Cuando Peter subió al caballo,
sus facciones volvían a ser inescrutables. Por su expresión, Lali nunca habría
dicho que nada fuera de lo común había sucedido. Lali fue consciente de su
aspecto desarreglado e hizo lo posible por alisar su ropa.
—Vamos —declaró Peter con
sequedad—. Ya hemos hecho esperar bastante a Benjamín, ¿no crees?
Ella asintió con la cabeza y
rozó con los talones los costados sudorosos de Jessie. Cuando estuvo segura de
que la yegua no le causaría más problemas, Lali carraspeó e intentó parecer tan
relajada en la montura como su acompañante
—¿Por qué vas tú al Double
Bar? —preguntó Lali.
—Por negocios.
—¿En relación con qué?
—En relación con el ternero
sin marcar que nos quedamos el otro día.
Lali no pudo contener una
sonrisa de triunfo.
—¿El que marcaron y tú
afirmaste que era justo? ¿El que robamos para enseñarles a mantener a su ganado
lejos de nuestras tierras?
—Sí, el mismo. Y, ahora que
veo tu expresión satisfecha, te diré que ayer, como contrapartida, desplazaron
la línea divisoria que limita sus tierras con las de tu padre en su beneficio y
que arrancaron de cuajo nuestra valla.
—¡Bromeas!
—No. En algunos lugares esto
es suficiente para hacer uso de las armas.
—¿Qué vas a hacer tú?
—Lograr algún tipo de acuerdo.
No resultará difícil. El rancho Sunrise y el Double Bar son grandes y pueden
permitirse unas cuantas disputas por el territorio. Además, todos tienen los
ojos puestos en el romance que ha surgido entre Benjamín y tú. La única persona
a la que le gusta la idea de un posible matrimonio entre ustedes más que a tu
padre, es George, el padre de Benjamín. —Peter sonrió con sarcasmo—. Ninguno de
esos dos padres amorosos hará nada que se interponga en el camino del amor
verdadero.
Lali estaba atónita.
—Yo no voy a casarme con
nadie.
Peter arqueó una ceja y sonrió
con escepticismo.
—Pues conmocionaste a muchas
personas con esa posibilidad.
—¿Y qué pasa si decido que no
estamos hechos el uno para el otro? ¿Qué pasa si rompo mi relación con Benjamín?
—Te gusta crear problemas,
¿verdad? Te aconsejo que esta vez actúes con prudencia. A los Amadeo no les
gusta que se juegue con ellos. Y, en todo lo relacionado con su hijo, George es
muy sensible.
Lali permaneció ansiosa y en
silencio mientras cruzaban la frontera entre el rancho Sunrise y el Double Bar.
Un vigilante del Double Bar acudió a recibirlos. Su caballo ruano pateó el suelo
cuando todos detuvieron la marcha y se saludaron.
—Buenos días —declaró Peter.
El vaquero del Double Bar
saludó con la cabeza y clavó su mirada en la de Peter de una forma desafiante.
Cuando se producía una disputa en relación con los pastos, pasaban varios días
antes de que los ánimos se calmaran, y todos participaban de la controversia,
desde los dueños de los ranchos hasta los peones.
—¿A qué has venido?
—Es una visita amistosa
—contestó Peter.
—Sólo intentamos ser buenos
vecinos —intervino Lali con nerviosismo, con lo que se ganó una mirada asesina
de su acompañante.
El vigilante del Double Bar la
miró con admiración.
—Buenos días, señorita Espósito.
Bonito día, ¿no cree?
—No está mal —contestó ella
con una sonrisa seductora que el vaquero le devolvió sin titubear.
—Pueden ustedes pasar,
señorita Espósito.
Cuando estaban fuera del
alcance del oído del vaquero, Peter la miró con el ceño fruncido.
—¿No hay ningún hombre en
Tejas que esté a salvo de ti?
—¡Yo no estaba flirteando!
—Los únicos hombres con los
que no flirteas son los miembros de tu familia.
Ella sintió deseos de acabar
con su arrogancia.
—Supongo que lo sabes todo de
mí, ¿no es así señor Lanzani?
—Hay una cosa que no sé.
Lali simuló sentirse
impresionada.
—¡Dios mío! ¿Qué puede ser?
—Dónde estuviste ayer durante
aquellas dos horas.
—¿Por qué te importa tanto
este detalle? ¿Qué diferencia puede suponer para ti?
—Sunrise no es más que un
pueblo. Resulta difícil permanecer fuera del alcance de la vista durante mucho
tiempo. Stéfano y yo peinamos la ciudad con esmero y no había ni rastro de ti.
—¿Alguien les dijo dónde me
habían visto por última vez?
Él soltó una risa breve.
—El viejo Charlie Kendrick
declaró que te había visto desvanecerte en el aire. Claro que llevaba tres días
bebiendo sin parar.
—Desvanecerme —repitió ella
con voz temblorosa y, tras realizar un esfuerzo, consiguió reír— ¡Qué ridículo!
—¡Mira! —Peter contemplaba con
los ojos entrecerrados a un jinete que se acercaba a ellos—. El pichoncito no
podía esperar.
—¿Ése es Benjamín?
—¿Acaso no lo reconoces?
—El sol me da en los ojos.
El jinete se detuvo junto a Lali,
levantó una mano hasta el ala de su sombrero y esbozó una sonrisa radiante. A
ella le sorprendió lo mucho que se parecía al viejo Amadeo. ¡De modo que éste
era él! ¡Qué guapo era de joven! Tenía el pelo rubio y en su rostro destacaban
sus ojos azules y brillantes. Benjamín era corpulento, aunque más que obeso,
era grande. Parecía un caballero y, a juzgar por su sonrisa, debía de ser
absolutamente encantador. Al percibir la calidez de su expresión y el
resplandor de sus ojos azules, Lali no pudo evitar devolverle la sonrisa.
—Llegas un poco tarde —declaró
él sin apartar la mirada de Lali—. ¿Has tenido algún problema?
—Nada grave —declaró Peter con
lentitud—. Dime, ¿en qué estado de ánimo encontraré a tu padre?
Benjamín lo miró con una
antipatía evidente.
—En el mismo de siempre.
—Eso me temía. —Peter miró en
la dirección de la que Benjamín procedía—. Confío en que llevarás a la señorita
Mariana sana y salva de vuelta a casa.
—Te lo garantizo —contestó Benjamín—.
Vamos, Mariana.
Ella titubeó y miró a Peter
con incertidumbre.
—Peter...
En su rostro sólo había
indiferencia.
Ella quería darle las gracias,
aunque no estaba segura por qué.
—Supongo que..., te veré en la
cena —declaró ella, y las comisuras de los labios de Peter se curvaron en un
esbozo de sonrisa.
—Sólo si no te olvidas de cómo
montar a Jessie durante el camino de vuelta.
Ella le lanzó una mirada
iracunda. Al percibir su impotencia y enfado, Peter se rió entre dientes, dio
un golpe de talón a su montura y se alejó.
—¿Qué ha querido decir?
—preguntó Benjamín con voz molesta, mientras Lali contemplaba atribulada cómo
se alejaba Peter.
—Sólo estaba siendo
desagradable —argumentó ella—. Como siempre.
Tras un breve silencio, Benjamín
cogió la mano de Lali y se la llevó a los labios.
—Te he echado de menos
—declaró con voz suave. Lali no sabía qué contestarle. Para ella, Benjamín era
un auténtico desconocido, pero él la miraba como si hubieran compartido muchos
momentos de intimidad—. ¡Santo cielo, qué guapa eres! Y hoy estás más guapa que
nunca. ¿Qué hay en ti que hace que el corazón me duela tanto?
Lali lo miró con asombro.
«Habla como si estuviera enamorado de mí —pensó alarmada—. ¿Hasta qué grado de
intimidad hemos llegado? Mejor dicho, ¿qué grado de intimidad han tenido Mariana
y él? ¡Ojalá no me mirara de esta manera!»
—Vayamos a nuestro lugar
—declaró él mientras parecía comérsela con sus ojos azules.
Lali asintió poco a poco con
la cabeza y retiró la mano de la de Benjamín.
Su lugar resultó ser un
espacio aislado situado cerca de un arroyo de aguas tranquilas que bordeaba las
tierras del rancho Sunrise. Mientras los caballos bebían en el riachuelo, Benjamín
ayudó a Lali a sentarse a la sombra de un árbol robusto.
—Temía que no vinieras esta
mañana —declaró Benjamín mientras se sentaba al lado de Lali y deslizaba el
brazo por la espalda de ella.
Aquel gesto de familiaridad
hizo que Lali se pusiera tensa, pero él no pareció darse cuenta.
—¿Qué habrías hecho si no
hubiera venido?
—Habría cabalgado hasta el
rancho de tu padre y te habría traído yo mismo. —Benjamín sonrió torciendo la
boca—. No habría aguantado otro día sin verte.
—¿Cuánto hace que no nos vemos
con exactitud?
—Una eternidad. Siete días,
dos horas y treinta y siete minutos.
Lali se echó a reír y él se
inclinó para besarle la punta de la nariz. Lali, sorprendida, apartó la cabeza
de golpe.
—¿Ahora te pones tímida
conmigo? —preguntó él con dulzura—. Nunca antes te habías mostrado tímida
conmigo, cariño. —Benjamín se inclinó hacia ella y la besó en el cuello.
Lali se sonrojó y se apartó de
el. ¡Por todos los santos! ¿Qué les pasaba a aquellos hombres? La habían
besuqueado más en las últimas veinticuatro horas que en el resto de su vida.
—Debería de haber imaginado
que te mostrarías voluble conmigo —refunfuñó Benjamín—. Pero esto sólo hace que
te desee más.
—Lo único que ocurre es que
quiero hablar un poco.
Los ojos azules de Benjamín se
volvieron serios de inmediato.
—¿Acerca de qué? ¿De lo que te
dije la otra noche?
—Yo... no me acuerdo de lo que
me dijiste.
—¿Tú...? Santo cielo, Mariana,
¿siempre tienes que hablar en broma? Si no quieres hablar de aquello, no
volveré a mencionarlo. Me basta con saber que no lo impedirás.
Lali frunció el ceño y miró a Benjamín
con curiosidad. ¿Se refería a una propuesta de matrimonio o a algún otro plan
que habían trazado?
—No, no lo impediré —respondió
ella con la esperanza de que él le diera más pistas.
—¿Crees que Alelí comprendió
lo que había oído?
—Yo... no lo sé.
—No la pierdas de vista, con
eso será suficiente.
—Así lo haré.
—Vamos, cariño, no estés tan
preocupada. Todo saldrá bien. Lo haremos a tiempo. Confías en mí, ¿no?
—Sí, yo... ¡Benjamín!
Él la había cogido por los
hombros y la había tumbado sobre su regazo.
—¡Ya está bien de hablar, Mariana!
Me moriré si espero un segundo más.
Benjamín le dio un largo beso
en los labios. Tras la sorpresa inicial, Lali permaneció en actitud pasiva en
sus brazos y le devolvió la presión del beso. «¡Dios mío, nunca imaginé que
besaría al viejo Amadeo!», pensó Lali con nerviosismo. De repente, no pudo
evitar echarse a reír. Benjamín deslizó la mano hasta su pecho y lo acarició
levemente. Lali se puso tensa y lo encontró de todo menos excitante. Se suponía
que debían tratarse con familiaridad, pero ella no lo conocía en absoluto y no
podía fingir que disfrutaba de sus caricias. A Lali le resultó difícil contener
un suspiro de alivio cuando él deslizó la mano hasta su cintura y no la movió
más. Al final, Benjamín levantó la cabeza y sonrió a Lali. Por lo visto se
sentía satisfecho con su respuesta, aunque ésta había sido totalmente pasiva.
—Te quiero —susurró él.
A Lali se le encogió el
estómago. Ella no podía pronunciar aquellas palabras. No le había dicho a
ningún hombre que lo quería y no deseaba que la primera vez fuera una mentira. Lali
se sentía terriblemente culpable e intentó devolverle la mirada a Benjamín.
—¡Oh, Benjamín! —exclamó con
voz temblorosa, y él no se dio cuenta de que el temblor se debía al nerviosismo,
no al amor.
Él la abrazó en silencio y la
apretó contra su pecho, y ella descubrió, con cierta sorpresa, que le resultaba
tranquilizador que él la abrazara. Qué distinto era aquel abrazo a la sensación
de tormento y excitación que había experimentado en los brazos de Peter. El
vello de la nuca se le erizó al recordar la boca de Peter muy cerca de su oreja
y su mano apoyada ligeramente en su cuerpo. ¿Cómo podía habérselo permitido?
Ahora él no dejaría que ella lo olvidara nunca.
El resto de la mañana resultó
extrañamente relajante. Benjamín y ella permanecieron abrazados y en silencio
durante largos períodos de tiempo mientras contemplaban el borboteante
riachuelo. Aunque Benjamín parecía sentir que ella le pertenecía, no la manoseó
ni intentó propasarse. La besó con frecuencia, pero siempre fue amable con
ella, como si temiera que pudiera romperse. En múltiples ocasiones, Lali volvió
la cabeza hacia Benjamín y vio que él la contemplaba embelesado, casi
hechizado. ¿Qué había hecho Mariana Espósito para causar en él aquella
obsesión?
—Mariana Amadeo —murmuró él
mientras la abrazaba.
Lali experimentó un ligero
sobresalto.
—¿Qué?
—Así es como te llamarás
pronto. Mariana Amadeo. Suena bien, ¿no crees?
—Suena distinto —declaró ella
con cautela.
El deslizó el dorso de su mano
por la mejilla de Lali.
—Bruja —susurró él—. Tienes la
cara de un ángel y el corazón de una bruja. Nunca me libraré de ti. Aunque lo
quisiera, no podría. Eres la dueña de mi corazón, Mariana.
—Yo no quiero ser la dueña de
nadie.
—Eres un misterio para mí.
Nunca te entenderé, aunque supongo que nadie lo hará. Tomas el corazón de los
hombres y, de vez en cuando, lo retuerces, pero de una forma muy dulce. Tu
belleza es la única razón de que te permita atarme como lo haces.
La intensidad de su mirada
hizo que Lali se sintiera incómoda.
—No me mires así, harás que me
vuelva una presuntuosa —contestó ella y se rió para suavizar la tensión.
Benjamín la imitó y soltó una
carcajada.
—Tengo que verte mañana
—declaró Benjamín mientras contemplaba cómo Lali se levantaba y sacudía las
hojas y la tierra de su falda.
—No sé si podremos vernos. —Lali
le sonrió—. Algo me dice que estaré muy ocupada.
—Te echo de menos, Mariana. Y
estoy harto de la forma en que tu padre y su bulldog te tienen vigilada. Cuando
voy a verte, siempre están merodeando a mi alrededor como...
—¿Su bulldog?
—Sí, Peter Lanzani. Sólo Dios
sabe por qué lo contrató tu padre o por qué confía en él. No es seguro para ti
estar cerca de él.
—¿Por qué lo dices?
—No trama nada bueno, cariño.
Tú piensa en ello. Un desconocido llega a Sunrise con una 44 y hablando con
acento del Este. Tiene reputación de jugador y de ladrón de terneros sin
marcar. De algún modo, encuentra el camino al rancho Sunrise y consigue que tu
padre lo contrate. Cualquiera que tenga ojos en la cara puede ver que es un
fugitivo de la ley. Siempre se sabe cuándo un hombre es un mentiroso de tomo y
lomo.
—Supongo que sí.
Lali contempló el riachuelo y
frunció el ceño de una forma reflexiva. A continuación, le pidió a Benjamín que
la acompañara a casa.
Continuará...
+10 ;)
Más me encanta!!
ResponderEliminarMaassss
ResponderEliminarAlgo me dice q planeo matar a su propio padre...espero q no sea asi
Mass
Masss
ResponderEliminarMassssss
ResponderEliminarmaaas
ResponderEliminarBenjamin no me agrada y algo me dice que el tuvo algo que ver con lo q paso.
ResponderEliminarOtro por favor!!!
ResponderEliminarEsta increible esta novela, el misterio me atrapo desde el primer capitulo. Porfaa subi mas que no aguanto
ResponderEliminarOtrooo :)
ResponderEliminarOtroo
ResponderEliminarmariana tuvo algo que ver con lo que le pasó a Nicolás? O ella de verdad se esfumo? Me acuerdo que en los primeros capítulos se hablo del viejo b y como había quedaDo después de que ella dsapareciera
ResponderEliminarYa tardaba Benjamín en echar mierda sobre Peter!!!
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