En cuanto estuvieron firmados los contratos y se hubo llegado a un
acuerdo sobre el calendario de pagos, hubo que tomar rápidamente muchas
decisiones. Lali había aprobado enseguida los muebles de serie color crema para
la cocina y que las encimeras fueran de madera de arce. Sin embargo, todavía
tenía que elegir los grifos, los tiradores y las piezas de baño, así como las
baldosas, la moqueta, los electrodomésticos y las lámparas. «Ahora es cuando
ayuda tener un presupuesto limitado —le había dicho Peter—. Algunas decisiones
se tomarán por sí solas en cuanto veas los precios.»
Habían
acordado mantener el estilo de bungaló de la casa lo más posible, con
revestimientos sencillos, maderas nobles, tonos sutiles y algún que otro toque
de color.
A
Mery no le interesaban las gamas de color ni mirar muestras de azulejos, así
que Lali tendría que escoger la decoración y los acabados.
—Además
—le había dicho Mery—, tú eres quien vivirá en la casa, así que decide tú qué
aspecto va a tener.
—¿Y
si luego no te gusta?
—No
tengo gusto —le había respondido Mery alegremente—. Me gusta todo. Adelante.
A
Lali le parecía bien, porque le gustaba ir a los almacenes de materiales de
construcción y mirar catálogos. Además quería poder pasar más tiempo con Peter.
Aunque ya supiera muchas cosas de él, seguía siendo para ella un desconocido
fascinador. No era un encanto como su hermano Gastón, ni intentaba serlo. Tenía
algo de inalcanzable, una lejanía intolerante que en cierto modo solo le hacía
más atractivo.
Aunque
Lali no tenía ninguna duda de que Peter bebía demasiado (desde luego él no
había intentado fingir lo contrario), de momento había estado a la altura de su
reputación de ser de confianza. Llegaba pronto a donde hubieran acordado
encontrarse. Le gustaban los horarios y las listas y usaba más notas adhesivas
que nadie que hubiera conocido ella. Estaba segura de que tenía que comprarlas
al por mayor. Las pegaba en las paredes y las ventanas, a los cables y a las
muestras de suelo y a los catálogos, las usaba como tarjeta de visita, para
recordar las citas y para las listas de la compra. Cuando Lali no sabía dónde
estaba un sitio del que él le hablaba, le dibujaba un pequeño mapa y se lo
pegaba al bolso. Cuando iban a una tienda de electrodomésticos, pegaba
cuadrados azules de papel en todos los modelos de nevera, lavavajillas y horno
de las medidas adecuadas para la cocina.
—Estás
malgastando árboles —le dijo Lali en un momento dado—. ¿Alguna vez se te ha
ocurrido anotar las cosas en el teléfono o llevar una tableta digital?
—Los
Post-it son más rápidos.
—¿Y
por qué no escribes una lista en un papel grande?
—A
veces lo hago. En Post-it Jumbo, esos tamaño gigante.
Tal
vez por lo controlado que era, descubrir una arbitrariedad en él fue un alivio
para Lali. Le hubiera gustado aprender más sobre él, encontrar sus debilidades.
Enterarse de si ella podía ser una de esas debilidades.
Sin
embargo, no había fisuras en la armadura. Peter la trataba con estudiada
cortesía y ella se preguntaba si no habría soñado la escena en la cocina de
Artist’s Point.
Peter
le preguntó muchas cosas de su familia y de su abuela. Incluso le preguntó
acerca de su abuelo Gus, a quien ella no había conocido y apenas sabía nada,
aparte de que había sido piloto durante la guerra y después trabajado como
ingeniero en la Boeing. Había muerto de cáncer de pulmón antes de que Lali
naciera.
—Así
que era fumador —había dicho Peter en un tono de ligera censura.
—Creo
que en aquella época todo el mundo fumaba —había respondido Lali con pesar—.
Upsie me contó que el médico de mi abuelo decía que fumar probablemente era
bueno para su estado nervioso.
A
Peter aquello le había interesado bastante.
—¿Su
estado nervioso?
—Sufría
estrés postraumático. Por aquel entonces lo llamaban trauma de guerra. Creo que
el abuelo Gus estaba bastante mal. Su avión fue derribado sobre la jungla
birmana, detrás de las líneas japonesas. Tuvo que ocultarse un par de días,
solo y herido, antes de que pudieran rescatarlo.
Después
de haberle hablado del pasado de su familia, Lali esperaba que Peter hiciera lo
mismo. Pero cuando intentó enterarse de más cosas sobre él, haciéndole
preguntas sobre el divorcio o sus hermanos o incluso algo como por qué se había
dedicado a ser contratista, él se cerró y se volvió distante. Aquello la ponía
frenética. Lo único que podía hacer para afrontar sus evasivas era ser
paciente, darle ánimos, y esperar que con el tiempo se abriera a ella.
Lali
tenía una tendencia innata a cuidar de la gente. Seguramente aquella era una
característica de los Espósito, porque Mery también. A las dos les encantaba
acoger a los viajeros cansados o a los huéspedes quemados en la posada, muchos
de los cuales estaban pasando por alguno de los interminables problemas
inherentes al ser humano. Les resultaba gratificante poder ofrecerles una
habitación tranquila, una cama cómoda y un buen desayuno por la mañana. A pesar
de que nada de aquello arreglaba los problemas de nadie, era una liberación.
—¿Nunca
te hartas de esto? —le había preguntado un día Mery, guardando los platos
limpios mientras Lali preparaba galletas—. De tanto hornear y cocinar y cosas
por el estilo.
—No.
—Lali amasó la pasta para las galletas hasta dejarla completamente plana—. ¿Por
qué lo preguntas?
—Por
nada. Simplemente intento adivinar lo que te gusta de esto. Ya sabes lo que
opino de la cocina. Si no fuera por el microondas, me habría muerto de hambre
mucho antes de que empezaras a trabajar aquí.
Lali
había sonreído.
—Yo
me he preguntado lo mismo acerca de tu gusto por practicar jogging e ir en bicicleta. Para mí hacer ejercicio es lo más
aburrido del mundo.
—Estar
fuera, en la naturaleza, es diferente cada día. Varía el tiempo, cambia el
paisaje, se suceden las estaciones... todo cambia constantemente, mientras que
en la cocina... Te he visto preparar galletas un centenar de veces y no es muy
emocionante que digamos.
—Cuando
quiero emociones, cambio la forma de las galletas.
Mery
había sonreído.
Lali
cogió moldes de cortar galletas en forma de flor, mariquita y mariposa.
—Me
encanta hacer esto. Me recuerda mi infancia, cuando la mayoría de mis problemas
tenían solución con una galleta.
—Para
mí sigue siendo así. No tengo problemas. Bueno, no tengo verdaderos problemas.
He aquí la clave de la felicidad: apreciar lo que tienes mientras todavía lo
tienes.
—Yo
podría ser más feliz... —dijo Lali pensativa.
—¿Cómo?
—Me
gustaría tener a alguien especial. Me gustaría saber cómo es enamorarse de
verdad.
—No,
no te gustaría. Lo mejor es la soltería. Así eres independiente y puedes vivir
aventuras sin que nadie te frene. Puedes hacer lo que te dé la gana. Disfruta
de tu libertad, Lali. El mundo es hermoso.
—La
disfruto la mayoría del tiempo, pero a veces la libertad me parece un término
que describe no tener a nadie junto a quien acurrucarse el viernes por la
noche.
—No
te hace falta estar enamorada para acurrucarte contra alguien.
—No
es lo mismo hacerlo con alguien a quien no amas.
Mery
sonrió.
—¿Estamos
utilizando el término «acurrucarse» metafóricamente? Porque eso me recuerda la
necrológica que leí de Ann Landers, donde decía que una de sus columnas más
populares fue una encuesta en la que preguntaba si las mujeres escogerían los
abrazos o el sexo. Como tres cuartas partes de sus lectoras dijeron que los
abrazos. —Hizo una mueca.
—Tú
habrías escogido el sexo —afirmó Lali.
—Pues
claro. Los abrazos están bien durante treinta segundos, pero a partir de ahí
son irritantes.
—¿Irritantes
física o emocionalmente?
—Física
y emocionalmente. Y si abrazas a un hombre demasiado a menudo, lo animas a pensar
que tienen una relación y eso le da sentido.
—¿Qué
tiene de malo que tenga sentido?
—Una
relación con sentido es lo mismo que una relación seria. Y lo serio es lo
contrario de lo divertido. Mi madre mi dijo que la vida debería ser siempre
divertida.
Aunque
Lali llevaba años sin ver a la madre de Mery, su tía Marigold, recordaba lo
hermosa y excéntrica que había sido. Marigold había educado a su única hija para
que fuera un espíritu libre como ella. A veces se llevaba a Mery a fiestas con
nombres raros, como la de Beltane o la Reunión de la Vieja Tierra. Preparaba
platos de los que Lali no había oído hablar jamás, cosas como pan de aquelarre
con miel y limón, pastel del Día de la Marmota o coliflor de la medialuna. Tras
visitar a unos parientes lejanos, Mery había vuelto con historias acerca de que
había participado en círculos de tambores y rituales en el bosque, a
medianoche, bailando a la luz de la luna.
Lali
se preguntaba a menudo por qué Marigold nunca visitaba la posada y por qué ella
y Mery parecían prácticamente enemistadas. Cuando había intentado preguntárselo
a su prima, esta se había negado rotundamente a hablar del tema.
—La
mayoría de los padres les dicen a sus hijos que la vida no es siempre
divertida. ¿Estás segura de que no fue eso lo que te dijo? —se atrevió a
sugerir Lali.
—No.
Estoy segura de que debería ser divertida. Por eso la posada es perfecta para
mí. Me gusta encontrarme con gente nueva, llegar a conocerla superficialmente y
dejar que siga su camino. Esto me aporta un suministro continuo de amistades
breves.
A
diferencia de Mery, Lali quería algo duradero en su vida. Le había gustado la
estabilidad del matrimonio y el compañerismo, y esperaba volver a casarse algún
día. Sin embargo, la próxima vez tendría que escoger con cuidado. Aunque el
divorcio de Chris había sido cordial, no quería tener que volver a pasar por
algo así de nuevo.
En
cuanto a Peter Lanzani, no era la clase de hombre que encajaba en sus planes. Lali
decidió que se centraría en cultivar una amistad con él, nada más. Se conocía
lo bastante bien como para estar segura de que no le iban las aventuras
fugaces. Tendría que creer a Peter cuando decía que ella no sería capaz de
tenerlo como amante. «Debo tener todo el control», le había dicho él con
aquella voz aterciopelada. También le había dicho: «Yo no soy agradable.» Se lo
había dicho con intención de prevenirla contra él, pero al mismo tiempo había
despertado en ella una viva curiosidad por saber a qué se refería.
Continuará...
+10 :)
+++++
ResponderEliminar@x_ferreyra7
Peter es un mala onda jajaja ojala aparezca alguien para Lali y q Peter se ponga celoso :)
ResponderEliminarme encanta quiero mas
ResponderEliminarya extrañaba un nuevo capítulo :D
mas novela
ResponderEliminarDani tienes algun twitter??? Estoy leyendo tu blogs hace unas semanas aun no he llegado hasta esta historia y queria saber si las demas noves (las antiguas) se pueden descargar de algun lugar plisss... Que solo aparecen para descarga directa las ultimas
ResponderEliminarPD: me encantan todas tus historias, tienes mucho talentoooo
@MaryPazhi
Mari muchas gracias!!! igual yo no las escribo... solo hago adaptaciones.
EliminarEn un rato te paso las noves... :)
@Fics_Laliter
Massssss
ResponderEliminarPeter siempre poniendo barreras a sus sentimientos.
ResponderEliminarMery ,k equivocada k está.
ResponderEliminarPeter es muy cerrado.
ResponderEliminarComo he echado d menos a Gus ,en este cap.
ResponderEliminarLa verdad esperaba k Peter se sensibilizara con la historia d Elena y Gus.
ResponderEliminarOtrooo, me leiv todos los caps en unas horas y la nove es genial :)
ResponderEliminarLali dale celos a peter que se lo merece!masss plisss uno es muy poco jajaj
ResponderEliminar++++++++++++++
ResponderEliminarMe encanta, maratón!! Necesito saber que va a pasar!!!
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