Aunque las diferencias que
existían entre su vida anterior y la que estaba viviendo en aquel momento podían
hacerle cierta gracia, a Lali algunas cosas le resultaban difíciles de
sobrellevar. Nunca antes había deseado ser un hombre ni había sentido envidia
por la libertad que ellos disfrutaban. Lali se esforzaba en refrenar sus
impulsos naturales e imitar el ejemplo de Emilia y de Candela. ¡Pero en aquel
mundo había tantas cosas que no podía hacer o decir..., tantas cosas que le
eran vedadas!
En aquel mundo las mujeres
tenían que ser sencillas y no tener pretensiones. Lali tenía que esforzarse en
no protagonizar más que un pequeño porcentaje de las conversaciones durante las
comidas. A los hombres no les gustaba que las mujeres interrumpieran sus
conversaciones de negocios aunque tuvieran algo importante que decir.
Los hombres podían ser
directos respecto a lo que querían, pero las mujeres tenían que conseguirlo de
una forma indirecta y con hábiles maniobras. La forma de actuar de las mujeres
era mediante conversaciones susurradas y movimientos pausados y discretos y
cuando tenían que reprobar o corregir algo tenían que hacerlo con voz
afectuosa. En aquel mundo ella podía ser franca y directa con los niños, los
sirvientes y las demás mujeres, pero nunca con un hombre. Con los hombres tenía
que reprimirse, esbozar sonrisas tontas y hablar con indecisión. Lali había
descubierto que incluso Nicolás resultaba más accesible cuando ella se mostraba
tímida y dulce con él, pero si Lali actuaba como si fuera ella quien llevara
los pantalones, él la amenazaba con encerrarla en su habitación.
Algo que ella nunca había
esperado era su creciente deseo de disfrutar de compañía masculina. En aquel
mundo había una gran separación entre los sexos, un hecho que tanto los hombres
como las mujeres daban por sentado. Sin embargo, ella había crecido en una
época distinta en la que los hombres y las mujeres interactuaban continuamente
como amigos, compañeros y, a veces, como socios profesionales.
Pero allí no. En aquella época
no. Allí Lali se veía relegada a una existencia mayoritariamente poblada por
mujeres que llenaban sus días cuidando a los niños, intercambiando secretos
femeninos y creando amistades íntimas entre ellas. Lali enseguida se cansó de
las conversaciones acerca de los partos, los cortejos, los niños y el
matrimonio. En aquel entorno de mujeres, los hombres jugaban un papel
secundario, aparecían a la hora de la cena, daban palmaditas en el hombro a los
niños y contestaban a las preguntas de las mujeres con monosílabos.
Cuando el marido de una vecina
o de una prima de la familia se iba de viaje, ella se quedaba en el rancho
Sunrise durante una o varias semanas compartiendo con las mujeres de la casa el
contenido de las cartas que recibía y los cotilleos, cosiendo y hablando acerca
de la familia. En aquel mundo, las mujeres no tenían un papel propio, salvo
como esposas de un hombre. Sólo en la compañía de otras mujeres, éstas
disfrutaban de privilegios y autoridad propios. Las hijas imitaban a las madres
y a sus hermanas mayores hasta que podían reproducir el mismo tipo de conducta,
las mismas costumbres y la misma forma de interrelacionarse.
A veces, Lali buscaba la compañía
de Peter por el mero placer de discutir y liberarse de su frustración y, en
este sentido, él siempre la complacía. Peter discutía con ella acerca de
cualquier tema y no se reprimía ni le hablaba con la amable condescendencia que
empleaban los demás hombres cuando hablaban con una mujer. Ser tratada como un
ser humano constituía un alivio a pesar de que Peter fuera sarcástico e
hiriente. Sus discusiones se habían convertido en actos de complicidad que
desarrollaban a espaldas de los demás. Si alguien descubriera sus peleas, de
una u otra forma las impediría y ella no quería que esto sucediera. En cierto
sentido, Peter se había convertido en su tabla de salvación.
Aunque pasaban mucho tiempo
juntos, Lali todavía sabía poco acerca de él. Peter acompañaba a Lali y a Candela
cuando iban al pueblo, encontraba tiempo para contemplar, con Nicolás y Lali,
la doma de algún que otro caballo e incluso acompañó al muchacho de los puntos
de seda rosa a la casa para que le agradeciera personalmente a Lali lo que
había hecho por él. Peter también acompañaba a Lali al Double Bar las mañanas
que ella iba a encontrarse con Benjamín. De vez en cuando, el sexto sentido de Lali
la impulsaba a darse la vuelta y entonces descubría que Peter estaba cerca,
observándola como un gato a un ratón, mirando Dios sabía qué.
Un día, Lali separó unos
centímetros las cortinas de encaje del salón y contempló las escaleras del
porche. Casi había anochecido. Procedentes de la habitación contigua le
llegaban los sonidos de los platos al ser retirados de la mesa y el murmullo de
unas voces. Una figura corpulenta estaba sentada en los escalones del porche de
espaldas a ella y liaba un cigarrillo con tabaco y una farfolla de maíz. Se
trataba de Gastón. Lali tenía muchas ganas de salir a hablar con él, aunque no
sabía qué decirle ni qué preguntarle. ¿Por qué estaba sentado allí? Parecía que
estuviera esperando algo.
Mientras Lali lo observaba, él
volvió la cabeza con lentitud y la miró a través de la ventana. Los últimos
rayos del atardecer iluminaron su rostro. Los ojos de ambos se encontraron y
ella contuvo el aliento. Lali percibió algo en su mirada, una sabiduría que
casi la hizo sentirse mareada. Él la conocía. La miraba como si la conociera y
supiera que ella no era Mariana. Estaba casi convencida de que él lo sabía. El
nerviosismo circuló por sus venas.
—¿Qué estás mirando?
Al oír la voz de Peter, Lali
dio media vuelta con rapidez. Él estaba apoyado en el marco de la puerta y
tenía sus largas piernas cruzadas.
—Nada —contestó ella con
sequedad mientras soltaba la cortina.
Peter sonrió con lentitud, se
acercó a la ventana y miró al exterior. Gastón estaba otra vez de espaldas a la
casa y la silueta de su cuerpo se recortaba en el cielo del anochecer.
—Gastón, un personaje
interesante —comentó Peter—. Es un auténtico vago, pero sus historias son tan
buenas que no tuvimos más remedio que contratarlo. En realidad, vale su peso en
oro.
—No te he pedido tu opinión.
De repente, Lali se decidió y
salió de la habitación rozando a Peter camino de la puerta. Él hundió las manos
en los bolsillos y la siguió.
Cuando Lali salió al porche, Gastón
se volvió hacia ella y sonrió levemente mientras la saludaba con un movimiento
de la cabeza.
—Señor Gastón —lo saludó ella
con nerviosismo mientras entrelazaba los dedos de las manos. Sus ojos eran tan
oscuros que ella percibió en ellos su propio reflejo—. ¿Le importa si me siento
con usted un minuto?
—No, claro. Por favor.
Gastón realizó un gesto
alentador y ella percibió amabilidad en su rostro. Gastón tenía el pelo rubio y
chafado por haber llevado el sombrero puesto durante todo el día, y la piel
curtida por los años que había trabajado a la luz del sol. Era de constitución
baja y sólida. Sus manos eran toscas y recias debido a la dureza del trabajo
que había realizado a lo largo de su vida y descansaban sobre sus rodillas
dobladas.
Lali se sentó junto a él en
silencio y rodeó sus rodillas con sus brazos sin importarle el daño que los
ásperos escalones podían ocasionar a su vestido. Peter se sentó en el último
escalón con actitud negligente y simuló que no se daba cuenta de que era
evidente que Lali deseaba que se fuera.
—Hay algo de lo que me
gustaría hablar con usted —declaró Lali a Gastón.
A continuación, se interrumpió
confundida. No sabía cómo continuar. ¿Qué esperaba aprender de él con
exactitud? ¿Qué le había contado Alelí acerca de él? «Él tenía ideas propias
acerca de las cosas. A todos les gustaba escuchar sus historias. Él podía
predecir el futuro. Podía hacer que las cosas más extraordinarias parecieran
normales... »
Gastón sonrió como si pudiera
leer los pensamientos de Lali, cogió un pedazo de cuerda de cáñamo del suelo y
la enrolló con calma.
—Mire el cielo —declaró
mientras lo señalaba con el extremo de la cuerda—. Es tan claro que se ven
todas las estrellas. Las noches como ésta me hacen pensar. Cien años atrás, la
gente contemplaba estas mismas estrellas y lo más probable es que pensaran las
mismas cosas acerca de ellas que nosotros pensamos en este momento. Y cien años
a partir de ahora la gente seguirá mirándolas. Las estrellas nunca cambian.
—Parece usted supersticioso
—comentó Lali titubeante.
—¿Supersticioso? Sí, señorita.
He visto y he oído cosas que convertirían en supersticioso a cualquier hombre
que estuviera en su sano juicio.
Gastón arrastraba las palabras
con el típico acento de Tejas.
Mientras lo observaba, una
esperanza incontrolable creció en el corazón de Lali. La comprensión que
percibía en Gastón no era el resultado de una mera ilusión. Si la intuición
existía, en aquellos momentos la suya la empujaba a formular a Gastón ciertas
preguntas. Él tenía las respuestas. Lali apostaría algo a que así era.
—Entonces, ¿cree que pueden
ocurrir cosas que no responden a ninguna lógica? ¿Cosas que parece que han sido
sacadas de un libro de cuentos?
—Desde luego. A lo largo de mi
vida he visto muchos milagros. El problema es que la gente no los considera
milagros. —Gastón percibió la expresión cínica de Peter y sonrió—. Éste, por
ejemplo —declaró mientras señalaba a Peter—. Él es uno de ésos. Si no entiende
algo, intentará encontrar una explicación convincente que lo explique.
—Pero esto no significa que
los milagros no existan —razonó Lali.
Gastón le sonrió.
—Verá usted...
La risa burlona de Peter lo
interrumpió.
—Sea lo que sea, lo que es
seguro es que creer en cosas de magia como los milagros y los duendes no ayuda
a nadie.
—No estamos hablando de
duendes —replicó Lali enojada por su interrupción—. Pero si quieres hablar de
ellos con el señor Gastón, ven más tarde. Ahora estoy manteniendo una
conversación privada con él y, si no piensas irte, al menos guarda silencio.
Peter sonrió, se incorporó y
se limpió el polvo de la parte trasera de sus tejanos. Sin duda pensaba que
ella se estaba permitiendo unos momentos de pura fantasía y él no estaba en
absoluto interesado en compartirlos.
—Está bien, los dejaré hablar
de trucos y magia. Yo tengo que cambiar las cuerdas de la guitarra.
Lali contempló con preocupación
cómo se alejaba a largos pasos y suspiró.
—Quiero formularle una
pregunta. Me sentía ridícula hablando de estas cosas delante de él. Se trata de
una pregunta acerca del tiempo.
—¿El tiempo? Debo reconocer
que no sé mucho sobre esta cuestión, señorita Mariana. —Gastón sonrió—. Salvo
que pasa muy deprisa y que, sin duda, me gusta malgastarlo.
—He estado pensando acerca de
las cosas que han ocurrido en el pasado y sobre la posibilidad de... bueno, de
regresar al pasado y cambiarlas.
—Sin duda esto constituiría un
milagro. Y de los grandes.
—¿Cree que el tiempo podría
funcionar de esta manera?
Lali se ruborizó al darse
cuenta de lo ridícula que sonaba su idea, pero a Gastón no pareció
sorprenderle.
—¿Usted cree que funciona de
esta manera, señorita Mariana?
—No estoy segura. El tiempo no
es más que horas y minutos. Así es como lo he visto siempre. El ahora es el
ahora y el ayer, el ayer, y no hay vuelta atrás. Todo el mundo piensa igual.
—No todo el mundo.
—Yo empiezo a pensar de otra
forma, como si el tiempo fuera una distancia que pudiera recorrerse. Como si
existiera una carretera entre el ayer y el ahora. ¿Qué opina usted?
Los ojos claros de Gastón
resplandecieron.
—Veamos si podemos encontrarle
un sentido a todo esto. Ahora mismo todos nos desplazamos hacia delante en el
tiempo. Sin embargo, ¿si podemos desplazarnos hacia delante, no cree que
también podemos desplazarnos hacia atrás?
—Sí, sí que lo creo. ¿Entonces
usted cree que alguien podría retroceder en el tiempo? ¿Cree de verdad que esto
es posible?
—Sí, señorita. Esta
posibilidad constituye una certeza para mí, claro que a mí me gusta creer en
estas cosas.
—A mí también —contestó ella
en voz baja.
—De todos modos, yo diría que
no sucede muy a menudo. No muchas personas merecen una segunda oportunidad.
—¿Qué quiere decir con una
segunda oportunidad?
—Bueno, el objetivo de volver
atrás en el tiempo es éste, ¿no? Tener una segunda oportunidad. ¿Por qué habría
alguien de volver al pasado si no?
—Para cambiar algo que
hicieron otras personas.
Gastón se encogió de hombros.
—Es posible, pero yo opino que
cada uno debe ocuparse de sus propios asuntos. —Gastón se calló y lanzó a Lali
una mirada furtiva—. Imaginemos que alguien pudiera volver atrás en el tiempo.
Alguien como usted, por ejemplo. ¿Qué cosa que no fuera algo que hizo usted
misma podría cambiar en el pasado?
—¿Y si regresara en el tiempo
a una época anterior a mi nacimiento?
Gastón inclinó la cabeza en
actitud reflexiva.
—No sé si esto sería posible.
—¿No cree que podría viajar en
el tiempo a una época anterior a mi nacimiento? Entonces, ¿en su opinión, una
persona sólo podría desplazarse a lo largo de su propia vida?
Él sonrió y se encogió de
hombros.
—Todo esto se está
convirtiendo en algo demasiado complicado para mí.
—Para mí también —declaró Lali
mientras exhalaba un suspiro de resignación. A continuación, se incorporó con
cansancio—. Gracias de todos modos. Me ha dado algo en lo que pensar. ¡Ah, y...
por favor, no le cuente a nadie lo que hemos estado hablando! Sobre todo a Peter.
—No, señorita Mariana
—respondió él con una sonrisa circunspecta.
Lali, preocupada, se dio la
vuelta y se dirigió al corral.
«No creo que tenga razón en
todo lo que ha dicho. Yo sé que no pertenezco a este tiempo. Yo nací en 1910. Mariana
fue la primera en nacer, no yo. A menos que... A menos que yo sea, en realidad,
Mariana Espósito.»
Continuará...
+10 :o
Aaaa me mueee roooo
ResponderEliminarMass massssss
++++++
ResponderEliminarEsta novela va volverme pelotuda jajja jajja
@x_ferreyra7
Otroooo :D
ResponderEliminarMaaas
ResponderEliminarOtroo
ResponderEliminarOtroo
ResponderEliminarOtro porfaa
ResponderEliminarInteresantísimooooo!!!
ResponderEliminarSubí mas
"¿Qué cosa que no fuera algo que hizo usted misma podría cambiar en el pasado?" ...... Listo, chau! Esto me asegura que Mariana tuvo que ver con la muerte de Nicolas, tal vez no lo hizo ella porque desapareció antes pero seguro que ayudo a planearlo, ya estoy segura o casi segura jajajaja
ResponderEliminarAhora lo de que ella tal vez podría ser la verdadera Mariana Esposito, eso si que me confunde, porque es verdad que ella nació después, cómo podría ser ella la verdadera Mariana? Aparte Lali no se adapta a esa época, no sé.....si Lali en verdad pertenece a ese tiempo, que pasa con Mariana? Ella dónde queda?
MAAAS
ResponderEliminarUn intringulis completo.
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