Lali
entró en la habitación y se puso a mimar a su abuela, haciéndole preguntas con
preocupación y persuadiéndola para que tomara un sorbo de agua. Mientras se
marchaba, Peter oyó que Elena decía, con cierta irritación.
—Déjame
dormir, Lali. Yo también te quiero. Déjame descansar —oyó Peter que le decía Elena
con cierta irritación.
Cuando
por fin Lali apagó la luz y salió de la habitación, Fermín fue a tumbarse en
silencio junto a Elena.
—Te
deseaba —le susurró ella al cabo de un momento—. No pude encontrarte.
—Nunca
volveré a dejarte —le dijo Fermín. No sabía si podía oírlo, pero notó que se
relajaba e iba hundiéndose en el sueño.
Un
susurro quejumbroso:
—No
recuerdo nada.
—No
tienes por qué —repuso Fermín, sonriéndole en la oscuridad—. Esta noche he
encontrado todos tus recuerdos y los mantendré a buen recaudo para ti... están
esperando dentro de mí como un latido del corazón y te los entregaré cuando
llegue el momento.
—Pronto
—susurró ella, volviéndose hacia él con un suspiro de alivio.
—Sí,
cariño... muy pronto.
Lali
le indicó por gestos a Peter que la siguiera y lo llevó hacia su habitación,
con un nudo en la garganta y los ojos llenos de lágrimas.
Él
la miraba tremendamente preocupado.
—¿Qué
pasa?
—Estaba
tan asustada... —dijo con voz llorosa, secándose las lágrimas con la manga de
la bata.
—Lo
sé. Siento haber empujado de esa forma a Elena, pero parece que ahora está
bien...
—Me
refiero a por ti. —Fue al aseo, cogió un pañuelo de papel y se sonó
ruidosamente. Le temblaba la barbilla cuando continuó—: He visto cómo te
atropellaba ese coche...
—De
refilón.
—Te
ha dado de lleno. —Se le escapó un hipido—. Y estabas tirado en el suelo,
destrozado. He creído que estabas... —Calló y tragó con dificultad porque el
llanto la acosaba. Nunca se sobrepondría de haberlo visto inconsciente en la
carretera. El miedo seguía atenazándola. Le tocó el hombro con una mano
temblorosa, solo para asegurarse de que realmente estaba allí, de que estaba
vivo.
Peter
le cogió las manos y se las llevó al pecho para que notara el fuerte latido de
su corazón.
—Lali,
tengo muchas cosas que contarte. Tardaré toda la noche en hacerlo. Un año.
No... la vida entera.
—Tarda
todo lo que quieras. —Se sorbió los mocos—. No voy a irme a ninguna parte.
Peter
la abrazó fuerte, dándole consuelo. Fue un abrazo intenso, vital.
Se
quedó callado un buen rato, porque comprendía que a Lali le hacía falta notar
su presencia, y allí se quedó ella, con la cabeza contra su pecho, aspirando el
aroma de polvo, alquitrán y aire nocturno. Luego él le apartó el pelo de la
cara y la besó suavemente en la mejilla.
—Cuando
me dijiste que me amabas —le dijo bajito—, me asusté, porque sabía que cuando
una mujer como tú dice eso, quiere decirlo... todo. Matrimonio, una casa con
columpio en el porche, niños...
—Sí.
Le
pasó la mano por el pelo y le sostuvo la cabeza hacia atrás para mirarla a los
ojos con intensidad. No quería que dudara de lo que iba a decirle.
—Yo
quiero lo mismo.
Hasta
aquel momento Lali había estado temblando de nervios y de miedo, pero se puso a
temblar de un modo distinto al entender a qué se refería él.
La
besó en la boca. Fue un beso prolongado que duró hasta que se le aflojaron las
rodillas.
—Vamos
a hacer las cosas a tu ritmo —le dijo—. Tan rápido o tan despacio como quieras.
—No
quiero esperar —le dijo ella, aferrándose a su espalda, cálida y fuerte—. No
quiero volver a pasar una noche sin ti. Quiero que te vengas a vivir conmigo
ahora mismo y que nos comprometamos y que fijemos la fecha de la boda y...
—Calló y lo miró avergonzada—. ¿Estoy yendo demasiado rápido?
Peter
rio bajito.
—Puedo
seguirte el ritmo —le aseguró. Y se la llevó a la cama.
Peter
se despertó bañado por la luz matutina. Se quedó tendido sin moverse,
disfrutando de la sensación de despertarse en la cama de Lali, con la cabeza
semienterrada en las almohadas que olían a lavanda. Pasó un brazo por encima de
las sábanas blancas, buscándola, pero no encontró más que un espacio vacío.
—Lali
está en la cocina —oyó que le decía Fermín.
Abrió
los ojos y tardó en reaccionar. Fermín no estaba solo. Había una joven delgada
a su lado. Ambos iban de la mano. Ella llevaba el pelo ondulado y con la raya a
un lado. Tenía una cara un poco angulosa pero bonita, de mirada inteligente.
Peter
se sentó despacio, cubriéndose hasta la cintura con la sábana.
—Buenos días —dijo,
aturdido.
La
joven le sonrió con su habitual picardía. Era más que desconcertante ver la
sonrisa de Elena en aquella versión tan joven de sí misma.
—Buenos
días, Peter.
Él
los miró a ambos. La felicidad iluminaba el aire, la emoción convertida en luz.
Fermín, en lugar de su sombría soledad, tenía chispitas en los ojos llenos de
vitalidad.
—¿Todo
está bien, entonces? —Peter los miraba inquisitivamente.
—Magnífico
—dijo Elena—. Todo es como debe ser.
Fermín
la miró antes de dirigirse a Peter.
—Venimos
a despedirnos. Debemos irnos a un lugar.
—¿En
serio? —Le chocaba el hecho de que el fantasma lo dejara en paz por fin. Ambos
serían libres. Lo que Peter no esperaba era que la perspectiva lo
entristeciera—. Nunca me he alegrado tanto de librarme de alguien —pudo decir.
Fermín
sonrió.
—Yo
también te echaré de menos.
Peter
necesitaba decir algunas cosas... «Nunca te olvidaré ni olvidaré tu detestable
manera de cantar y de hacer comentarios de listillo, ni cómo me has salvado la
vida. Te has convertido en el amigo que nunca supe que me hacía falta y me
hiciste comprender que lo peor no es morir, sino hacerlo sin haber amado a
nadie.» Sin embargo, parecía que no iban a tener tiempo ni ocasión para hablar.
Además, por la manera en que Fermín lo miraba, vio que sabía todo aquello y
mucho más.
—¿Volveremos
a vernos? —le preguntó.
—Sí
—dijo Fermín—, pero no de momento. Lali y tú tienen una larga vida por delante.
Tienen que formar una familia... Tendrán dos hijos y tres hijas, y uno de ellos
llegará a ser...
Elena
lo interrumpió.
—Peter,
haz como si no hubieras oído ni una palabra de todo esto. —Se volvió hacia Fermín
y chasqueó la lengua, reprendiéndolo—. Siempre metiendo la pata. Sabes que no
deberías haberle dicho nada.
—Tu
trabajo es tenerme a raya —repuso Fermín.
—No
estoy segura de que nadie sea capaz. Eres un caso perdido.
Fermín
bajó la frente hacia la de ella.
—Tú
sí —murmuró.
Se
quedaron callados un momento. El placer que sentían de estar juntos casi podía
tocarse.
—Vámonos
—le susurró Fermín—. Tenemos que recuperar el tiempo perdido.
—Sesenta
y siete años más o menos —dijo Elena.
Fermín
le sonrió, mirándola a los ojos.
—Entonces
será mejor que empecemos. —Le pasó un brazo por los hombros y la llevó hacia la
puerta. Ambos se detuvieron en el umbral y se volvieron para mirar a Peter.
Los
vio borrosos por las lágrimas y tuvo que aclararse la garganta para poder
hablar.
—Gracias
por todo.
El
otro hombre le sonrió comprensivo.
—Los
dos estábamos equivocados, Peter. El amor es duradero. De hecho, es la única
cosa duradera que existe.
—Cuida
de Lali —le pidió Elena con dulzura.
—La
haré feliz —le dijo Peter con la voz áspera—. Lo juro.
—Sé
que la harás feliz. —Le sostuvo la mirada con afecto—. Practica el foxtrot —le
dijo finalmente, y le guiñó un ojo.
Al
instante siguiente se habían ido.
Peter
se enfundó los vaqueros y fue descalzo a la cocina. La cafetera estaba al fuego
pero no se veía a Lali por ninguna parte.
La
puerta de la habitación de Elena estaba abierta de par en par y Peter
comprendió que había ido a ver cómo estaba su abuela. Encontró a Lali sentada
al borde de la cama, con la cabeza inclinada. Aunque no le veía la cara, se dio
cuenta de que las lágrimas le caían en el regazo.
—Peter...
La abuela... —Tenía la voz estrangulada.
—Lo
sé, cariño. —Ella se echó en sus brazos y él murmuró contra su pelo que la
quería, que siempre estaría a su lado. Lali enterró la cara en su pecho,
sollozando, hasta que por fin dejó de llorar.
Al
cabo de un rato, Peter sacó a Lali de la habitación y cerró la puerta.
—Ahora
es feliz —le dijo, sin dejar de abrazarla—. Quería que te lo dijera.
—¿Estás
seguro? —le preguntó ella, desconcertada.
—Segurísimo
—repuso él, categórico—. Está con Fermín.
Lali
caviló un momento sobre aquello.
—No
sé nada de Fermín. —Se secó una lágrima que le quedaba en la mejilla—. No sé si
me gusta la idea de que se haya ido con un desconocido para mí.
Peter
le sonrió.
—Puedo
contarte un par de cosas sobre él...
Continuará...
+10 :')
se acaba se acaba!! se viene el epílogo...
se acaba se acaba!! se viene el epílogo...
mee encanto
ResponderEliminaral fin elena y fermin estuvieron en paz,, ame el final!
ResponderEliminarquiero leer ya el epilogo....
ResponderEliminarmasssssssssss
ResponderEliminarel amor rompe las barreras... que lindo!1 oh pero no quiero que termine! jajajja
ResponderEliminarlolaz_h
Ay voy a llorar que lindo! Me encanta mas
ResponderEliminarNo quiero que termine
ResponderEliminarotro!
ResponderEliminar:')
ResponderEliminarMAS!!!!
ResponderEliminarepilogooooooooo
ResponderEliminarEl capi de hoy me hizo llorar :'( q hermoso Fermín y Elena al fin juntos :'(
ResponderEliminarComo lloré con Fermín y Elena
ResponderEliminarNahhhh que lindo momento
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