dormitorio—. Ahora
vete y no vuelvas a levantarte de la cama.
Continuará...
+10 :(
Ahora por eso culparan a Peter ojalá que no :(
ResponderEliminarpero ya no pueden culpar a peter lo golpearon cuando entro en la casa y al guardia y se vio que alguien se fue, bueno esperemos que lo vean de ese modo :?
ResponderEliminarlo peor es que le van a preguntar a lali que como lo sabia, y peter va a pensar que estaba con el para distraerlo solamente :?
Noooo! Paso igual! No puede ser!! Sube otro!!!!
ResponderEliminar+++++
ResponderEliminarY ahora???? Que intriga!
ResponderEliminarOtroooo, Lali no podía evitar la muerte de Nicolás pero si esta ahí para evitar que lo culpen a peter!!
ResponderEliminarNo nos puedes dejar asi!!! Que horror pobre lali...
ResponderEliminarMierda +++++++++
ResponderEliminar@x_ferreyra7
Porfavor subi, Porfavor Porfavor Porfavor Porfavor no voy a aguantaaaar, si pasa lo que creo que va a pasar y el bebe se muere y entonces Lali nunca va a nacer, y por ahi puede ser que desaparezca de esta vida, y eso es lo que la Aleli grande le conto a Lali, pero entonces no entiendo porqué, o capaz Peter se fue del rancho porque estaba devastado de que ella ya no estaba o no se ya toda mi cabeza es enroscada subiii porfaa
ResponderEliminarNoo cm que murió Nicolás, ahora se viene el quilombo, ojala Lali evite que lo culpen a Peter y diga que estuvo con ella todo el rato,
ResponderEliminarNooo :( que sea un sueño :(
ResponderEliminarpara mi peter va a pensar que fue lali subí más
ResponderEliminarMaassss
ResponderEliminarmaaaaaaas
ResponderEliminarSe les juntó todo el follón.
ResponderEliminarPobre Lali ,con lo k sabe ,y lo k está pasando ,tiene k mantener la cabeza fría x todos.
ResponderEliminarPense que la presencia de lali en el pasado era para evitar la muerte de Nicolas, lo que se viene ! Otro
ResponderEliminar